· Padres de familia o
tutores deben estar atentos a las relaciones que establecen mediante redes
sociodigitales o videojuegos: María Santos Becerril Pérez
Con el uso desmedido de las
redes sociales por parte de niñas, niños y adolescentes se incrementa de manera
preocupante el ciberacoso contra menores de edad, también conocido como grooming,
que puede ocasionar problemas de extorsión, pornografía infantil, incluso trata
de personas.
De
acuerdo con la profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, María Santos
Becerril Pérez, es considerado como el hostigamiento de índole sexual por parte
de adultos quienes con una identidad falsa contactan a menores que navegan en
las plataformas digitales. Con engaños se ganan su confianza y obtienen de
ellos información confidencial.
Además
de redes sociodigitales como Facebook o TikTok, una de las plataformas que más
utilizan los pederastas son los videojuegos, mediante los cuales fingen tener
la misma edad de sus víctimas y comienzan a compartir información sobre gustos
musicales, personajes de moda, artistas y deportes favoritos.
Colocan
en su perfil de redes fotografías de jóvenes atractivos, o de personajes o
caricaturas que pudieran vincularlos con su grupo de edad, a fin de que los
identifiquen como sus pares, con quien pueden compartir y dialogar.
De
igual manera, añadió, se valen de la falta de afecto y atención de los cuales
podrían carecer en los ámbitos social y familiar, los cautivan con frases como:
“¡qué bonita!, ¡qué guapo estás!”, “¡qué inteligente! o ¡qué carismático
eres!”.
Además,
suelen aprovechar sus momentos de vulnerabilidad, particularmente cuando
enfrentan algún castigo o regaño en casa, o problema familiar, fingiendo que
los comprenden, los seducen para entrar al plano de la intimidad emocional,
entonces les piden compartir fotografías familiares, de sus vacaciones, en la
playa con en traje de baño. Una vez que las obtienen, los pederastas se vuelven
más intimidantes y amenazantes.
El
objetivo es distribuirlas en el mercado negro, incluso extorsionarlos o
llevarlos a una situación de chantaje con amenazas de subirlas a redes sociales
o enviarlas a sus progenitores y familiares si no envían contenido más erótico
o pagan cierta cantidad de dinero; incluso los presionan para tener una cita
directa.
Los
menores y adolescentes que se “enganchan” llegan a sentirse acorralados, y si
en ese momento carecen del respaldo de una figura de autoridad es probable que
cedan y sigan mandando contenido; lamentablemente puede derivar en trata de
personas, alertó la universitaria.
Becerril
Pérez precisó los signos claros que permiten advertir cuando un menor vive una
situación de acoso o grooming: suelen aislarse, no dejan que nadie
tome su celular, registran episodios de insomnio y ansiedad, presentan angustia
permanente al no saber cómo manejar estas situaciones y empiezan a perder el
control.
Si
bien la mayoría de las redes o plataformas digitales deberían contar con
mayores niveles de control para protegerlos de los abusos, la principal
responsabilidad recae en los papás o tutores, quienes lejos de proteger y
alertar sobre los riesgos, propician el uso de estas tecnologías sin ningún
cuidado.
En
el orden de lo social procuran estar atentos a que nadie se les acerque o les
haga daño a sus hijos, pero en la más de las veces no se preocupan por
establecer un diálogo para advertirles de los peligros en el uso de estas
herramientas y establecer reglas mínimas de control.
“Vemos
cómo los papás, con tal de que los hijos no los distraigan o no les den lata,
utilizan las nuevas tecnologías como si fueran niñeras y les compran sus
teléfonos celulares o tabletas para que se entretengan, pero sin ninguna
restricción”, subrayó.
Becerril
Pérez sugirió que cuando se detecte que algún infante o adolescente es víctima
de grooming, no se cancele la cuenta ni se cierre la red social,
sino solicitar ayuda de la policía cibernética la cual cuenta con un protocolo
para acompañar y proteger a las víctimas y rastrear a los ciberdelincuentes
pederastas.
FUENTE:
UNAM