Por Edgar Hernández*
A la embestida de AMLO y su
caterva cuatroteista -22 gobernadores, secretarios de estado, el partido Morena
y sus diputados y senadores- contra Xóchitl Gálvez, se sumaron la nomenklatura
partidista, el fuego amigo, sus contendientes por la nominación y cierta prensa
y redes sociales.
¡Y ni así!
La Xóchitl, el fenómeno de la
política, recibió ayer de nueva cuenta muestras masivas de simpatía ciudadana
que van más allá de lo que fraguan en su contra partidos políticos,
oportunistas y aquellos que gritan “¡No pelear! porque el enemigo es el de
enfrente”.
Las instrucciones de las
cúpulas partidistas en contra de Xóchitl nomás no prosperaron; tampoco las
consignas de jugar con las cifras sobre la preferencia ciudadana o revivir
temas de corrupción inventados por López Obrador.
De nada sirvió la “influencia”
de las rémoras de los partidos políticos, tampoco de los interesados en sacarle
raja a los despojos que dejan las jornadas electorales donde recogen migajas.
Ayer, al cerrarse el registro
del Frente Amplio por México que va por la selección de su candidata a la
Presidencia de la República, en donde no se ve a Creel, no se tiene la menor
duda del sentir del imaginario colectivo, de la ciudadanía en concreto.
Y es que la fama pública de
Xóchitl se ha convertido en un verdadero acontecimiento.
Más la apuesta de que se
enfrente en las urnas a la esmirriada Claudia Sheimbaum carente de carisma,
simpatía, arrastre, mensaje y vocación de servicio.
En la antípoda, lo de Xóchitl,
se ha traducido en algarabía, en una permanente fiesta popular por todo el
país.
Familias completas han
despertado a la participación en espontáneas jornadas cívicas. Voluntarias y
voluntarios por millares se han volcado en favor de la causa de esta mujer por
la que nadie apostaba hace cinco semanas.
Su arrastre es indiscutible.
Del cohetón que la disparó a
las nubes producto del peor error de su vida política de López Obrador al
cerrarle las puertas de Palacio Nacional y dedicarse a insultarla y acusarla
sin fundamento, nuevos cohetones hasta la fecha han surcado el cielo nacional.
En México renació la esperanza
con Xóchitl.
Mientras las corcholatas
cierran campañas en lo oscurito; peleando unos con otros atados de pies y manos
por el Peje, con una Claudia de voz tipluda que no levanta, un Ebrard tibio que
grita y amenaza pero que horas después se echa para atrás; con un Monreal
silencioso y ya sin esa garra de meses anteriores y el maloliente de Fernández
Noroña que se la pasa echando pleito con las mujeres periodistas por las
preguntas incómodas.
La de ayer fue una jornada
cívica de registro sin precedentes en favor del Frente Amplio por México, un
referéndum que va más allá de una inscripción para tener acceso a la decisión
electoral del 2 de septiembre.
Fue un hito que la gente
saliera de nuevo a los centros de registro, a las calles para mostrar que no
están de acuerdo con Morena, la 4T y su Mesías. Salieron para mostrar que
estamos despiertos y dispuestos a regresar a México por el camino de la
democracia.
Mientras allá, en el oscuro
Palacio del Rey del Cash, López Obrador está, como se ve en las mañaneras,
fúrico.
Y no por lo de ayer, sino
porque nunca creyeron que la señora de la bicicleta se los va a chingar como la
misma Xóchitl advierte.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo