El padre, de Florian Zeller,
iniciará temporada el 17 de noviembre en el Teatro Fernando Soler del Centro
Teatral Manolo Fábregas. El elenco, encabezado por el maestro Luis de Tavira y
Fernanda Castillo, está integrado por Pedro de Tavira, Emma Dib, Ana Sofía
Gatica y Alfredo Gatica, bajo la dirección de Angélica Rogel.
La obra llega bajo la
producción de Guillermo Wiechers, Alejandro Gou y Óscar Uriel. Los productores,
acompañados de su elenco y la directora del montaje, se reunieron con los
medios de comunicación para hablar de este proyecto.
El padre narra la historia de
un padre y su hija. El padre se niega a aceptar que está perdiendo algunas
facultades como la memoria, mientras que su hija, debe tomar decisiones
respecto a su propia vida ante el escenario que está viviendo.
Sobre la obra, destacó Luis de
Tavira, nos habla de la zozobra de quienes viven esta situación, que es un
síntoma conocido. En este sentido, el reconocido actor y director profundiza en
el tema de la memoria, “no hay memoria solitaria, la memoria es la memoria del
otro”, señala. Si bien, agrega, este “síntoma” lo está estudiando profundamente
la neurología y la geriatría, “al teatro le importa amar la condición humana de
ese que está en ese momento”.
Fernanda Castillo se dijo
emocionada y conmovida de poder hacer una obra que habla de seres humanos. El
padre, reflexionó, habla “de lo que nos moviliza a los seres humanos, de lo que
nos conecta con nuestros padres, con nuestros hijos”.
La actriz se dijo honrada de
compartir el escenario con Luis de Tavira. “Esto es un homenaje al trabajo de
muchos años del maestro, de haber dirigido y haber formado a los mejores
actores de este país. Quisiéramos todos como equipo que la gente que venga,
venga a hacer ese homenaje a un hombre que ha hecho el teatro en este país”.
Angélica Rogel, directora del
montaje, subrayó que cuando le ofrecieron el proyecto no tenía idea de lo que
iba a pasar en su proceso, ni que fuera a ser Luis de Tavira el padre.
Sobre el texto, explicó, que
al trabajarlo ha descubierto que cada texto “es como una persona que se
despliega ante ti y que empieza a mostrarte quién es”. Esta persona que estamos
conociendo, agregó, “da mucho miedo, también genera mucha piedad, mucho amor”.
En este sentido, reflexionó que nunca había dimensionado antes el concepto de
“perderlo todo”, que es con lo que juega esta obra: “Perderlo todo me parece lo
más terrorífico. Perder los recuerdos, perder quién eres y olvidar a las
personas que quieres. Te genera una empatía y también un terror que nunca había
tenido al conocer un personaje así, llamando personaje a esta obra”.
Emma Dib destacó que se trata
de un texto “fantástico, muy complejo, muy complicado, es un enorme desafío
para todo el mundo”. Agregó: “Es muy entrañable también, comentaba yo en algún
momento que no todos tenemos hijos, pero todos tenemos padre y representa el
origen”.
En su oportunidad, Alfredo
Gatica narró que en lo personal actuar al lado de su prima Ana Sofía es “un
apapacho y una bendición”. Esto, porque con ello se cierra un ciclo que poder
haber compartido su proceso y su partida, “eso se cierra abordando esta
ficción”, dijo.
Ana Sofía Gatica, por su
parte, señaló que a través de su personaje ha sido un reto el “re significar el
sentido del cuidado hacia una persona mayor”, entender el trabajo y la
importancia que conlleva. Habló sobre el proceso con su abuelo y vivirlo en el
trabajo cambia su perspectiva y la llena de admiración por las mujeres que se
dedican a este cuidado, pues generalmente son mujeres quienes terminan
realizando este cuidado. Agregó, además, que está muy afortunada de haber sido
contemplada para esta obra y “sobre todo de seguir haciendo teatro, porque
quiero hacer teatro toda mi vida y a veces es difícil”.
Óscar Uriel, destacó –citando
a Laurence Olivier – que “a través del arte del teatro se puede indagar sin
ocultamientos, pero tampoco sin ser sumamente directos, esto en los secretos y
el reconocimiento del corazón humano”. Por ello, agregó como productores
quieren contar una historia muy poderosa como El padre.
Por su parte, Alejandro Gou
confesó el proyecto es muy importante y muy especial para él, pues hace muchos
años tuvo la oportunidad de tomar clases con el maestro de Tavira en el Núcleo
de Estudios Teatrales.
Sobre la obra, destacó el
productor, “es el teatro que me gusta, […] y para mí es un sueño hecho realidad
tener esta obra de teatro junto con Guillermo Wiechers y con Óscar Uriel, que
son los capitanes de esta gran obra, y con esta gran directora”. Gou abundó que
unir el teatro comercial con este tipo de teatro es una maravilla, “es un
eslabón gigante, en general el teatro es teatro en todas sus manera de
expresión”.
En su oportunidad, Guillermo
Wiechers, quien además es el traductor del texto, dijo que es un honor y
también una presión que Luis de Tavira haya aceptado la invitación a participar
en el proyecto. “De ese tamaño es el paquete que descansa sobre nuestras
espaldas y de ese tamaño es la confianza que hemos depositado en el elenco que
tenía que acompañar a la vaca sagrada del teatro en este país, el maestro Luis
de Tavira. De ese tamaño es la confianza que tenemos sobre la visión de la
maestra Angélica Rogel”, dijo.
El eqipo creativo de El padre
está integrado por Jorge Ballina en el diseño de escenografía, Ingrid SAC en el
diseño de iluminación y Natalia Seligson en diseño de vestuario.
Parece que la sociedad está
perdiendo la memoria
Entrevistamos por separado al
maestro De Tavira, quien al reflexionar sobre el tema de esta obra, que en la
existencia estamos retados a ser uno mismo, a construirse uno mismo. Esto,
dijo, con el paso del tiempo uno descubre que solamente podemos llegar a ello
si uno descubre un “tú, porque solo un tú nos descubre y nos revela quiénes
somos”.
El ex director de la Compañía
Nacional de Teatro explica: “Es una obra que nos sacude en esa tarea que
resulta fundamental en la crisis civilizatoria en la que estamos inmersos todos
y que nos atañe a todos. Esta escalada tan terrible de deshumanización en la
que el mundo se ha convertido, y que nos ha llevado a la falta de solidaridad,
a la falta de comprensión entre todos, a un individualismo absolutamente
enceguecido en donde el otro no existe”.
Esta obra, reflexiona el
actor, es una invitación a una experiencia “de la que aspiramos salir menos
inhumanos, y si fuera posible, un poco más humanos”.
Sobre este tema, el director
hace una analogía sobre su personaje con el mundo y con la sociedad. “Parece
que la sociedad está perdiendo la memoria, la memoria de su historia, la memoria
de lo experimentado. ¿Cómo es posible que tan pronto se nos haya olvidado el
horror de las guerras? ¿Que no tengamos memoria de lo que está pasando
alrededor de nosotros? Es una tragedia”, advierte.
El público, señala, va a
encontrar en El padre una aventura que lo invita a contactar y experimentar lo
que sucede con un hombre cuya mente se está desvaneciendo. “Una persona común y
corriente, muy parecida a cada uno de nosotros”, señala.
Lo que le pasa al
protagonista, considera, es algo que nos pasa a todos, “es algo que nos reta a
todos, y que nos hace preguntarnos por nosotros mismos”. En este sentido, nos
dice, el espectador que se permita experimentar la obra va a descubrir que en
realidad se trata de él mismo.
¿En verdad podemos construir
algo dejando atrás a los que nos han construido?
Por su parte, Fernanda
Castillo nos dice en entrevista que está emocionada y conmovida por ser parte
de este elenco y de esta obra. La cual, explica, “invita a transformar la
visión, no solo de esta enfermedad, sino de la empatía en este país”.
Su personaje, dice, se trata
de un personaje que vive un conflicto. “El gran conflicto que tiene es si puede
haber un futuro para ella, quitándose la culpa de dejarlo a él, de separarse de
él, y son las dos cosas con las que va a estar peleando toda la obra”. Plantea
preguntas como si en verdad podemos construir algo dejando atrás a los que nos
han construido, explica.
En este sentido, agrega: “Es
un personaje en conflicto toda la obra, desde que empieza, que va tomando decisiones
como mejor puede y que invita a la empatía, no solamente con los otros, sino
con nosotros mismos también”.