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La
pobreza urbana es uno de los problemas más grandes de las urbes, dijo Manuel
Suárez Lastra
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Detalló
el tomo 12 Ciudades mexicanas y condiciones de habitabilidad en tiempos de
pandemia, de la colección universitaria “La década COVID en México. Los desafíos
de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”
Las ciudades mexicanas no
estaban preparadas para una pandemia como la ocurrida recientemente; la falta
de planeación hizo que las consecuencias de la emergencia sanitaria fueran
mayores y quienes más sufrieron ante esa situación fueron, por supuesto, los
sectores más desfavorecidos, señaló el director del Instituto de Geografía de
la UNAM, Manuel Suárez Lastra.
Esas
fueron algunas de las conclusiones del tomo 12 Ciudades mexicanas y condiciones
de habitabilidad en tiempos de pandemia, de la colección universitaria “La
década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales
y las Humanidades”, que consta de 15 volúmenes.
Hay
que tener en cuenta que la pobreza urbana es uno de los problemas más grandes
de las urbes, y que la población de bajos ingresos es la menos resiliente. Esta
conclusión se repite en los 12 capítulos de la obra y en los temas abordados,
entre ellos: salud, vivienda, turismo, población y economía, precisó.
El
doctor en geografía recordó que 80 por ciento de los habitantes del país vive
en zonas urbanas. “En este tomo quisimos determinar cómo se vieron afectados
por la pandemia los diferentes procesos urbanos”, añadió el coordinador de la
obra, junto con Alicia Ziccardi Contigiani, investigadora del Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM.
El
problema, dijo el experto en estructura urbana y transporte, es que los
sistemas urbanos no están planeados desde el inicio y cuando llega un momento
crítico, empeoran.
Debemos
estar conscientes de que en cualquier momento puede suceder una nueva
emergencia, y la única manera de enfrentarla es estar preparados, subrayó en
entrevista.
“No
sabemos de qué forma va a llegar la siguiente, ni cómo va a ser, ni cuándo,
pero debe haber aspectos básicos de planeación gubernamental para asegurar que
en un momento crítico la gente no se quede sin casa, que la economía no caiga
de tal forma que las personas se queden sin empleo, o que todos los pacientes
tengan acceso a los servicios de salud”.
Planeación
en todos los ámbitos
En
la investigación se comprobó que la accesibilidad a sistemas de salud es menor
para quienes tienen ingresos bajos, incluso el tiempo de traslado para atender
una emergencia por COVID excedía en numerosos casos el necesario para comenzar
el tratamiento. Por ello son indispensables políticas públicas que mejoren la
distribución de los servicios.
El
libro aborda la circunstancia de la vivienda en renta y comprada, así como la
de personas en situación de calle, en quienes la pandemia tuvo efecto fuerte
porque al carecer de seguridad social o acceso a algún servicio viven de los
transeúntes quienes dejaron de recorrer las calles debido al confinamiento.
Una cantidad importante de individuos pagó renta aún sin obtener una percepción
salarial, lo cual produjo gran afectación; algunos tuvieron que regresar a sus
pueblos; vivir con los padres, hermanos u otros parientes. “Obviamente,
mientras el ingreso de la familia es menor, el efecto es mayor”, abundó Suárez
Lastra.
En
el caso de los inmuebles adquiridos, el problema fue las hipotecas ya que
algunos no tenían dinero suficiente para pagar. “Mientras menor es el ingreso,
eres más vulnerable”, resaltó.
Para
el sector turismo la repercusión fue para la economía de los lugares que
dependen de esa actividad; sin turistas, no hay empleo. Y después costó
bastante trabajo que la gente comenzara a viajar otra vez, debido a la
situación económica, detalló el director.
Ante
este panorama, la principal recomendación derivada de la obra es la planeación
en todos los ámbitos. “A partir de una experiencia previa se debe establecer
qué se hizo mal, qué nos llevó al desastre y a partir de eso aprender”.
Las
pandemias no suceden todos los días; pasa tanto tiempo entre un evento y otro
que se nos olvida. Por ello, el planteamiento general debe ser qué aprendimos
de la emergencia sanitaria que duró más de dos años, y cómo lo podemos aplicar
hacia el futuro.
“Lo
más importante es empezar a corregir lo que está mal, aunque es un proceso que
va a llevar tiempo. Pero mientras las estrategias de planeación sean de corto
plazo -porque lo único que interesa es obtener el voto en las siguientes
elecciones- seguiremos poniendo ‘curitas’ para remediar una situación que ahora
es más compleja”, enfatizó.
Por
ejemplo, recordó, en la Ciudad de México el transporte y los congestionamientos
empeoraron después de la pandemia; antes teníamos un sistema de transporte que
era 80 por ciento público y 20 por ciento privado, pero se “satanizó” el
primero y se incrementó la compra de autos y motos.
En
la cuestión de vivienda hay sobreoferta de casas deshabitadas, que fueron
compradas por las personas de menos recursos, pero que no son útiles debido a
su lejanía de los centros de trabajo y, por otro lado, gente que necesita un
lugar para vivir. En la pandemia esta realidad empeoró.
Por
supuesto, se debe incrementar la oferta de servicios de salud en el país;
mejorar la estructura de créditos para vivienda, el transporte y la
infraestructura, es decir, se necesitan soluciones integrales, recalcó.
Suárez
Lastra agradeció el trabajo conjunto con Alicia Ziccardi y a los coautores del
tomo, investigadores consolidados y jóvenes de diferentes instancias, quienes
“hacen más viva y duradera la obra”.