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Mario Luis Fuentes
ofreció una conferencia magistral, en la cual expuso que surgen nuevos virus
altamente resistentes a los farmacéuticos y potencialmente pandémicos
Ciudad
de México, 21 de octubre. – La crisis sanitaria aceleró las pandemias que
existían en el país: desigualdad, rezago económico, desempleo, fragmentación
del orden urbano, etcétera, pero también invisibilizó otras como la pérdida
acelerada de capital natural, y hoy se subraya el tema del contagio, de la
influenza; los demás padecimientos no se consideran, apuntó el investigador del
Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, Mario Luis
Fuentes Alcalá.
Previo
a la crisis sanitaria, en los hogares se vivían enormes condiciones de erosión
de sus capacidades económicas, los integrantes tenían que trabajar porque los
ingresos no eran suficientes, lo que deterioró la convivencia familiar y el
tiempo de cuidados. Por otra parte, las escuelas dejaron de ser seguras y hoy
son espacios enormemente violentos, no solo se registra bullying, sino las
violencias en general. Además, el espacio público es agresivo y todos están
sumergidos en su teléfono móvil, lo que transforma las relaciones cara a cara,
destacó.
De
acuerdo con el experto, vivimos una suma de pandemias: “la de bajos ingresos,
violencias y enfermedades evitables, por ejemplo. Una suma de lo que se
denomina sindemia y que incide simultáneamente sobre los individuos y se
potencia por las enormes desigualdades que nos afectan”.
En su
conferencia magistral, “Comunidades pospandemia: ¿Hemos aprendido algo?”,
indicó que si algo hay que aprender es que la emergencia sanitaria por la
COVID-19 debe permitirnos visibilizar las pandemias y dar cuenta de su
sinergia, es decir, cómo interactúan entre sí.
En
ocasión del Segundo Congreso Internacional de Estudios sobre la Ciudad.
Comunidades pospandemia, asimilar lo aprendido, Mario Luis Fuentes dijo:
El
proceso de urbanización es acelerado e interminable, profundamente desigual,
con una demografía heterogénea, sin categorías, con un enorme proceso de
exclusión, dentro de las cuales se crean colectivos temporales para protegerse,
pero también se excluyen.
En el
encuentro desarrollado en formato híbrido el académico universitario planteó
que, como parte del impacto de las sindemias, en el espacio urbano se expresa
una brutal presión demográfica, cada año en este país nacen un millón 200 mil
bebés. Aunque por primera vez, en 2021, hubo menos nacimientos y cayó la
esperanza de vida, muestra de una erosión de los social, de lo humano.
“A
ello se suma lo que llamo desplazamientos forzados, que no se refiere a la
migración, sino a la movilidad por miedo a la violencia o por la destrucción
que provocan los fenómenos meteorológicos, muchos mexicanos están volviendo a
las fronteras tratando de salir del país”, argumentó.
Durante
el encuentro realizado desde la Facultad de Arquitectura, consideró que la
vulnerabilidad es una expresión territorial enorme, por lo que sería necesario
crear un mapa al respecto por ciudad, que incluya los riesgos sociales;
“existen lugares realmente peligrosos o propensos a tener un riesgo”.
Acotó
que el escenario pospandemia es complicado, porque la emergencia sanitaria no
ha terminado y la expansión del contagio de influenza es acelerado en todas las
edades, Nuevo León tiene un gran problema, mientras que 10 por ciento de la
población que contrajo la COVID-19 vive hoy la COVID prolongada.
Vivimos
el surgimiento de nuevos virus altamente resistentes a los farmacéuticos y
potencialmente pandémicos causados por el creciente deterioro de ecosistemas y
destrucción de la biodiversidad.
Aunado
a ello, se registran “demasiadas muertes y enfermedad: el año pasado murieron 1
millón 197 mil personas –antes de la pandemia hubo 800 mil muertos–, un exceso,
muchos de esos decesos no debieron ser. Durante la crisis sanitaria la atención
a personas con cáncer, en especial a mujeres, cayó en 30 por ciento por falta
de diagnóstico y tratamiento oportuno. De hecho, habrá un pico en todos los
cánceres, puesto que hospitales como Cancerología, entre otros, fue
reconvertido en centro COVID-19. Además del registro de 113 mil niños huérfanos
de la violencia”.
Puntualizó
que esas eventualidades reducen la capacidad de ser y hacer, son contextos
altamente complejos. Debemos considerar que, en esos territorios, en esas
dimensiones sociales, el impacto de tanta muerte y enfermedad reduce las
capacidades para enfrentar los riesgos sociales de un evento no planeado,
recuperarse o reinventarse. Además, los economistas consideran que no habrá
crecimiento en los próximos cinco años, la inflación se comerá los recursos, y
se presentará inestabilidad global.
“Por
ello califico esta época como una emergencia social, necesitamos acciones
inmediatas, urgentes, para asumir toda la complejidad de los territorios. No
tengo duda que el impacto de la pandemia por la COVID-19 fue acelerar todas las
tendencias disruptivas, ocultó muchas otras, invisibilizó múltiples problemas
sociales; regresamos a esta noción de que el tema es simplemente crecimiento
económico o bajar la inflación”, prosiguió el también presidente de la Junta de
Patronos de la UNAM.
El
gran tema social es cómo crear protección para los individuos que están en
movimiento, que acumulan desventajas y riesgos; “estamos en una época de
incertidumbre y una vida muy inestables”, finalizó.