Expertas en
Trabajo Social, Psiquiatría y Cardiología responden preguntas sobre factores de
riesgo en el corazón
Ciudad de México,
05 de octubre. – Pacientes con diagnóstico establecido de depresión y/o
ansiedad tienen un riesgo cuatro veces mayor de presentar problemas en el
corazón o los vasos sanguíneos. Además, el estrés es claramente un detonante de
infarto agudo al miocardio o espasmo coronario; es decir, estrechamiento
temporal y súbito de una de las arterias coronarias que suministran sangre y
oxígeno a ese órgano, coincidieron en señalar especialistas.
Durante la octava
sesión del Foro de Preguntas y Respuestas 2022: Hablemos claramente, organizado
por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, de la Facultad de Medicina
(FM) de la UNAM, la jefa del Departamento de Trabajo Social y Admisión en el
Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez” y profesora de la
Escuela Nacional de Trabajo Social, Irma Leticia Canela, recordó que la
enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte a nivel mundial.
Se desarrolla
cuando hay un daño al corazón por cuestiones biológicas, que a veces son
genéticas, pero otras por los estilos de vida y factores de riesgo asociados,
debido al tipo de actividad de las personas.
Explicó que hay
urgencias reales y “sentidas”; en el último caso se trata de, por ejemplo, un
dolor en el pecho que nos hace creer que tenemos un problema cardíaco; los
diagnósticos de gabinete y laboratorio indican si efectivamente lo hay. Sin
embargo, cuando existen síntomas no diagnosticados, como en ese caso, “trabaja”
la parte mental y emocional.
De acuerdo con la
psiquiatra y profesora de la FM, Karla Vanessa García Mejorado, si bien la
enfermedad cardiovascular no se puede definir como psicosomática, varias de sus
manifestaciones pueden llegar a serlo.
En ocasiones se
presenta estrés postraumático por haber estado en terapia coronaria intensiva;
pacientes llegan a consulta psiquiátrica después de haber estado
hospitalizados, con recuerdos del cateterismo y de casi haber perdido la vida,
y requieren seguimiento. De 20 a 25 por ciento tienen depresión en el primer
mes. Además, si el enfermo manifiesta síntomas ansiosos o depresivos y no se
detectan, es probable que el apego al tratamiento farmacológico sea menor.
La especialista
cuestionó: qué pasa en la psique de un individuo que aun sabiendo que tiene
algún padecimiento prefiere “morir contento” y comiendo lo que quiere, a
modificar su dieta. Varios pacientes son ansiosos, deprimidos, con una mala red
de apoyo, que necesitan que el médico les brinde la información, con empatía.
Situaciones
estresantes
Ana Elena Ancona
Badillo, cardióloga, miembro honorario de la Sociedad Mexicana de Cardiología y
tesorera de la Asociación Nacional de Cardiólogos de México, adscrita al
Hospital General de México, describió:
En el transcurso
de la vida se acumula riesgo que en un momento detona en un evento o enfermedad
cardiovascular, como un infarto, insuficiencia cardíaca, arritmias y múltiples
patologías que llevan a la muerte.
Hay pacientes
asintomáticos que se presentan al consultorio con cifras elevadas de presión
arterial, o algunos quienes no son hipertensos, pero, por estrés, registran una
condición hiperreactora que los condiciona a tener una elevada presión; “esa hiperreactividad,
a la larga, produce enfermedad cardiovascular”.
En la sesión
dedicada al tema de Salud mental y cardiopatías -coordinada por Ingrid Vargas
Huicochea- Ancona Badillo detalló que, por ejemplo, la llamada enfermedad del
“corazón roto” es una afección a menudo causada por situaciones estresantes,
que puede conducir a insuficiencia cardíaca.
Añadió con
respecto a la pandemia de la COVID-19, que el deterioro físico y la enfermedad
cardiovascular se manifiestan más, en la medida en que una persona tiene mayor
cantidad de procesos infecciosos.
La especialista
del Hospital Médica Sur, Luz Odette Villegas Pichardo, enfatizó que factores de
riesgo como dislipidemia (o niveles elevados de colesterol o grasas en la
sangre), obesidad, sedentarismo, factores genéticos y alteraciones
endocrinológicas se suman hasta que llega un momento en que se desencadena la
enfermedad cardiovascular. Pero esta puede, a su vez, producir enfermedad
mental, como depresión y ansiedad.
En estas
afecciones hay alteración de sustancias a nivel cerebral que desencadena un
fenómeno inflamatorio; la liberación de cortisol y adrenalina repercute en la
salud cardiovascular, ya que, por ejemplo, se genera una vasoconstricción que
altera las arterias coronarias y eso puede desencadenar un infarto.
Si tenemos niveles
elevados de serotonina, hay mayor adhesión plaquetaria y más riesgo de
formación de trombos, por lo cual los pacientes pueden tener infarto al
miocardio o alguna enfermedad cardiovascular.
Por ello, deben
impulsarse medidas preventivas para que llegue el menor número de casos
posibles a alta especialidad. Los médicos generales, internistas y psiquiatras
deben atender a estos pacientes tomando en cuenta que no son sólo corazón, o no
nada más cerebro, sino que ambos aspectos pueden estar influyendo uno en el
otro, en forma bidireccional, aseguró.