Cd. de México 26
julio 2022.- Aunque la norma suele ser mantener el tono bajo al
interior de una biblioteca, el coro Ensamble México, Voces en Armonía se alista para que su canto resuene, alto y emotivo, en
cada rincón de la José Vasconcelos.
Si bien esto no es del todo novedoso, teniendo en cuenta que
en sus mejores momentos el recinto de Buenavista ha fungido como punto de encuentro para
todas las artes más allá de la lectura, y que dicha agrupación coral está
habituada a cantar en espacios poco usuales, conocer a quienes engalanarán el
sitio con su voz sí puede causar sorpresa.
Y es que, con más de 10 años de trabajo, Ensamble
México se ha caracterizado por conjuntar voces en
todas sus gamas de colores y potencias, pero sobre todo de procedencias
insospechadas. Desde cantantes retirados, activos y en formación hasta
migrantes centroamericanos de paso por el País o personas con talentos quizá
muy distantes al arte lírico.
«Hay un ex luchador de la AAA que es un tenor dramático, y lo vas a
escuchar cantar Nessun dorma (de Giacomo Puccini)», ilustra en entrevista el barítono lírico Sergio
Apan (Ciudad de México, 1983), director y
cofundador de este coro.
«También hay un ex bailarín de ballet de Bellas Artes
que va a cantar Una furtiva lágrima (de Gaetano Donizetti)», continúa. «Entonces, vayan a
escuchar y, sobre todo, a ver que quienes están cantando son personas común y
corrientes, pero con ese talento, con esa voz que ellos no sabían que tenían.
Hay historia en este ensamble».
Con un programa que combina piezas icónicas del repertorio
operístico con música mexicana -como Va, pensiero, de Giuseppe Verdi, y O mio babbino caro, de Puccini, con La
Bikina, Serenata huasteca y un popurrí de Pedro
Infante-, serán 38 personas quienes integren el coro en
la presentación del próximo 3 de agosto en la Vasconcelos, a las 17:00 horas.
Pero la alineación ha variado considerablemente a lo largo
del tiempo. De los cuatro que dieron inicio al proyecto –Luis
Abraham Ortega, Blanca Perla Barrios, Ana de Alba y el propio Apan- pasaron a ser ocho, y
después 76; en marzo pasado, cuando rindieron homenaje al fallecido director Ulises Martínez
Oropeza, sumaron 300 personas, resalta el titular de la
agrupación.
«A la pregunta de ‘¿Cuántos son?’, yo siempre digo: ‘Los
que Dios decida que sean'», expresa Apan, quien en agosto celebra dos
décadas de trabajo ininterrumpido. «Yo lo único que les pido es fe, amor y
constancia. Y ya lo demás se va dando por añadidura».
Contento de que Ensamble México -registrado ya como
asociación civil- ha sido clave en la rehabilitación de personas con problemas
de adicciones o hasta depresión, Apan ahora busca fortalecer al grupo a través
de un patronato que lo mismo sirva para garantizar más trabajo así como para
brindar sustento fijo a los integrantes.
«El proyecto que yo ya presenté es que todos tengan
seguridad social, que tengan un crédito a la palabra para una vivienda y, obviamente,
un incentivo a la quincena; que puedan ganar al menos 5 mil pesos al mes, que
haya vales de despensa. Yo lo que quiero es ver a mi gente feliz y en paz.
«Es sumar empleos, porque yo quiero que este ensamble se
vuelva una escuela donde se pueda apoyar a cantantes, se les pueda becar»,
comparte el barítono, quien ambiciona lograr con la agrupación un apoyo a
jóvenes en situación vulnerable similar a El Sistema, en Venezuela. «Lo que estamos haciendo con
Ensamble México es encausar y crear maestros para que empiecen a hacer
esto».
Por lo pronto, el coro llega a la Biblioteca
José Vasconcelos con sus armonías y la intención de sumar
nuevos miembros, aunque sea de manera honorífica durante lo que dure la gala;
«llevar al público a que cante también, a que se una con nosotros y sea
parte de Ensamble», remarca su titular.
UN ESCENARIO
EN CUALQUIER SITIO
Plantado en las calles del Centro
Histórico capitalino cantando a todo pulmón ópera,
zarzuelas y música sacra, Apan no ha estado exento del puño de hierro del
personal de Ordenamiento de la Vía Pública y de la Policía.
Pero esto jamás ha mermado el impulso del barítono lírico,
quien con orgullo se autodenomina como un artista urbano, de seguir llevando el
canto a las congestionadas aceras, parques, mercados, unidades habitacionales y
cualquier forma de espacio público.
«Podemos estar en un recinto súper chic y también en (la
calle) 16 de septiembre. La música no tiene élites; el escenario lo puedes
crear en cualquier lugar», sostiene el cantante, quien suma entre los
recintos donde se ha presentado lo mismo la Sala
Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes que el Teatro de la Ópera de Roma.
«Yo lo que entendí con la pandemia, y muchos también,
fue que no necesitas tener un palacio; tu voz la puedes dar a cualquier
persona. Eso es lo que yo hago. Ya si me hablan para hacer ópera en el
extranjero y todo eso, pues adelante, con todo gusto, pero ya con la convicción
de que el laboratorio y aprendizaje más grande que tuve es el arte urbano».
Oriundo del barrio de La Merced, Apan creció con sus abuelos, en cuya casa las
interpretaciones de Pedro Infante, Joaquín Pardavé y otras figuras de la Época de Oro del cine
mexicano fueron moldeando en él una latente vocación por el canto.
«La primera canción que yo interpreté fue Tu
voz, un arreglo que le hicieron a Javier
Solís, a los 15 años, cuando era yo cerillo en una
tienda de autoservicio que se llamaba Gigante, allá en Aeropuerto»,
recuerda el barítono, quien también vio sus primeras oportunidades en la Iglesia
del Espíritu Santo, sobre Fray Servando Teresa de Mier.
El tenor acapulqueño Yordi Ramiro se convertiría en su primer maestro, antes
de continuar su formación en una serie de espacios e instancias como Schola
Cantorum de México, la Facultad de Música de la UNAM y la Escuela Superior Diocesana de Música Sacra de Toluca. Después consiguió viajar a Europa para tomar cursos de
canto y dirección coral en ciudades como Roma y Berna.
Aunado a su labor al frente de Ensamble México, Apan desea
darle una oportunidad a cantantes noveles o poco reconocidos a través de un
concurso abierto y un festival, siempre confiado en el potencial reparador del
arte. O como él mismo lo expresa: «Las ganas de salir adelante y de
cambiar mi País con la música».
«Mostrar que esto es una vocación que se puede ejercer y
con ello viajar a muchas partes del mundo», apunta. «La
música nos ayuda a sanar el dolor».