A 12
meses de esta crisis, Yadira Gálvez Salvador, Carlos Ballesteros Pérez y Juan
Carlos Barrón Pastor analizaron el papel de la ONU, de la sociedad y la
recomposición de polos de poder
Con la guerra entre Rusia y Ucrania el gran
perdedor es el mundo, pues la agenda de recuperación centrada en el bienestar
fue abandonada, se dejó de trabajar contra el cambio climático y ambos bandos
enfrentan adversidades, coincidieron expertos de la UNAM durante la conferencia
de prensa a distancia “A un año de la invasión a Ucrania ¿Rusia va ganando?”.
Para la
académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), Yadira
Gálvez Salvador, en este momento el nivel de tensión y la escalada del
conflicto es de tal magnitud que las acciones militares continuarán, además de
la guerra mediática e informativa, las acciones a través de internet y el
mantenimiento de las posturas de ambos lados donde nadie gana.
“Estamos ante un momento de crisis sistémicas y
de múltiples cambios en la lógica internacional, que incluyen la dinámica de
recomposición de polos de poder, de lucha ideológica, de narrativas y una
constante confrontación”, describió la experta en seguridad internacional.
La investigadora destacó que desde su inicio,
el 24 de febrero de 2022, el conflicto ha sido híbrido porque -además de la
invasión armada física, el uso de mercenarios, violaciones a los derechos
humanos, manipulación, propaganda y amenazas- también se han empleado
herramientas como drones, ataques cibernéticos y una guerra mediática que coloca
a la ciberdefensa como preocupación de la seguridad internacional.
Eso no quita, agregó, que deja una estela de
destrucción, muertes y transgresión a las garantías fundamentales, difícil de
cuantificar.
A su vez, el secretario académico del Centro de
Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM, Juan Carlos Barrón Pastor,
subrayó: la infodemia actual hace más proclive a la sociedad a polarizarse y
cada vez es más difícil llegar a consensos, por lo que en este caso es
complejo imaginar una situación de guerra y mantener una posición de
neutralidad.
“Es una cuestión de ética estar contra la
guerra, la clave está en entender el sufrimiento que trae a millones esta
situación y no verlo como un asunto frío, sino que produce crímenes de lesa
humanidad y que genera dinámicas en las que nadie sale ganando”, acotó.
En este momento, prosiguió, la sociedad todavía
no puede ganar claridad para oponerse a la guerra de manera tajante y
concertada, precisamente por la contradicción de determinar si estaríamos a favor
de su final, con nuevas fronteras o dispuestos a mantener este enfrentamiento
hasta que los límites territoriales originales de 2014 sean respetados por los
actores.
El experto en Desarrollo Internacional reiteró
que es una guerra multidimensional, donde uno de los factores importantes es el
conflicto mediático que tiene implicaciones políticas al interior de Estados
Unidos, principal aliado de Ucrania, y que ha llevado al presidente Joe Biden a
enfrentar a sus rivales políticos que lo critican por poner atención al
exterior, y no al interior de su país.
Al hacer uso de la palabra, Carlos Eduardo
Ballesteros Pérez, también académico de la FCPyS, advirtió que estamos en uno
de los momentos más peligrosos de la historia, cerca de una crisis nuclear y el
proceso de la intervención ha desplazado la atención de otros problemas que
afectan al mundo como enfrentar el cambio climático.
“Estamos viendo, además de todo, una manifiesta
incapacidad de la Organización de las Naciones Unidas para enfrentar un
problema tan agudo como el que se está desarrollando. Se lleva por mucho tiempo
una crisis de capacidad de intervención, de definición, de aproximación, de
negociación por parte de la ONU, y esto conduce a pensar en una reforma de los
instrumentos con los que cuenta esta institución tan importante”, detalló el
doctor en Sociología.
En este momento, dijo, no hay condiciones para
plantearse objetivos ambiciosos, pues hace falta una estrategia de pequeños
pasos que pudiera modificar las condiciones de una manera u otra. Esta crisis
lleva a repensar cómo reactivar el potencial pacificador de la ONU, de
establecer condiciones de diálogo, algo sumamente importante; este conflicto,
en particular, va en el sentido contrario.
FUENTE: UNAM