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“A pesar de
las dificultades que conlleva vivir en una urbe como Ciudad de México, es de
vital importancia mejorar nuestra conexión social, nuestros vínculos”: Benjamín
Guerrero López
Roberto Gutiérrez Alcalá
La soledad,
como fenómeno social, afecta tanto a las mujeres como a los hombres, pero desde
hace algún tiempo ha cobrado más fuerza entre éstos últimos debido a que, por
lo general, las relaciones que establecen no son emocionales, sino más bien
funcionales y no tan sólidas y duraderas como las de aquéllas.
“En nuestras
relaciones, los hombres nos mantenemos a distancia porque, según los
constructos sociales, debemos irradiar una imagen de fortaleza. Así, nuestros
vínculos son poco estrechos y muy superficiales. Esto, sumado a las peculiares
condiciones sociales y tecnológicas de nuestra época, nos han vuelto más
vulnerables a la soledad”, comenta Benjamín Guerrero López, jefe del
Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la
UNAM.
Problemas
mentales y físicos
Se ha visto
que un aislamiento social prolongado puede hacer que una persona, sin importar
su sexo, padezca no sólo problemas mentales, sino también físicos.
“En efecto, la
soledad ya es un factor de riesgo para sufrir, además de depresión, ansiedad y
pensamientos suicidas, un evento vascular cerebral o un infarto al miocardio.
Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya tomó cartas en el asunto
y, mediante la Comisión sobre Conexión Social, analizará cuál es el papel que
desempeña en la salud de los humanos y propondrá algunas medidas para revertir
sus efectos negativos”, apunta Guerrero López.
En todo caso,
ya se sabe que, en un mundo tan interconectado por las redes sociales, pero tan
aislado en la realidad, el establecimiento de relaciones fuertes y
satisfactorias es indispensable para combatir la soledad.
“Un estudio
sobre la felicidad realizado por diversos grupos de investigadores de la
Universidad de Harvard a lo largo de 80 años llegó a la conclusión de que las
personas que vivieron con un mayor nivel de felicidad tenían mejores relaciones
interpersonales; es decir, éstas se encuentran íntimamente ligadas a nuestro
nivel de bienestar y, por consiguiente, de salud. Ahora bien, ¿qué tipo de
relaciones? Si entro en una red social como Facebook o Instagram, sé de los
otros, pero no establezco vínculos con los otros, porque el discurso de las
redes sociales se basa en buena medida en informarles a los demás cuál es mi
lado positivo, cuáles son mis cualidades, pero no me conecto, no me relaciono
con ellos. Compartimos información, pero no una comunicación profunda. Subo
fotos de un viaje a Cancún o a Europa y les informo que me la estoy pasando a
todo dar para que me regalen un like, pero no intercambiamos nada
acerca de nuestros sentimientos y emociones, lo cual nos expone, especialmente
a los hombres, a vivir con menos relaciones satisfactorias.”
En opinión de
Guerrero López es necesario retomar, en todos los niveles escolares, la enseñanza
de la convivencia desde una perspectiva ética y empática, pues muchas de
nuestras formas sociales actuales representan factores de riesgo.
“Hoy en día,
infinidad de hombres y mujeres gastan demasiadas horas en llegar a su trabajo y
regresar a casa y disponen de pocas horas para realizar alguna actividad
personal. ¿Cómo pueden compensar este desequilibrio? Estableciendo mejores
relaciones, por ejemplo, en el trabajo, que es donde pasan la mayor parte del
día. A pesar de las dificultades que conlleva vivir en una urbe como Ciudad de
México, es de vital importancia mejorar nuestra conexión social, nuestros
vínculos”, sostiene.
Adultos
mayores
Los adultos
mayores conforman una población particularmente vulnerable a la soledad. Muchos
de ellos viven solos o en pareja, alejados de sus hijos y nietos, que casi no
los visitan, o en una zona peligrosa que los obliga a estar encerrados en su
casa.
“Conozco a
algunos que no salen a la calle porque su hogar se localiza cerca de una
avenida y no pueden caminar o atravesar un puente, lo cual incrementa su
vulnerabilidad a la soledad y, por consiguiente, el riesgo de padecer una
enfermedad mental o física, como las que ya mencioné. Nuestra obligación como
sociedad es atenderlos. Una forma de hacerlo es crear más grupos de la tercera
edad, para que se acerquen entre sí. Una persona que asiste a uno de ellos me
dijo: ‘Mi grupo me cambió la vida porque, como se instaló un karaoke, cada
jueves en la tarde canto con mis amigos canciones de nuestra época y todos nos
sentimos felices. El jueves es el día de la semana que más espero.’ Otra me
dijo: ‘A mí siempre me ha gustado viajar y ahora viajo con mi grupo. Es
fabuloso.’ Pero también hay quienes no pueden asistir a uno de esos grupos
porque su movilidad está limitada y nadie puede llevarlos o porque su economía
no se los permite. ¿Cómo podemos ayudarlos? El Zoom y las videollamadas pueden
ser una opción para contactarlos. En todo caso, tenemos mucho trabajo por
delante”, concluye Guerrero López.
FUENTE: UNAM