En la
Guadalajara de 1995 nació un espacio alternativo para la contracultura. Un
tianguis sui géneris que sigue vigente hasta nuestros días.
El Tianguis
Cultural desde sus inicios se fundó como un lugar seguro,
donde podían usar la ropa que quisieran y expresarse con libertad, para otros
simplemente un lugar para consumir productos locales, películas, discos
de música no comercial.
Si
eres tapatío y tienes entre 25 y 50 años, seguro tienes una historia en el
Tianguis Cultural.
La
historia de este tianguis, que no es un tianguis de frutas y verduras, comenzó
en 1995.
Lo
fundó un grupo de amigos que tenían editoriales independientes en la Ciudad y
que pensaron en imitar la propuesta del Tianguis del Chopo en Ciudad de
México.
Alejandro
Zapa, de la editorial Arlequín; Sergio Fong, con Alimaña Druck, y Olga Rivera y
David de Anda, de la editorial Ultravioleta.
Ya en
varios espacios como el Foro Jim Morrison o el BUSH (Bandas Unidas del Sector
Hidalgo), donde se hacían tianguis de trueque de música, discos y cassettes,
como resultado del movimiento contracultural a finales de los 80 que eran
reprimidos.
“Eso
sirvió como previo para fundar a principio del 95 un tianguis que tuviera
arraigo en la Ciudad cada sábado. Cada que íbamos al Chopo se nos caían los
calzones cuando veíamos su organización y su historia instalándose en
diferentes sitios”, cuenta Zapa.
Se
organizaron en un café que entonces estaba en la esquina de Juárez y 8 de Julio
para proponer la idea de que fuera un tianguis de literatura y rock y
dividirse las tareas, pero a la hora de intentar sacar los permisos necesarios
para instalarse en el Centro de la Ciudad no lo lograron.
Después de varias idas y venidas con el Ayuntamiento, los creadores se
dieron cuenta de que esta era una propuesta que nunca le iba a gustar al
gobierno panista de la época así que sin decir agua va, “a la brava” comenzaron
a montar sus puestos de libros en diciembre de 1995 en el Jardín José Rolón,
frente al Templo del Carmen con plena Avenida Juárez frente a ellos.
En la inauguración leyeron un poema que crearon:
“Guadalajara
presume hoy
su siniestra
línea dos del tren ligero
con bandera
pirata en sus tirantes subterráneos
un zoológico
donde pastan las bestias rabiosas
donadas por Goya
y Campos Cabello
un psiquiátrico
San Juan de Dios
que nos espera
con los brazos abiertos
para darnos el
beso sabatino.
Un racimo con la
última rosa punk
sembrada en el
Jardín Botánico
un estadio de
fútbol con espantapájaros rojinegros
esta mañana de
Diciembre
cortamos el cordón
invisible del Tianguis Cultural de Guadalajara
donde
ofertaremos al mundo nuestro manto sagrado
que habita en el
riñón”.
El poema recopilado en el libro “La supervivencia artística de los
jóvenes creadores: Tianguis Cultural de Guadalajara, 1995-2011” de
Talien Elizabeth Corona Ojeda publicado en el Colegio de Jalisco.
La postal ese día incluyó gente sin camisa,
tamborileros y otras gentes fumando mota y tomando caguamas.
Al principio eran 19 expositores, pero pronto se
les salió de las manos.
Poco a poco llegaron puestos de artesanos,
graffiteros, tatuadores y, pronto también, músicos que armaron toquines
gratuitos de rock; en fin: propuestas que no eran fácilmente bienvenidas en la
Guadalajara de entonces.
En 1998 ya no cabían y el padre del Templo del
Carmen tenía pleitos con ellos cada sábado.
“Los catrines que se casaban los sábados tenían que
tomarse las fotos de su boda con toda la fauna y flora del tianguis cultural y
pues no les gustaba”.
Comenzó a llegar la policía cada sábado y
comenzaron a correr los rumores y difamaciones de quienes lo organizaban.
Después de varios altercados, todos los ya semanalmente convocados al Tianguis migraron en peregrinación a la Plaza Juárez, donde se encuentra el Tianguis actualmente.