·         Obra conmemorativa por el 70 aniversario del equipo

·         Fue compuesta por Rodrigo Valdez y tendrá su estreno mundial en la Sala Nezahualcóyotl el 7 de diciembre

  • “No hay ningún otro club en el mundo que tenga una obra sinfónica”.

Daniel Francisco

La obra conmemorativa por el 70 aniversario de Pumas, 1954: Sinfonía de la pasión auriazul, se interpretará el 7 y 8 de diciembre en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, bajo la dirección de Iván López Reynoso.

El compositor Rodrigo Valdez Hermoso afirma que la filosofía del deporte en la Universidad es generar buenos seres humanos. “Eso es lo más importante, es lo que hace la diferencia entre Pumas y cualquier otro club de futbol. Me siento muy honrado de realizar esta pieza sinfónica, he quedado muy contento. Es un gran honor porque no hay ningún otro club en el mundo que tenga una obra sinfónica, la cual formará parte de su identidad. Por supuesto que todos tienen su himno, o alguna música representativa, pero no una pieza sinfónica”.

Explica en entrevista que 1954: Sinfonía de la pasión auriazul, comisionada por la UNAM para conmemorar el 70 aniversario del Club Universidad Nacional y que será un estreno mundial, está dividida en tres movimientos. El primero es Del origen: valentía, ímpetu y corazón, que es toda la primera parte de los Pumas, desde su fundación en 1954 hasta terminar con el primer campeonato en 1977.

El segundo se titula: La luz perfilaba la silueta del Estadio Olímpico Universitario, se percibía la tensión por la batalla. Y el tercer movimiento se llama De los triunfos futuros. Oda al espíritu universitario, que representa fielmente la grandeza de la Universidad.

La música que hace Valdez Hermoso “es compleja, con unas cuestiones técnicas muy avanzadas, de vanguardia, podríamos llamarlo. Esta sinfonía tiene un cierto distanciamiento de lo que uno como público tal vez escucha o quisiera oír en una sala de conciertos. Y hay gente que va a la sala de conciertos a relajarse, a pasar un buen momento, inspirarse, y de repente llegan y les exigen escuchar cosas verdaderamente complejas”.

Cuando decide componer 1954: Sinfonía de la pasión auriazul tuvo que “conectar primero con todos los aficionados de Pumas, y que resultara emotiva para la gente, de fácil conexión y representara justamente esta situación épica o epopéyica, con esa visión infantil que empieza a ver a los futbolistas como héroes. Son héroes del deporte y tendría que ser una cuestión épica”.

Lo que hizo Valdez Hermoso fue conectar con su niño interno, aquél que jugaba en Pumitas, el que aprendió a decir goya antes que leche, según él. “Y fue un proceso muy bonito en el cual iba recordando estas sensaciones de lo que era estar en el estadio, cómo fui creciendo con todo esto”.

Acota que también es música con un cierto grado de academicismo, “de elegancia para poder conectar también con toda la parte académica de la UNAM”.

Pensó que podría ser épico, “una especie de Odisea o de Ramayana, pero llevado a la cancha de futbol, que fuera el escenario en el que esas grandes batallas deportivas se efectuaran. Y eso es lo que tenemos que sacar”.

De la cabeza a la partitura

Cuando era niño pensaba que la música sinfónica eran puros muertos: Mozart, Beethoven, gente que falleció hace siglos. Y fue hasta la secundaria, recuerda, cuando descubrió a Philip Glass y pensó: “Caray, hay gente viva que hace esto”, y le empezó a interesar.

Prefiere componer por la noche. “Me gusta mucho sentarme a escribir cuando ya no hay ningún ruido. No compruebo con instrumentos, todo es de la cabeza a la partitura; voy pensando en el sonido, en las armonías”.

Rodrigo Valdez Hermoso es maestro en Composición y Cultura Musical por el London College of Music, y maestro en Teoría de la Música, con honores, por el Victoria College of Music and Drama de Londres.

FUENTE: UNAM

Foto: archivo/Barry Domínguez.

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