El retroceso del derecho al aborto fue recibido por muchas
mujeres estadounidenses con una sensación de conmoción y miedo, y con
advertencias sobre un fuerte declive en el estatus de sus derechos como
ciudadanas.
Pero para otras, la
decisión significó un triunfo de los derechos humanos, y no un impedimento para
los derechos de las mujeres.
«Simplemente rechazo la idea de que, como mujer, necesito abortar para
tener éxito o ser tan próspera como un hombre en mi carrera», dijo Phoebe
Purvey, una texana de 26 años.
«No creo que necesite sacrificar una vida para hacer eso».
La decisión de la Suprema Corte que anuló el fallo Roe vs. Wade, el cual
permitía la interrupción legal del embarazo, fue una victoria política y
también una batalla cultural, librada por activistas de todo el país,
incluyendo mujeres jóvenes.
Algunas son cristianas conservadoras. Otras son seculares y ven sus esfuerzos
contra el aborto como parte de una búsqueda progresiva de los derechos humanos.
Muchas creen que la interrupción del embarazo debería prohibirse en la
concepción, que incluso el procedimiento más temprano es un asesinato.
Pero adoptan la opinión general antiaborto de que las mujeres son víctimas de
la «industria» del aborto y no deben ser enjuiciadas, lo que las pone
en desacuerdo con el ala «abolicionista» en ascenso que pide que sean
las mujeres legalmente responsables de sus interrupciones de embarazo.
Estas mujeres jóvenes rechazan la noción de que el acceso al aborto es
necesario para su propio éxito, o el de cualquier mujer.
Según una encuesta de Pew, las mujeres de 18 a 29 años son significativamente
más propensas que las mujeres mayores a decir que el aborto debería ser legal
en general y que es moralmente aceptable. Solo el 21 por ciento de las jóvenes
dicen que el aborto debería ser ampliamente ilegal.
Para la mayoría de las mujeres estadounidenses proaborto, el entusiasmo de
otras mujeres por despojarse de sus propios derechos constitucionales puede ser
desconcertante y enfurecedor, una profunda traición.
Pero las mujeres jóvenes que se oponen al aborto se ven a sí mismas como
activistas de derechos humanos.
«Siempre ha sido un movimiento de jóvenes», señaló Kristan Hawkins,
quien se convirtió en presidenta de Students for Life of America en 2006,
cuando tenía 21 años.
Recordó una frase que escuchó de la activista conservadora Alveda King, sobrina
de Martin Luther King. Jr.: «Cuando los jóvenes se unen a tu movimiento,
sabes que la victoria está en camino».
Hawkins mencionó que el movimiento antiaborto contemporáneo ofrece una visión
más empoderadora para las mujeres jóvenes que el feminismo del derecho a esa
práctica.
«Si el feminismo les dice a las mujeres jóvenes que deben poder
interrumpir sus embarazos para lograr sus metas educativas y profesionales, el
movimiento contra el aborto les dice que pueden tenerlo todo», aseveró.
Lauren Marlowe, de 22 años, es coordinadora de redes sociales de Students for
Life of America, y lanzó una pequeña línea de «ropa provida de moda»
cuando era estudiante en Liberty University.
En Tennessee, Kailey Cornett, de 28 años, apuntó que anticipó que su trabajo
como directora en un centro de «afirmación de la vida», que brinda
servicios y apoyo a mujeres embarazadas, aumentaría en un panorama posterior a
Roe.
Las mujeres jóvenes cuyo activismo no está relacionado con creencias religiosas
son relativamente nuevas en el movimiento, donde forman un nicho pequeño.
Kristin Turner inició esta etapa en un grupo climático juvenil en su ciudad
natal, Redding, California. Su biografía de Instagram incluye sus pronombres
(ella/ellos) y su apoyo a Black Lives Matter. Se describe a sí misma como
feminista, atea y de izquierda.
A los 20 años, también es directora de comunicaciones de Progressive
Anti-Abortion Uprising, cuyos objetivos incluyen educar al público sobre
«la influencia explotadora del Complejo Industrial del Aborto a través de
una lente anticapitalista».
El movimiento, fundado el año pasado, promueve la «acción directa»
con las personas, incluidos los «rescates de rosas rosadas», en los
que los activistas ingresan a las clínicas de aborto para distribuir rosas
adjuntas a la información contra el aborto para convencerlas de no interrumpir
su embarazo.
Señaló que ha sido arrestada tres veces en entornos activistas, incluidas dos
veces realizando «rescates».
«Creo que cualquier privilegio que tenga, necesito usarlo y
aprovecharlo», dijo.