Vaticano, 5 de enero. – Este
jueves, en la basílica de San Pedro en Roma, ocurrió un hecho inédito dentro de
la larga historia de la Iglesia católica: un Papa fue el encargado de dirigir
el funeral de otro Papa, inmediatamente tras su muerte.
Francisco, el actual líder del
catolicismo, presidió las honras fúnebres del papa emérito Benedicto XVI, quien
falleció a los 95 años el sábado pasado.
En una ceremonia “solemne, pero
sobria” como había advertido el vocero del Vaticano, Matteo Bruni, Francisco
volvió a destacar la labor de Benedicto XVI frente a la iglesia católica.
Miles de personas se hicieron
presentes en la plaza de San Pedro. La ceremonia contó con la presencia de
personalidades como la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, o la reina
emérita Sofía de España.
Benedicto XVI, quien nació en
Alemania y cuyo nombre secular era Joseph Ratzinger, fue elegido Papa en mayo
de 2005 para suceder al reconocido Juan Pablo II. Sin embargo, en febrero de
2013 renunció al cargo. Algo que no ocurría desde el siglo XV.
Se procede con varios protocolos,
entre los cuales está destruir con un martillo el anillo del pescador.
Pues esta vez, con el
fallecimiento de Benedicto XVI no se dio este protocolo, debido a que el anillo
del pescador que le había sido entregado en 2005 fue “anulado” en el momento
que se hizo efectiva su renuncia, el 28 de febrero de 2013.
Tradicionalmente este objeto era
destruido tras la muerte del Sumo Pontífice, pero en el caso del anillo de
Benedicto XVI, se procedió a marcarlo con una cruz, como lo señaló el entonces
vocero Federico Lombardi.
Sin embargo, una vez renunció, a
Benedicto XVI se le permitió llevar una sotana blanca sencilla -distinta a la
que luce Francisco- para indicar su condición de Papa emérito, que Ratzinger
vistió hasta su muerte.