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Tras el rezo del Ángelus, el papa reitera debemos
reconocer lo que somos, más no lo que tenemos y no desperdiciar lo que tenemos.
No
desperdiciar, es lo que nos enseñan los pobres de espíritu, entre los que Jesús
llama bienaventurados, así lo explica el máximo representante de la Iglesia
católica, el Papa Francisco
Desde el Vaticano, el Papa Francisco tras el rezo del
Ángelus, nos explicando que los pobres de espíritu son aquellos que “saben que
no se bastan consigo mismos, que no son autosuficientes, y viven como
‘mendicantes de Dios’: se sienten necesitados de Él y reconocen que el bien
viene de Él, como don, como gracia”. “Quien es pobre de espíritu”, de hecho,
añade el Papa, “atesora lo que recibe”, por eso “desea que ningún don se
desperdicie”. “Los pobres de espíritu tratan de no desperdiciar nada”. Y Jesús
nos muestra la importancia de no desperdiciar, por ejemplo, cuando “después de
la multiplicación de los panes y los peces”, pide que se recoja la comida que
sobra para que nada se pierda”.
No desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros
mismos, de las personas y de las cosas. Pero lamentablemente es un principio a
menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina
la cultura del derroche y la cultura del descarte: las dos son una peste.
Quisiera proponeros tres desafíos contra la mentalidad del desperdicio y del
descarte.
Los desafíos contra el desperdicio
Y “contra la mentalidad del derroche” Francisco propone
tres desafíos: “no desperdiciar el don que nosotros somos”, “no desperdiciar
los dones que tenemos” y “no descartar a las personas”.
Cada uno de nosotros es un bien, independientemente de las
cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico no solo de talentos, sino
de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso. Jesús nos recuerda que somos
bienaventurados no por lo que tenemos, sino por lo que somos.
Se trata, dice el Papa, de cuando una persona “se deja ir
y se tira, desperdiciándose a sí misma”. Es necesario entonces luchar, con la
ayuda de Dios, “contra la tentación de considerarnos inadecuados, equivocados y
de compadecernos de nosotros mismos”.