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Sus procesos están
ligados a la economía de guerra, elemento central en los despliegues militares
globales, coincidieron Héctor Herrera Capetillo, Irwing Rico Becerra, Sandra
Kanety Zavaleta Hernández y Adriana Franco Silva
Las operaciones
de mantenimiento de la paz de la Organización de las Naciones Unidas, cuya
tarea es ayudar a los países en conflicto a crear las condiciones para lograrla
no son proteccionistas, sino de intervención y han servido para los intereses
de las hegemonías económicas, señalaron académicos de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM.
Durante
la mesa de análisis 75 años de las operaciones de mantenimiento de la paz de
Naciones Unidas. ¿Protección o intervencionismo?, organizada por el Centro de
Relaciones Internacionales de la entidad académica, Héctor Herrera Capetillo
indicó que estas acciones se rigen por tres principios:
Consentimiento
de las partes en conflicto, imparcialidad y el no uso de la fuerza salvo en
defensa propia o de la misión; sin embargo, no siempre han sido neutrales ni se
han respetado, pues las misiones se han implementado sin la autorización de los
involucrados.
Recordó
que a partir de 1948 se han realizado 71 operaciones y aún persisten 12, las
cuales acumulan aproximadamente 75 mil elementos, tanto de tropas como personal
civil, en particular expertos. Estos procesos se vuelven un complejo escenario
entre la hegemonía internacional que busca imponerse y la resistencia local.
El
caso de las mujeres es significativo porque son quienes más experimentan los
problemas durante y después del conflicto. Ejemplo de ello son las denuncias de
abusos sexuales cometidos por las fuerzas de paz de Naciones Unidas, conocidas
como cascos azules, “supuestos garantes de la protección; el número de
agresiones sexuales, incluso reportadas por la ONU, ha crecido”. La paz
sostenible solo es posible si se atienden las raíces del conflicto y disminuyen
las desigualdades políticas, económicas y sociales.
A su
vez, Irwing Rico Becerra puntualizó que es ingenuo pensar que las operaciones
están libres de una cuestión económica o de una serie de intereses o
necesidades estratégicas monetarias. Las acciones desarrolladas por
contingentes militares de varios países están ligadas a la economía de guerra,
elemento central en los despliegues militares globales en todo sentido, pero
también en este tipo de intervencionismo por parte de Naciones Unidas.
Al
hacer uso de la palabra, Sandra Kanety Zavaleta Hernández mencionó que la
última y más larga operación en Haití –el país más pobre de América Latina y
uno de los de menor desarrollo humano– denominada Misión de Estabilización de
las Naciones Unidas en Haití inició en junio de 2004 con el propósito de apoyar
un entorno seguro y estable, asistir al gobierno en transición, apoyar con
programas de desarme, restablecer y mantener el Estado de derecho que fue
coptado desde su independencia.
Sin
embargo, ha vivido golpes de Estado financiados por Estados Unidos y las armas
son introducidas por los países que buscan desarmarlo. Además, restaurar la
seguridad pública y ayudar a la reconciliación nacional no puede realizarse
desde las fuerzas militares multilaterales de más de 30 naciones que participan
en la operación, como tampoco contribuir a la edificación del buen gobierno y a
la promoción y protección de los derechos humanos.
En
tanto, Adriana Franco Silva subrayó que el continente Africano ha sido excluido
de los análisis internacionales, aunque ha jugado un papel central en el
desarrollo de las relaciones internacionales, en particular de las hegemonías.
En 2014, 56 por ciento de las operaciones de mantenimiento de la paz se
realizaban en África, mientras que 80 por ciento del presupuesto y del personal
estaban desplegados ahí, debido a esa idea de territorio vacío que debe
ocuparse.
Apuntó
que las economías de guerra que estas fuerzas han generado son redituables para
intereses hegemónicos quienes vigilando estos territorios se han beneficiado de
la extracción de riquezas estratégicas de la zona. Por ejemplo, China triplicó
la presencia de sus fuerzas para el mantenimiento de la paz, cuyo objetivo es
extraer algunas riquezas y asegurar ciertos intereses comerciales.
Las
operaciones no buscan generar esa paz y en muchos casos, al menos en el
continente africano, pretenden fomentar estas economías de guerra que son
sumamente redituables para los países hegemónicos, comentó.
FUENTE: UNAM