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Dirigido a quienes perdieron dientes y muelas
por caries, informó Cecilia Carlota Barrera Ortega
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Se trata de un mantenedor de espacio
biodegradable que evita infecciones y ayuda a la correcta alineación de las
nuevas piezas permanentes, detalló
CDMX, 4 de enero. – En México, el
índice de incidencia de caries infantil es alto, de 75 por ciento; las piezas
dentales más dañadas son los molares primarios (o “de leche”). Para atender el
problema que representa su pérdida o daño, en la Facultad de Estudios
Superiores Iztacala, de la UNAM, se desarrolla un mantenedor de espacio que
tendría diversas ventajas.
La jefa de Sección de la Clínica
Odontológica Acatlán de esa entidad universitaria, Cecilia Carlota Barrera
Ortega, expuso que en el Laboratorio se trabaja con un polímero sintético
comercial llamado policaprolactona, que es biodegradable y biosintético.
Sus ventajas son: estar elaborado
con un material novedoso, estético, funcional, con un costo menor, que se
podría colocar en una sola cita, sin necesidad de mandarlo a fabricar en un
laboratorio dental.
Ese material se hace funcional al
agregarle nanopartículas de diferentes óxidos metálicos. “En el Laboratorio de
Investigación en Nano y Biomateriales Dentales llevamos a cabo la síntesis de
tales nanopartículas (diminutas, de aproximadamente 25 nanómetros) para darle a
esa especie de andamio la propiedad de ser antimicrobiano y radiopaco (es
decir, que al no ser atravesado por los rayos X, es visible en la radiografía
como una zona blanca)”.
La meta es obtener un mantenedor
de espacio para aquellos pequeños que perdieron dientes o muelas debido a la
caries temprana y que deben sustituirse porque de otra manera, cuando vengan
los dientes permanentes, se presentará una maloclusión (o incorrecta alineación
de los dientes), que es la segunda enfermedad más frecuente en menores, después
de la caries.
Los andamios están diseñados para
colocarse en un medio donde hay abundantes bacterias; esos polímeros se
degradan con el tiempo, y al momento de hacerlo liberan las nanopartículas que
carecen de efectos tóxicos, pero tienen antimicrobianos para ayudar a disminuir,
en primera instancia, la caries y también la biopelícula conocida comúnmente
como placa dentobacteriana.
En la literatura científica,
explicó la universitaria, existen numerosas nanopartículas de óxidos metálicos
con esa capacidad; sin embargo, no todas son útiles. Las de cobre, por ejemplo,
poseen buenas propiedades antimicrobianas, pero tiñen de negro y no sería
estético colocarlas en la boca de un paciente. Por ello, se eligieron las de
óxido de zinc, magnesio y bismuto.
La especialista en odontopediatría,
y maestra y doctora en ciencias, señaló que esta es la primera vez que se
intenta otorgar una aplicación de este tipo a esos materiales. “La
policaprolactona se ha usado para hacer electrohilado; es decir, mallas para
que las células puedan ‘caminar’. Lo que nosotros estamos desarrollando es un
bulk o bloque, al que se agregan diferentes nanopartículas para ver su efecto
antimicrobiano durante varios días y después ponerlo en un medio biológico”.
En la primera fase, la
investigación consiste en “dopar o funcionalizar” el polímero con las
nanopartículas y probarlo con células. Luego, se pondrá en contacto con
bacterias, posteriormente se probaría en un modelo animal hasta llegar a
utilizarse en pacientes.
Se requiere un mantenedor de
espacio intramucoso, no invasivo, cuando el pequeño tiene un proceso
infeccioso, pero no puede tomar antibióticos de manera prolongada, por lo que
se necesita extraer la pieza para evitar que se complique la situación.
En infantes a partir de los tres
o cuatro años se puede requerir ese andamio, a fin de que permanezca disponible
el espacio para el molar permanente que todavía no va a erupcionar, y que
cuando venga el recambio se haga de manera normal. En este caso, la ventaja
sería contar con un mantenedor que se degrada con el tiempo y evita
infecciones.
La policaprolactona tiene una
ventaja más: se puede manipular porque su punto de fusión ocurre a los 60
grados Celsius; “no nos quemamos, y ya con las nanopartículas embebidas,
podríamos colocarlo en el paciente en una sola cita; de acuerdo con su
crecimiento cráneo-facial y con base en una radiografía previa, se diseña en
ese mismo momento”.
Hasta ahora se utilizan
mantenedores de espacio metálicos y se requieren dos citas porque se mandan a
elaborar en un laboratorio. En este caso el manejo conductual del paciente
pediátrico no es trivial, recalcó Barrera Ortega, y menos si tiene dolor o
presenta mal tratamiento previo.
En esta situación sería
innecesario cambiar el andamio en lo que brota el diente definitivo; sólo se
podría monitorear radiográficamente, como establece la norma ISO-4049. “Al
utilizar el polímero con las nanopartículas de óxidos metálicos, mediante una
radiografía, podremos conocer la condición del material a través del tiempo”,
detalló.
El estudio en el Laboratorio de
Investigación en Nano y Biomateriales Dentales -donde se forman recursos
humanos de excelencia, especialmente en estomatología pediátrica, y se albergan
estudiantes de las carreras cirujano dentista, ingeniería, física y química-,
se encuentra en la fase de ciencia básica, de funcionalización y
caracterización física, química y biológica.
“Ya
conocemos mucho de las características físicas del nanomaterial, en cuanto a
dureza, elasticidad y rugosidad. También se ha hecho su caracterización
química: con difracción de rayos X se ha corroborado que las nanopartículas
colocadas son las que se desea y que tienen el tamaño adecuado; asimismo, se
han utilizado las técnicas de infrarrojo y espectroscopia Raman”.
Sigue la caracterización
biológica del material con la bacteria Staphylococcus aureus y con células
troncales de origen mesenquimal (multipotentes). La meta es ayudar a la
población a tener un andamio económico, evitar el manejo traumático de los
pacientes pediátricos y prevenir la maloclusión.
La universitaria recomendó a los
padres de familia llevar a sus hijos cada seis meses a revisión dental con un
odontopediatra, experto en tratarlos. Además, apoyarlos en el cepillado y ser
ejemplo para que, al verlos realizar la higiene bucal, adquirirán este hábito.
FUENTE: UNAM