Cd.
de México 19 junio 2022.- Después de más de 40
años de trayectoria política, Gustavo Petro culmina hoy su tercer intento para
llegar a la Presidencia de Colombia y convertirse en el primer Mandatario de
izquierda del país.
Llegó a la contienda como el favorito en las encuestas, con más del 40 por
ciento de intención de voto, pero eso no le bastó para ganar en primera vuelta,
por lo que tendrá que medirse en las urnas con el independiente Rodolfo
Hernández.
«Me llamo Gustavo Petro y quiero ser su Presidente», ha dicho el
economista cada vez que se ha presentado ante las multitudes en los últimos
meses. Repite su nombre una y otra vez, pese a ser una de las figuras más
conocidas del país.
Es el ex guerrillero que más lejos ha llegado en la política tras el desarme
del M-19. Fungió como congresista, senador, diplomático y Alcalde de Bogotá, el
segundo puesto de más relevancia en la nación.
Aunque es Oriundo de Ciénega de Oro, en el departamento caribeño de Córdoba,
creció y vivió gran parte de su vida en Zipaquirá, una ciudad ubicada a unos 50
kilómetros de Bogotá, donde fue personero y después concejal.
En casa es un hombre reservado, según asegura su hija Sofía, pero su capacidad
de oratoria es su principal fortaleza en público: ha cautivado a miles y
llenado plazas enteras durante sus discursos. Su padre, de mismo nombre,
recuerda que desde muy pequeño ha sido inteligente y hábil para entender el
mundo.
«Tiene una facilidad para leer y captar las cosas, para el análisis, es un
analítico extraordinario, y un matemático puro», le platica a una
periodista de la Revista Semana.
Como senador, fue reconocido por destapar, entre otras cosas, los vínculos de
los paramilitares y políticos con los llamados falsos positivos, los asesinatos
extrajudiciales por parte del Ejército.
Nunca llegó a tocar las armas, pero su pasado como guerrillero del M-19 es lo
que más resquemor genera para muchos en la actualidad, en un país marcado por
el conflicto armado.
La guerrilla urbana, que nació tras las polémicas elecciones del 19 de abril de
1974, y a la que se unieron varios intelectuales de la época, llegó a su vida
cuando comenzaba a liderar algunas manifestaciones anticorrupción en la
capital.
Se hacía llamar «Comandante Aureliano», en honor al personaje de
Aureliano Buendía de «Cien años de soledad» del escritor colombiano
Gabriel García Márquez, y sus funciones eran más bien orales: movilizaba a
través de la palabra. Trataba de posponer lo más que pudiera las operaciones
armadas en busca de vías de diálogo.
El intento de la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 en 1985, que
terminó avasallado por el Ejército y con casi un centenar de fallecidos,
ocurrió cuando él ya estaba en la cárcel, donde estaba siendo torturado, cuenta
en su autobiografía «Una vida, muchas vidas».
Tras salir de prisión, negoció la desmovilización de esa guerrilla, un proceso
que culminó en los 90. Después, se lanzó de lleno a la política.
«Su trayectoria es una trayectoria que hay que reconocer: se desmovilizó
del M-19 hace más de 30 años y los motivos de la creación del M-19 no todo el
mundo los entiende pero son absolutamente comprensibles en la política, y a
partir de ahí ha sido una persona que ha trabajado desde la política»,
sostuvo a REFORMA Ita María, integrante de la colectiva feminista Las Viejas
Verdes.
A partir de entonces, le llegaron las primeras amenazas de muerte, que después
se volvieron una constante. Tuvo que exiliarse en el extranjero, siendo enviado
como diplomático a Bélgica durante dos años.
Hoy, en medio de la violencia armada que sigue lastrando a Colombia, y como un
candidato que promueve un cambio de raíz en el país, se mueve a todos lados con
un fuerte dispositivo policial, lo que lo ha llevado incluso a vivir entre
ventanas blindadas, señala su esposa Verónica Alcocer, en una entrevista con El
País.
Alcocer y Petro concibieron a Sofía y Antonella. Ella tiene otro hijo, Nicolás,
mientras el político tiene tres más: el primogénito, Nicolás, con su primera
pareja Katia Burgos, y Andrés y Andrea, con su segunda pareja, y quienes están
actualmente exiliados por cuestiones de seguridad.
Los analistas señalan que Petro es una figura tan reconocida como divisiva en
el país. Hay quienes lo vitorean por su lucha contra la corrupción y hay
quienes lo repudian e incluso le temen por sus supuestos vínculos con el
chavismo y sus «intenciones de convertir a Colombia en una nueva
Venezuela», un fantasma que algunos apuntan que ha sido decisivo en sus
intentos previos de 2010 y 2018 para lanzarse por la Presidencia.
Si bien el político llegó a tener un par de encuentros con Hugo Chávez antes de
que fuera Presidente, ha tratado de desmarcarse de la política socialista
chavista diciendo que el cambio que busca para la nación es democrático y
respetando siempre la Constitución.
Una de sus victorias más grandes y que lo terminó de posicionar como una figura
de peso fue el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para
restituirlo en la Alcaldía de Bogotá, en 2013, luego de que la Procuraduría
General lo destituyera y lo vetara de la política por 15 años por supuestas
fallas en el manejo de basura en la ciudad.
Entonces, ante una abarrotada Plaza de Bolívar, dio uno de sus discursos más
emblemáticos, en el que reivindicó su lucha contra los políticos tradicionales
liderados por el ex Presidente Álvaro Uribe, que, dijo, quieren apagar el
cambio por la vía pacífica y democrática, y lanzó un llamado al entonces
Mandatario Juan Manuel Santos y al resto de negociadores con las FARC de
«no bajar la bandera de la paz».
Esa consigna la siguió manteniendo en su actual campaña, aunada a las
principales demandas del estallido social que vivió Colombia entre 2019 y 2021
en el actual Gobierno de Iván Duque: la reducción de la inseguridad, la
violencia, y la iniquidad social, a través de mayores impuestos a los más
ricos.
Otra de sus banderas es la lucha contra el cambio climático, con una propuesta
para iniciar una transición energética que paralice algunos proyectos
petroleros en el país, lo que también ha generado polémica entre algunos
sectores que han dicho que eso conducirá a una caída de la economía colombiana.
Los mercados, de hecho, temen la victoria de Petro.
Con la activista afrodescendiente y feminista Francia Márquez como fórmula
presidencial, ha logrado consolidar el apoyo de algunos sectores de mujeres. Y,
a diferencia de su rival, asistió a un debate feminista para dialogar sobre sus
propuestas en materia de género.
«Por supuesto que es un hombre también con actitudes machistas que no
podemos negar, pero es una persona que ha estado dispuesta al diálogo, que se
ha acercado y que ha abierto también espacio a las mujeres y feminismos en su
partido, y que se sienta a dialogar con nosotras», afirmó María, también
editora de audiencia de la revista Volcánicas, una de las convocantes de dicho
debate.
Petro ha recibido críticas por su respaldo a personas de su equipo que han sido
acusadas de abuso sexual y de violencia intrafamiliar.