Si el tamaño de una persona se mide por cómo
afronta y vence el miedo, Peter Dinklage sería un gigante.
El actor de 52 años, famoso por interpretar al
cínico Tyrion Lannister en Game of Thrones, dio, intimidado, un salto de fe.
Cyrano, película musical inspirada en la obra de
1897 de Edmond Rostand, puso al estadounidense en las botas de Cyrano de
Bergerac, el poeta y soldado que se piensa indigno de ser amado por su
condición física.
El director Joe Wright (Anna Karenina) decidió
deshacerse de la icónica gran nariz del personaje (usualmente un prostético
encima de un histrión atractivo), y bastarse con la acondroplasia de Dinklage,
que le hizo crecer sólo 1.35 metros.
«Amo este rol. Yo mismo de joven me sentí
poeta, fantaseé con ello. Aún lo hago ocasionalmente, entonces me relaciono con
la historia», señaló el actor en un encuentro con medios internacionales.
En el rodaje en Sicilia, Dinklage dio espadazos
como héroe de acción, algo que jamás imaginó, y cantó una pasión retenida por
Roxanne, a quien Cyrano decide enamorar prestando sus palabras a un hombre
mejor parecido.
«Toda oportunidad que me rete, que me saque
de mi zona de confort, me interesa. Y por supuesto que cantar y pelear con
espadas me saca de ahí. Es lo que amo de ser actor, experimentar nuevas cosas,
probarme.
«Obviamente, hay miedo y ansiedad, pero me
rodeo de maravillosos artistas que me hacen sentir cómodo. Hacen que todo
parezca fácil. Cantar, vaya que es intimidante», dijo el ganador de cuatro
premios Emmy.
Para su fortuna, no tuvo que bailar, pues Cyrano
se aleja de la pirotecnia coreográfica que se suele ver en Broadway.
Compuestas por la banda de rock The National, las
canciones, además, permiten interpretaciones más tipo «spoken word»
que melódicas para voces educadas.
«Canté, básicamente, con mi propia voz. Matt
Berninger, vocalista y compositor de The National, es de mis artistas
favoritos. Ambos somos barítonos, similares. Pero me liberé un poco de su
influencia e hice las canciones mías».
Para Dinklage, la de Cyrano es la historia del
poder de las palabras y de la honestidad como único camino hacia el amor,
temas, a su parecer, no tan importantes en la actualidad.
«Las palabras son poderosas. Lo sabes cuando
alguien te dice por primera vez que te ama, si eres lo suficientemente
afortunado. Subestimamos ese poder estos días. Deberíamos ser más cuidadosos
con ellas.
«El verdadero amor es mostrar quién eres y no
tener miedo de hacerlo. Si alguien te ama, amará cada parte de ti. Ahora (con
las redes sociales) queremos estar a la altura de las expectativas de los
demás, creamos perfiles irreales de nosotros mismos».
No son palabras vacuas las que salen de la boca de
Dinklage: él mismo vivió atormentado, enamorándose y no siendo correspondido,
una y otra vez.
Ahora está felizmente casado, y con dos hijos, con
Erica Schmidt, la guionista de Cyrano, quien supo ver en él más allá que la
mayoría.
«Disfruto trabajar con ella. Es muy buena en
lo que hace. Hay un ambiente de paz y de familiaridad en nuestra colaboración.
El trabajo, lo llevamos a casa. Ahí continuamos las conversaciones. La vida es
trabajo y el trabajo es vida. Ella y yo nos complementamos».
Entre Cyrano y Tyrio
Dinklage lo tiene claro: ningún papel, entre sus
más de 80 créditos, tiene tanto de sí como Cyrano y Tyrion.
Ante sus capacidades físicas diferentes, ellos
cultivaron el cerebro y un carisma arrollador que los saca de cualquier
aprieto, un poco como él mismo.
«En ambos hay pedazos míos. Ninguno gana.
Ambos son yo. Tyrion y Cyrano pueden soltar las mejores frases siempre. También
suelen ser los más inteligentes.
«Pero tienen diferencias. Tyrion es más
honesto con sus emociones. Cyrano se esconde detrás de otro hombre, lo que
Tyrion jamás haría. Tyrion jamás se sentiría cómodo con una espada, pero Cyrano
sí».