·
Día Mundial contra el Trabajo
Infantil
·
Cerca de la mitad de ellos, unos
79 millones, realiza actividades peligrosas que ponen en riesgo su integridad
física: Elisa Ortega, de Jurídicas
La pandemia
por la Covid-19, las crisis económicas y los diversos conflictos en el mundo
han generado que más familias caigan en la pobreza y que millones de niños se
integren al trabajo infantil. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas
para la Infancia (UNICEF) se estima que en la actualidad hay unos 160 millones
de niños trabajando, es decir, casi 1 de cada 10 niños en el mundo.
“Cerca de la
mitad de ellos, unos 79 millones, realiza trabajos peligrosos que ponen en
riesgo su integridad física”, afirma la coordinadora de la Línea de
Investigación Institucional Promoción y Protección de Derechos de la Infancia
del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Elisa Ortega Velázquez.
Con motivo del
Día Mundial contra el Trabajo Infantil –que se conmemora hoy 12 de junio–
explica que aquél se refiere a toda actividad laboral que priva a los niños,
las niñas y los adolescentes de su infancia, de vivir conforme a su etapa de
desarrollo, y que es perjudicial para que crezcan tanto física como
psicológicamente.
“Hablamos de
trabajos peligrosos y perjudiciales física, mental o moralmente y que
interfieren con sus actividades escolares, ya que les priva de la posibilidad
de asistir a la escuela, les obliga a abandonarla de forma prematura o les
exige combinar el estudio con un trabajo pesado, que les consume mucho tiempo”,
detalla.
La experta
advierte que el aumento de la tasa de trabajo infantil en el mundo en los
últimos años también se relaciona con la pandemia por la Covid-19, la cual
dificultó que muchos niños siguieran estudiando, pues requerían contar con
electricidad, internet y dispositivos móviles. “Después de terminada la
pandemia, muchos de los niños que dejaron la escuela ya no pudieron
reintegrarse a ésta”, alerta.
Las cifras
sobre trabajo infantil, agrega, varían según la región del mundo: África ocupa
el primer lugar, pues se calcula que una quinta parte de los infantes –72
millones– están en esa situación; Asia y el Pacífico ocupan el segundo sitio,
con 62 millones de niños en esa condición, mientras que en las Américas se
estima que hay 11 millones.
Para Europa y
Asia Central, la UNICEF calcula 6 millones de infantes en situación de trabajo
infantil; en el caso de los Estados árabes, se estima 1 millón de niños.
En América
Latina, México se ubica como el segundo país con el mayor nivel de trabajo
infantil, sólo superado por Brasil. Se calcula que en nuestra nación hay 3.3
millones de niños, niñas y adolescentes laborando, buena parte de ellos en el
sector agropecuario, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil del
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, asevera la doctora en Derecho.
Un lastre y
origen de violaciones de derechos humanos
La
universitaria explica que el trabajo infantil abarca todas las actividades
económicas que realizan niños y niñas menores de 12 años, las actividades
ligeras permitidas para aquéllos entre 12 y 14 años y las peores formas de
trabajo infantil.
Estas últimas
son “un lastre y el origen de violaciones gravísimas de derechos humanos para
niños, niñas y adolescentes porque atentan contra su dignidad, integridad y
bienestar físico, emocional y psicológico”.
Las peores
formas de trabajo infantil se encuentran detalladas en el Convenio 182 de la
Organización Internacional del Trabajo y hacen referencia a diversas maneras de
explotar a niños, niñas y jóvenes por parte de adultos.
“Allí están
todas las formas de esclavitud o prácticas análogas, por ejemplo, cuando se
vende o engancha a niños, niñas y adolescentes con el fin de obtener un
beneficio económico. Tenemos la trata laboral, que incluye el trabajo
doméstico, el empleo en fábricas, maquiladoras, espacios agrícolas, la
construcción y minas que se da en otras latitudes como África”, agrega la
investigadora.
También se
encuentra la mendicidad ajena, que se da cuando niños, niñas y jóvenes piden
dinero en las calles y normalmente hay personas adultas que se benefician de
ello; la servidumbre, que consiste en ocuparlos para labores de limpieza en
restaurantes, negocios y para labores domésticas, a cambio de condiciones
mínimas de alojamiento y alimentación.
Igualmente,
está el matrimonio forzado o servil, a través del cual se entrega niñas a
adultos, a fin de disminuir deudas de los padres o para obtener dinero.
Asimismo, se encuentra el reclutamiento de niños o su oferta para fines de
explotación sexual comercial, en la prostitución o la producción de
pornografía.
Además, está
el uso de infantes en actividades del crimen organizado, que puede incluir
acciones propias del narcotráfico y el tráfico de órganos.
Ortega
Velázquez lamenta que en México esté normalizada la mendicidad ajena, y señala
como un “foco rojo” el matrimonio infantil, especialmente en comunidades
indígenas y pueblos originarios, donde todavía se acepta por razones de usos y
costumbres.
“Es importante
acotar que sí hay que ser respetuosos de los usos y las costumbres de los
pueblos originarios, siempre y cuando no se vulneren los derechos humanos de
las personas, especialmente de niños y niñas”, subraya.
La realidad,
diferente a lo que se dice en el papel
La integrante
del Sistema Nacional de Investigadores advierte que la política nacional en
materia de niñez –que abarca el combate de este tipo de prácticas– es atendida
por el Sistema Nacional para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes y
demás instancias gubernamentales que participan en la elaboración de las
acciones públicas en materia de niñez en México. Sin embargo, advierte la investigadora
que: “En nuestro país hay una dislocación del discurso de derechos humanos de
la niñez, la cual es eminentemente práctica o de política pública, ya que
normativamente se cuenta con una ley aceptable en la materia (Ley General de
los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes) que se encuentra armonizada con la
Convención sobre los Derechos del Niño.
“Entonces, si
bien en el ‘papel’ todos los actores sociales están dispuestos a apoyar el
respeto de los derechos de la niñez, en la realidad es muy diferente y no
existen las partidas presupuestales que hagan realidad lo dispuesto a nivel
normativo. Hay diversas hipótesis sobre por qué pasa esto y una es porque los
niños no votan”, asevera la experta.
Este año el
tema en el que se centra esta efeméride es “Justicia social para todos.
¡Acabemos con el trabajo infantil!”, por lo cual la investigadora llama a
visibilizar el problema y a la acción del Estado para atender los temas de
niños, niñas y adolescentes en congruencia con todos los tratados que México ha
ratificado en materia de derechos humanos, principalmente la Convención sobre
los Derechos del Niño.
FUENTE:
UNAM