Ante la complejidad de qué título debía llevar la revisión más vasta de su carrera hecha hasta ahora, el pintor Daniel Lezama (Ciudad de México, 1968) reconoció en unas líneas de Octavio Paz el punto medular de las historias en su universo pictórico. Específicamente aquellas de El laberinto de la soledad acerca de que la cultura mexica, en su momento de máximo esplendor, era como un joven en el mediodía de su vida al que, deslumbrado y mareado, le da vértigo y cae fulminado, relata Lezama en entrevista. Es decir, sin decadencia ni ocaso de por medio, como suele ocurrirle a las