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El acervo
del Munal resguarda obras como: Calavera zapatista; El gran panteón amoroso;
Las calaveras pulqueras, entre otras
CDMX, 20 de enero de 2023. – La
Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas
Artes y Literatura (Inbal), a través del Museo Nacional de Arte (Munal),
recuerdan a José Guadalupe Posada, grabador, ilustrador y caricaturista,
referente visual del imaginario mexicano, a 110 años de su fallecimiento.
El acervo del Munal resguarda obras
como: Calavera zapatista; El gran panteón amoroso; Las calaveras pulqueras;
Remate de calaveras alegres y sandungueras; El sensacionalísimo jurado de Jesús
Negrete; Jesús Negrete, el tigre de Santa Julia, fusilado en la cárcel de
Belem.
Además, en las colecciones del Museo
existen obras que refieren al artista, como: Busto de José Guadalupe Posada, de
Germán Cueto; y Homenaje a José Guadalupe Posada, linóleo de Leopoldo Méndez.
Dentro de la gran variedad de sus
calaveras podemos encontrar: Calavera patinando, Diálogo de calaveras, gatas y
garbanceras, Calavera del Quijote, Calaveras de artistas y artesanos y la
Calavera Catrina, entre otras. Esta última destacó por ser considerada una obra
maestra, ícono identitario de la cultura mexicana.
En el marco del 110 aniversario de su deceso,
se rememora a José Guadalupe Posada, artista célebre por sus litografías de la
muerte y su perspicaz forma de abordarla; fue aprendiz de uno de los impresores
más prestigiados de la época, Trinidad Pedroza; posteriormente ilustró las
caricaturas: El jicote, Periódico hablador pero no embustero; y Redactado por
un enjambre de avispas; a partir de ese momento y hasta el final de su obra, la
muerte fue recurrente en su producción.
Originario de Aguascalientes, el
reconocido grabador fue influenciado por grandes litógrafos y caricaturistas,
como Constantino Escalante, José María Villasana y Santiago Hernández; sin
embargo, desarrolló un estilo único e irreverente, en el cual plasmó, además de
las famosas calaveras, la época turbulenta de la Revolución Mexicana. Capturó
la vida cotidiana, la tragedia, el dolor y el amor.
El artista poseía un talento
excepcional para el grabado. Su taller impresor lo obtuvo en propiedad gracias
a que su mentor, Trinidad Pedroza, se lo vendió cuando regresó a su tierra
natal.
A finales de 1888 se trasladó a la
Ciudad de México, en donde aprendió técnicas de grabado en plomo y zinc.
Colaboró para el periódico La Patria Ilustrada y la Revista de México.
Posada también ilustró libros como
Efemérides guanajuatenses o datos para formar la historia de la ciudad de
Guanajuato, de Lucio Marmolejo; el Libro de moral práctica o selecta colección
de preceptos y bellos ejemplos destinados para la lectura, de TH Barrau; El
mártir de Gólgota, de Enrique Pérez Escrich, entre otros.
Fue profesor de litografía en la
Escuela de Instrucción Secundaria y colaboró en periódicos como: La Educación,
fundado por Francisco Leal del Castillo; Pueblo Católico y La Gacetilla,
dirigida por David Camacho.
La forma onírica y burlona de las
calaveras en las que retrató la vida cotidiana, lo ordinario de la muerte y los
sucesos sociales, las hizo cercanas al imaginario popular. De esta manera
ilustró a personajes trascendentales de la historia de México, como políticos,
periodistas, artistas, etc.
Para el escritor e historiador
Agustín Sánchez González, autor del libro: José Guadalupe Posada: fantasías,
calaveras y vida cotidiana (2014), a más de un siglo de su muerte “Posada está
más vivo que nunca y su obra sigue presente en las variadas formas en que se
reproduce en México y el mundo.
“Un
trabajo que él no hizo para los museos sino para el acontecer efímero en la
Ciudad de México, con el fin de que llegara a las manos de alguien y después
desapareciera. Eso es lo asombroso: son hojas de papel que, al verlas, las
sentimos nuestras, tan nuestras como lo es el arte universal”, expresó.
José Guadalupe fue poseedor de un
talento natural para el grabado, su trabajo tuvo gran aceptación popular,
gracias a su sentido del humor y calidad plástica, entre otras cualidades.
Retrató las creencias y formas de vida cotidiana del pueblo y criticó los
abusos del gobierno.
También es considerado precursor del
movimiento nacionalista de la plástica mexicana y, a través de sus dibujos y
grabados sobre la muerte, consolidó la fiesta del Día de Muertos.
Sus obras se conservan en el Inbal,
el Museo José Guadalupe Posada en Aguascalientes y el Museo de Artes Gráficas
en Saltillo, Coahuila, así como en diversas colecciones particulares. También
existe una colección digital de más de 500 obras en el Instituto Iberoamericano
de Berlín.
José Guadalupe Posada falleció en el
barrio de Tepito, en la Ciudad de México, a los 61 años de edad, el 20 de enero
de 1913.