Por
Edgar Hernández*
Mucho
habla de los seis puntos que lleva arriba Roció Nahle sobre su más cercano
contendiente Pepe Yunes para la próxima contienda por la gubernatura en 2024
sin considerar la tendencia del voto resultante del hartazgo y la corrupción.
Tampoco
de los resultados en las elecciones del 2018, así como la intermedia del 2021
donde la oposición, sin alianza, le ganó a Morena.
Tan
solo en la sumatoria, el PAN-PRI-PRD en 2018 levantó en Veracruz 2.7 millones
de votos contra 1.8 millones de Morena.
Todo
ello sin contar que eventualmente del 2021 para acá el descontento veracruzano
ha crecido ante la escalada corrupta del gobierno de Cuitláhuac García aunado
el rechazo a que una zacatecana venga a gobernarnos.
De ahí
el optimismo veracruzano.
De ahí
la propuesta del Frente Amplio por México en favor de un candidato ciudadano,
Pepe Yunes, que lleve el respaldo del PAN-PRI-PRD y eventualmente Movimiento
Ciudadano que en Veracruz juega con los tiempos no con las circunstancias.
Ni con
el crecimiento del 7% en la votación (2 millones 105 mil votos) que si bien
calcula Morena para 2024 no le alcanza para ganarle a la oposición que apuesta
a conservar y hacer crecer sus 2.7 millones de sufragios.
La
numeralia es clara y nos permite entender que, si el gobierno de Cuitláhuac no
se roba la elección, la victoria estará al lado de la ciudadanía,
particularmente al lado de los jóvenes y que la clase media será determinante
en las urnas.
Pero
regresemos al 2018.
Cuitláhuac
García ganó la gubernatura, gracias al “Efecto Peje”, con un millón 667 mil 239
sufragios mientras el PAN con Miguel Angel Yunes Márquez recaudó un millón 553
mil 938 sufragios y Pepe Yunes 528 mil 663, mientras el PRD llevó a su causa 375
mil y en el repunte comicial MC llevó a su causa 283 mil votos.
Ello
dio un total de 2 millones 740 mil 601 sufragios, más que los levantados por
Morena.
La
diferencia, insisto, estuvo en que la oposición jugó de manera aislada y no en
alianza.
Para este
2024 las condiciones opositoras, sin embargo, son diferentes ya que irán
coaligados a fin de encontrarse con el 85 por ciento del voto urbano y el 15
rural, ambos definitorios.
Y es
que uno de los retos fundamentales de la oposición es propiciar la participación
electoral de las clases medias para elevar la tasa de participación.
Ya
mismo, está comprobado, que las clases medias son mayoría y que tienen en sus
manos el poder del cambio.
El
Frente opositor buscará capitalizar el descontento ciudadano que en Veracruz
alcanzó en el último lustro proporciones insospechadas debido al mal gobierno,
la inseguridad pública garantizada y la deshonestidad del gobierno en turno.
Por
tanto, consideremos que si el de Cuitláhuac, en casi 5 años, ha sido el cuarto
peor gobernador de la República; que los veracruzanos están hartos de sus
desatinos; que es imperdonable la entrega de Veracruz a siete Cárteles, sumado
al nepotismo y fortunas inexplicables ¿Por qué la ciudadanía votaría por ese
continuismo?
¿Por
qué cuando está comprobado que dos tercios de su gobierno han estado fincados
en los abusos de poder, los subejercicios que rebasan los 12 mil millones de
pesos y cero obra pública?
¿Acaso
los veracruzanos nos volcaremos en las urnas en junio del año próximo para votar
por Morena, a sabiendas que estamos en tercer lugar nacional en feminicidios,
primero el asesinato de periodistas y en serio riesgo de que llegue una señora
procedente de Zacatecas a gobernarnos?
Los
tiempos han cambiado.
Hoy la
sociedad civil le exige y apuesta por un gobierno honesto que sea gobernado por
un veracruzano que termine con la corrupción y haga efectivos los programas
sociales que en el presente no llegan a las clases desposeídas y son como la
zanahoria frente al burro.
Continuarán,
sin duda los programas sociales y el apoyo a los viejitos, pero no a ese costo.
No
habrá más humillaciones ni se habrá de medrar con los beneficios sociales, de
carácter asistencial o de salud.
Tiempo
al tiempo.
*Premio
Nacional de Periodismo