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Lo virtual, las prisas y la inmediatez impiden el bienestar permanente;
México se ubica en el lugar 36 de 150 naciones en el ranking de países más
satisfechos; Finlandia, Dinamarca, Islandia, Israel y Países Bajos encabezan la
lista
Vivimos una
época en la que lo virtual, las prisas, la inmediatez nos impiden disfrutar
plenamente las actividades que realizamos y cada vez son menos las cosas que
hacemos que nos producen satisfacción.
Una gran parte
de nuestro tiempo lo dedicamos al trabajo, al estudio y a acumular cosas
materiales como una necesidad que nos hemos generado nosotros mismos, pero
cuántas veces nos hemos preguntado si la vida que llevamos marcha relativamente
bien, si estamos en el lugar donde siempre hemos querido estar, si nuestras
relaciones personales son las que realmente anhelamos o si lo que hacemos nos
acerca a las metas que nos hemos trazado.
En las
respuestas quizá podemos descubrir qué tan felices somos.
De acuerdo con
Manuel González Ozcoy, académico de la Facultad de Psicología, la felicidad es
ese estado de satisfacción, efímero y transitorio, que logramos experimentar
cuando algo cambia en nuestras vidas para mejorar y cuando se mantiene y se
convierte en un estado de bienestar, de goce y de placer.
“En la
construcción de un estado de felicidad intervienen condiciones sociales y
factores como el acceso a la salud y a la educación, la sensación de seguridad
social y otros rubros no menos importantes como la amistad, las relaciones de
pareja, el ambiente laboral, la familia y por supuesto las cuestiones
económicas. La felicidad no es algo que se construye desde la individualidad ni
desde la soledad; la interacción social es fundamental para aproximarnos al
bienestar y a los momentos de felicidad.”
En dicha
interacción, agregó, en el caso de la cultura mexicana se puede observar que
hay factores determinantes de cohesión social como la familia y la amistad que
junto con otras emociones como la empatía, la solidaridad, la compasión y la
capacidad de goce y de disfrutar las cosas se vuelven concomitantes a la
vivencia de la felicidad.
En la academia
González Oscoy
subrayó que la gran mayoría de los estudiantes universitarios experimentan
momentos de felicidad cuando cumplen con determinadas metas y objetivos
académicos, que pueden ser desde logros cotidianos, como pasar las materias
necesarias en cada semestre, mantenerse como alumnos regulares o cumplir con el
servicio social, hasta la elaboración de la tesis, la presentación de examen
profesional y la obtención del título.
“Muchos de
nuestros alumnos entran en primer semestre soñándose ya titulados y, claro,
cuando lo hacen se sienten felices, pero saben que es un objetivo que implica
costos-beneficios.”
Añadió que un
buen número jóvenes fincan su felicidad en cuestiones económicas y materiales o
también en la construcción de relaciones sociales personales, como iniciar una
relación de pareja, tener una familia o participar en alguna organización
social, política o deportiva.
¿Cómo se mide?
González Ozcoy
comentó que la felicidad se puede registrar a partir de parámetros sociales,
culturales y políticos que permiten medir índices de satisfacción de acuerdo
con los niveles de desarrollo humano y bienestar de cada país, por ejemplo,
acceso a servicios de salud, seguridad social y educación, así como factores
económicos, como niveles de ingreso, distribución de la riqueza y poder
adquisitivo, además del respeto al medio ambiente
La felicidad
comenzó a medirse de forma sistemática a partir de 1972, en el reino de Bután,
ubicado en la cordillera del Himalaya, que en su momento fue considerada la
nación más feliz del mundo y donde por primera vez se elaboró un Índice
Nacional de Felicidad.
Según los
expertos, ese pequeño reino de Asia oriental aportó una de las métricas más
completas de la felicidad, tomando como base nueve parámetros esenciales:
- Salud: mide la atención médica y las barreras de ésta, así como la
calidad de los servicios respectivos.
- Educación: evalúa el aprovechamiento, la calidad, la
escolaridad y el nivel de la educación.
- Diversidad ambiental: cuantifica el acceso a servicios ambientales
y el conocimiento ambiental de la población, que se caracteriza por el
número de árboles sembrados por persona.
- Nivel de vida: mide los niveles de consumo de los hogares y el
número de casas propias, entre otros aspectos.
- Gobernanza: se evalúa la calidad de los servicios públicos, la
confianza en las instituciones y los niveles de seguridad.
- Bienestar psicológico: aquí se estiman los niveles de estrés y la
prevalencia de emociones como celos, frustración, generosidad y
tranquilidad.
- Uso del tiempo: cuantifica el tiempo que dedicamos a dormir, a la
participación comunitaria, a la educación, al deporte, al cuidado de los
demás y a meditar, entre otros elementos.
- Vitalidad comunitaria: estima la confianza y el apoyo social entre
los miembros de una comunidad, así como los niveles de seguridad.
- Cultura: evalúa el conocimiento de la cultura propia (deportes
tradicionales, festividades comunitarias, labores artesanales, etcétera),
así como el respeto y conocimiento de otras culturas.
Después de las
aportaciones de Bután, el premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, destacó
por crear nuevas métricas de bienestar sobre las que se construyó el Índice de
Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.
Según el Informe
mundial de la felicidad 2023, publicado por la Red de Soluciones de
Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, Finlandia se
ubica en el primer lugar como la nación que reúne las mejores condiciones
sociales y económicas para que las personas puedan ser felices, las cuales
tienen ver con temas como apoyo social, ingresos, salud, libertad, generosidad
y ausencia de corrupción, entre otros.
Junto con esa
nación europea, los primeros 10 sitios los ocupan Dinamarca, Islandia, Israel,
Países Bajos, Suecia, Noruega, Suiza, Luxemburgo y Nueva Zelanda, en donde es
evidente el nivel de desarrollo humano que han alcanzado con elevados puntajes
en cuanto a calidad de vida, ingresos y disponibilidad de infraestructuras y
recursos para vivir.
¿Y los
mexicanos?
De los 150
países que se registran en este ranking de felicidad, México
se encuentra en el lugar 36, por debajo de Costa Rica, Uruguay y Chile, que son
los países mejor posicionados de América Latina, en tanto que Canadá y Estado
Unidos ocupan los mejores sitio dentro de todo el continente: Canadá (13), EE.
UU. (15), Costa Rica (23), Uruguay (28), Chile (35), México (36), Panamá (38),
Nicaragua (40), Brasil (49), El Salvador (50), Argentina (52) y Honduras (53).
En la parte
baja de la lista se sitúan Afganistán, Líbano, Sierra Leona, Zimbabue,
República Democrática del Congo, Botsuana y Malaui.
En relación
con los datos del año pasado, México avanzó 10 posiciones en el ranking de
felicidad, toda vez que en el 2022 nuestro país ocupaba el lugar 46.
Al respecto,
el Informe mundial de la felicidad 2023 destaca que a pesar de
varias crisis superpuestas, incluidos los dos años de emergencia sanitaria por
la Covid-19, la mayoría de las naciones en todo el mundo continúan siendo
notablemente resilientes, con promedios globales de satisfacción tan altos como
los de los años previos a la pandemia.
Para el caso
de nuestro país, los datos anteriores coinciden con las cifras más recientes de
la encuesta sobre niveles de bienestar de la población de febrero del 2023, del
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la que se destaca que
los mexicanos se sienten cada vez más felices y más satisfechos con la vida que
llevan.
El promedio de
satisfacción en general fue de 8.5 en hombres y 8.3 en mujeres, siendo los
jóvenes menores de 30 años quienes dijeron sentirse mejor en los diferentes
ámbitos de su vida personal.
Los rubros en
los que la ciudadanía reportó mayor satisfacción fueron sus relaciones
personales (8.8), la vivienda (8.7), su actividad u ocupación (8.7), logros en
la vida (8.5), estado de salud (8.5) y perspectivas a futuro (8.5).
Los aspectos
en los que hubo menor satisfacción fueron la seguridad ciudadana (5.4), la
situación del país (7.1) y su ciudad (7.5).
El catedrático
universitario planteó algunas sugerencias que permiten acercarnos a la
felicidad:
- Identificar aquellas cosas que nos hacen felices y que se
encuentran directamente relacionadas con la satisfacción, el placer y el
goce.
- Establecer objetivos y metas personales, profesionales o académicas
que, al cumplirlas, nos hagan disfrutar.
- Propiciar espacios relajados, de tranquilidad y de interacción
social placentera.
- Disfrutar la convivencia familiar, las relaciones de pareja y con
los amigos.
- Dar prioridad a las comunicaciones y encuentros presenciales y
evitar lo más posible las relaciones personales virtuales.
- Buscar una mayor interacción social con aquellos grupos de personas
con los que nos identificamos tanto social como ideológicamente.
- Asistir a eventos que alimenten nuestros sentimientos de alegría,
goce y disfrute, y al mismo tiempo refuercen nuestra pertenencia social,
como conciertos, espectáculos artísticos o encuentros deportivos.
- Hacer lo que nos apasiona y descubrir nuestra verdadera vocación.
- Disfrutar lo que tenemos y no preocuparnos por lo que nos hace
falta.
- Terminar con las relaciones tóxicas y evitar ambientes que nos
generan insatisfacción o infelicidad.
FUENTE: UNAM