Si Joan Manuel Serrat piensa en una forma desagradable de acabar
sus 56 años de carrera se imagina aparecer en un titular de la revista Alarma
que diga: «Cantautor de éxito descubierto abusando de una mujer cartón
piedra».
«Por eso he decidido, antes de que las cosas puedan
pasar de ese modo, irme con dignidad», bromea y el público ríe con él en
un Auditorio
Nacional abarrotado por 10 mil personas, de acuerdo
con los organizadores.
Localidades agotadas para despedir al español, quien hasta
hizo chistes sobre la Reina Isabel II, a quien, considera, le falta ginebra
para conservarse.
Pese a que el cantautor y poeta se encuentra en su gira del
adiós, en él resaltó este miércoles el sentido del humor, pues al México que
conoció como refugiado le regaló no sólo canciones, sino anécdotas íntimas,
explicaciones de sus temas y reflexiones donde citaba a Cantinflas al decir:
«Ahí está el detalle».
A diferencia de sus personajes, Serrat ha envejecido, ha
perdido el cabello y hasta dijo tener molidas las rodillas, pero nada le
impidió entregarse a sus fans, bailar en canciones como «No Hago Otra Cosa
Que Pensar en Ti», de las primeras de su show.
Entre lo mejor que le ha dejado la carrera, expuso Serrat,
son los amigos, y entre ellos cuenta a Manuel Mijares, quien lo acompañó en el
escenario para entonar «Hoy Puede Ser un Gran Día».
El homenaje a México también incluyó su versión de «Un
Mundo Raro», de José Alfredo Jiménez.
Pero el cantautor también destacó al acompañarse de su
guitarra en temas fundamentales de su carrera, como «Mediterráneo»,
que le valió un aplauso de pie.
«Pienso llegar al final, por mucho que ustedes se
empeñen en que mis emociones se desborden, pienso llegar al final. Este
especialmente es un hecho irrepetible, por tanto, pienso bebérmelo hasta el
límite», advirtió para continuar con su presentación.
Pero pronto tuvo que volver a interrumpirse por la apasionada
respuesta a melodías como «Cantares», donde sólo le quedó tocarse el
corazón mientras le gritaban: «¡Bravo, maestro, bravo!».
El sentimiento no le quitó fuerza para alzarse contra las
injusticias, como siempre ha hecho, y recordó los 80 años de la muerte de
Miguel Hernández, autor de «Nanas de la Cebolla»; cantó «Algo
Personal» y «Para la Libertad», que también levantó a la gente
de sus asientos.
Además ironizó la situación de la pandemia, que lo tuvo sin
dar conciertos hasta este año, pues no se confía de la generosidad de las
farmacéuticas para liberar las patentes de las vacunas.
Su show se extendió por más de dos horas y dejó para el final
las favoritas del público, como «Penélope». La gente no lo dejaba ir
y él respondía, aunque su intención no era morir en el escenario, aclaró.
Mencionó sus vivencias en México, tocando en la UNAM, leyendo
a Rius y a Juan Rulfo, antes de cantar «Las Golondrinas».
Este jueves tendrá el segundo concierto en «El Coloso de
Reforma», con boletos agotados, pero al público ya le advirtió que esta
gira del adiós no es una despedida, pues quiere volver a ver a todos a la cara,
sin cubrebocas, en cualquier plano que venga después de la vida.