Pedro Peñaloza
“La palabra
progreso no tiene sentido mientras haya niños infelices”.
Albert
Einstein
Una vez que se conocieron los datos de la Encuesta
Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), sin duda las cifras más ilustrativas
de la situación económica en materia de ingresos que priva en las familias
mexicanas, tenemos un rico coctel de factores diversos para su estudio.
Un elemento que enfría los posibles datos
optimistas de la encuesta, es que existen 32 millones de personas en el trabajo
informal, 55% de la PEA, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y
Empleo (ENOE). Tengamos presente que la informalidad va acompañada de bajos
salarios y ausencia de redes de protección social. Este segmento padece una profunda
precarización en todos los sentidos.
Además, es preciso subrayar que el gasto de los
hogares en cuidados de salud se incrementó 30.9%, por el desastre de la
política oficial en este rubro, con lo que tenemos elementos que presionan
notablemente a los ingresos y dejan poco margen para una mínima calidad de
vida.
Por cierto, los números de la ENOE nos indican que
las mujeres ganan 27% menos que los hombres y la proporción de mujeres que
ganan hasta un salario es de 66%, en comparación con 35% de los hombres. Lo que
refleja un problema de carácter estructural que no se resuelve con aspirinas
sociales y menos con discursos autocomplacientes.
Volviendo a la ENIGH, encontramos un dato que
refleja la disparidad de ingreso por nivel educativo: los ingresos para quienes
han cursado total o parcialmente la primaria aumentaron 34% entre 2016 y 2022,
en tanto que cayeron 1% para los grupos con preparatoria, -14% en los casos de
las personas con estudios profesionales y – 34% para aquellas con estudios de
posgrado.
Tengamos claro que el ingreso per se no
determina la calidad de vida. Las políticas sociales de este gobierno buscan
atender a la pobreza y no la desigualdad social, categorías distintas en su
impacto y medición. Más bien, la política económica actual pone énfasis en las
transferencias monetarias, sin reglas de operación y con el propósito de
construir bases electorales.
No existe un abordaje integral que impulse al menos
una política fiscal redistributiva que grave a los segmentos privilegiados y a
las ganancias insultantes de los principales bancos que operan en el país,
quienes viven una luna de miel con López Obrador. Todo va bien mientras les
garantice sus amplios márgenes de ganancia. En realidad, sus vectores son
neoliberales. ¿Menos desiguales? No, simplemente más beneficiados con migajas a
cambio de acarreo y votos al partido del gobierno.
@pedro_penaloz