La soprano Esperanza González de Manero cantó en 1935 el rol
protagónico de Tosca, la primera ópera en presentarse en el Palacio
de Bellas Artes, y como productora organizó varias temporadas con su propia
compañía.
Se encargó de organizar, por ejemplo, una legendaria temporada con cuatro
títulos para presentarse en 1936 en la Sala Principal del recinto: Tannhäuser,
de Richard Wagner, y Madama Butterfly, Tosca y La
bohème, de Giacomo Puccini.
«Montará las cuatro obras que harán la temporada, con el
concepto moderno de la escenografía y del vestuario», se desprende del
programa de lujo de Tannhäuser, recuperado por la investigadora
mexicana Enid Negrete por menos de 20 euros en un mercado de pulgas de
Barcelona.
En el documento, se anuncian las presentaciones como «el mayor esfuerzo
realizado por jóvenes artistas mexicanos», con Bellas Artes recién
inaugurado, en 1934.
«Por primera vez en nuestra historia teatral se ofrecerá una temporada
lírica en la que el factor comercial no existirá, estando, por lo mismo, al
margen de toda eventualidad financiera que pudiera comprometer el éxito
artístico perseguido».
Y es que la temporada habría de contar con el mecenazgo de la Secretaría de
Educación Pública.
De aquella temporada de 1936, Carlos Díaz Dupond escribió en La ópera
en México: «Se rumoró que la señora Manero gozaba de una influencia
poderosa en el gobierno, lo cierto es que anunció una corta temporada de ópera
que se iniciaría el 23 de enero con Tannhäuser con nueva
producción y vestuario, Tosca con la flamante producción que
se había estrenado el año anterior, y Madama Butterfly con
escenografía del famoso pintor Roberto Montenegro».
En entrevista telefónica desde Barcelona, donde radica, Negrete ubica a
González de Manero en la tradición de las divas que eran además sus propias
productoras, como la célebre Ángela Peralta.
Pero, a diferencia de ésta, no habría logrado mayor fortuna.
En su testimonio, Díaz Dupond se refirió también al «alarde del lujo en la
escenografía y vestuario» del título wagneriano en el que González de
Manero cantó el rol de Elizabetta, así como al gran éxito que tuvo «el
decorado de Montenegro» en Butterfly, y que, a pesar de
las buenas críticas obtenidas con el título pucciniano, agotando las localidades,
«la compañía naufragó».
Negrete destaca algo poco común para la época y aún más para México: el hecho
de que el programa incluyera también los diseños de escenografía de Rodolfo
Galván y Manuel Lamont y de vestuario de Fidel Marín, además de un texto sobre
la producción de Tannhäuser.
«Para mí lo más impresionante es que desde 1936 ya se está considerando a
la ópera como un hecho escénico, no como un hecho meramente musical»,
zanja la investigadora.
El documento también deja ver que uno de los problemas para contar con
temporadas estables de ópera en el País era la falta de un coro profesional y
de una nueva puesta en escena.
Al respecto, Negrete explica que en el siglo 19 y a principios del siglo 20
solía utilizarse la misma escenografía para Don Giovanni que
para El barbero de Sevilla; no había una propuesta específica
para un montaje, y era tan sólo el marco donde sucedían las óperas. El gran
cambio, ya con un concepto escénico, ocurriría años después, con La
traviata de Luchino Visconti de 1955 en La Scala de Milán.
«De nada valía escuchar voces de maravilla de los divos y divas de
universal renombre, si la parte coral y suntuaria adolecía de manifiestas y
crónicas deficiencias», según se lee en el programa de lujo de aquella
puesta, anomalías que la compañía se proponía enmendar.
El investigador José Octavio Sosa refiere otra temporada de la compañía de
González de Manero, en 1941, cuando presentó en Bellas Artes La bohème y Madama
Butterfly, de Puccini; Lucia di Lammermoor, de Gaetano Donizetti,
y Aida, Il trovatore y Rigoletto, de
Giuseppe Verdi.
Sobre la soprano, hoy tan sólo en la memoria de los conocedores, existe un
retrato documental en YouTube llamado Esperanza, donde se da cuenta
de su trayectoria a partir del testimonio de su nuera.
¿QUIÉN ERA?
Esperanza González de Manero, nacida en 1909, fue becada por el Presidente
Lázaro Cárdenas para perfeccionar su canto en Italia, y habría perdido la voz
por una neumonía. Falleció en Cancún en 2003, a los 93 años.
Su legado, así como el de otras mujeres dedicadas a la producción operística en
México, será recordado en el tercer módulo del Seminario Permanente de Ópera
Mexicana, a llevarse a cabo en línea del 11 al 16 de julio.
El programa también contempla, entre otros temas, el desarrollo de la ópera en
Yucatán y Veracruz, así como el rescate de la ópera de cámara Anette,
de Sofía Cansino de Cuevas, además de que serán analizadas Aura,
de Mario Lavista, y Florencia en el Amazonas, de Daniel Catán.
Los cantantes asistentes podrán participar en el taller de interpretación vocal
y actoral «Ópera y escena», igual que en recitales presenciales y
grabaciones profesionales.
Para informes e inscripciones:
https://opera-mexicana.webnode.es/seminario-permanente-de-opera-mexicana-2022.
EMERGE ARCHIVO DE TOMÀS I ROSICH
Amigo de Federico García Lorca, el periodista cultural Joan Tomàs i Rosich
(1892-1968) se exilió en París al estallar la Guerra Civil, y en 1942 se
trasladó a México, donde escribió sobre circo, teatro, cine, jazz, danza,
opereta y baile español, entre otras expresiones.
De acuerdo con la investigadora Enid Negrete, quien ha comenzado a explorar su
archivo depositado en el Institut del Teatre de Barcelona, los papeles de Tomàs
i Rosich constituyen una fuente valiosa de información de la actividad cultural
en México de 1942 a 1968.
Era exigente, documentado, metódico y riguroso en su oficio, según lo describe
la institución que resguarda sus papeles.
«Sus críticas eran precisas y directas, con las alabanzas justas y sin
tapujos ni circunloquios, pero si hacía un comentario desfavorable nunca era
dogmático ni sobrepasaba los límites del respeto».
En las primeras cinco cajas abiertas por Negrete, de un total de 402 del
archivo, ha encontrado más de 600 documentos sobre México. Contiene recortes
periodísticos, programas de mano, fotografías y documentos administrativos del
INBA.
Escribió, por ejemplo, sobre el estreno en el País del oratorio en catalán
de El pesebre, de Pau Casals, con la soprano Irma González.
La expectativa de Negrete es poder subir esta información a un portal y busca
patrocinios para trabajar el archivo con investigadores mexicanos en Barcelona.