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Su implementación
buscaba proteger la capa de ozono eliminando de manera gradual los productos
químicos que la agotan
CDMX, 16 de enero de 2023. – La Revolución
Industrial, acontecida a lo largo del mundo a principios del siglo XX (sobre
todo en el hemisferio norte), fue acompañada por la utilización de una serie de
sustancias –las cuales contribuyeron a mejorar procesos químicos,
agropecuarios, sanitarios, etcétera– que fueron expulsadas a la atmósfera de
nuestro planeta de manera intensiva.
Durante los años 70 del siglo pasado, los
científicos Frank Sherwood Rowland y el químico mexicano Mario Molina –egresado
de la Facultad de Química de la UNAM– realizaron una serie de estudios en los
que determinaron que si se mantenía la expulsión de grandes clorofluorocarbonos
(CFC), cerca de una tonelada al año, a la atmósfera con el tiempo terminarían
por destruir la capa de ozono. Gracias a estas investigaciones, ellos y Paul
Crutzen recibieron el Premio Nobel de Química en 1995.
Ante eso, y por medio de la Organización de las
Naciones Unidas, se promovió la primera iniciativa para paliar los efectos de
estos gases, conocida como la Convención de Viena que a la postre daría pie al
Protocolo de Montreal, el cual fue firmado inicialmente por 46 países.
Dicho acuerdo mundial, como explica el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés), surgió
en 1987 y entró en vigor en 1989. Su objetivo principal era eliminar
“gradualmente los productos químicos que lo agotan. Este plan de eliminación
incluye tanto la producción como el consumo de sustancias que agotan la capa de
ozono”.
Las investigaciones sobre este tema le dieron el
Premio Nobel al destacado universitario de la Facultad de Química. Foto:
Archivo Gaceta UNAM.
Además, las naciones firmantes acordaron reunirse
una vez al año para tomar decisiones que aseguren la implementación exitosa de
este acuerdo. “Esto incluye ajustar o enmendar el Protocolo, lo que se ha hecho
seis veces desde su creación. La enmienda más reciente, la de Kigali, pedía la
reducción gradual de los hidrofluorocarbonos (HFC) en 2016. Estos HFC se
utilizaron como reemplazo de un lote de sustancias que agotan la capa de ozono
eliminadas por el Protocolo de Montreal original. Aunque no acaban con la capa
de ozono, se sabe que son poderosos gases de efecto invernadero y, por lo
tanto, contribuyen al cambio climático”, añadió la UNEP.
México ratificó y firmó el acuerdo en 1988, desde
1990 se han desarrollado más de 120 proyectos de inversión para eliminar el
consumo de las sustancias agotadoras del ozono estratosférico y se ha reducido
99 por ciento el consumo de este tipo de gases, de acuerdo con el Gobierno
Federal. En la reunión más reciente de las partes, durante la reunión anual de
la Sociedad Meteorológica Americana, se anunció que gracias a la implementación
del Protocolo de Montreal la capa de ozono está en camino de recuperarse dentro
de cuatro décadas.
“Si se
mantienen las políticas actuales, se espera que la capa de ozono se recupere a
los valores de 1980 (antes de la aparición del agujero de ozono): para 2040, en
casi todo el mundo; en 2045, en el Ártico, y alrededor de 2066 en la Antártida.
Las variaciones en el tamaño del agujero de ozono antártico, en particular
entre 2019 y 2021, se debieron en gran medida a las condiciones meteorológicas”,
apuntó la UNEP.
Fuente: UNAM