CON EL PAPA FRANCISCO LA IGLESIA SE ACERCÓ A LOS MÁS NECESITADOS

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  • Además, buscó reformar estructuras de la fe católica
  • Dicha institución dejó de ser sobre todo occidental para convertirse en verdaderamente universal: Jorge Eugenio Traslosheros Hernández, del Instituto de Investigaciones Históricas

Rafael Paz / Ricardo Martínez   

Ciudad universitaria, CDMX, 24 abril 2025.- En su primer saludo como el papa Francisco, el miércoles 13 de marzo de 2013 desde el balcón central de la Basílica vaticana, Jorge Mario Bergoglio (Argentina, 1936) usó las palabras iniciales de su discurso para dar una declaración de principios y subrayar la forma en que su papado se acercaría a los feligreses:

“Hermanos y hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… pero aquí estamos… Y ahora comenzamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro”.

Para Jorge Eugenio Traslosheros Hernández, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), “el estilo personal del papa Francisco es irrepetible. Esa personalidad, su forma de ser. Ese obispo que andaba en metro en Buenos Aires. Ese hombre de gran sentido del humor que nunca se tomó en serio a sí mismo”.

Su visión, de acuerdo con Traslosheros Hernández, buscó tener una “perspectiva de reforma, que fuera más de salida, con una mirada cada vez más misericordiosa, que es donde Francisco tocó los puntos álgidos. La Iglesia dejó de ser una institución sobre todo occidental para convertirse en verdaderamente universal. Hoy en día, hay cardenales de todos los rincones del mundo. Ya no es una Iglesia centrada en Europa”.

Su legado

“Una característica del legado del papa Francisco es el interés que tuvo en renovar ciertas estructuras de la Iglesia católica. El énfasis que le dio a la sinodalidad, es decir, a su concepción de la Iglesia no sólo como una jerarquía burocrática en la que tenemos, por un lado, a los sacerdotes y, por otro, al pueblo, estableció una estructura más orgánica, en la cual todo mundo puede participar, sobre todo los laicos”, apuntó Guillermo Hurtado, del Instituto de Investigaciones Filosóficas.

Y agregó: “No fue mucho lo que se pudo lograr, pero, por lo menos, el Papa intentó tener mayor apertura desde una perspectiva que privilegia la caridad y el perdón por encima de las normas puramente morales. El papa Francisco dio ese giro, hacia una concepción más caritativa y menos normativa de la relación entre clero y feligresía. Decía que los sacerdotes tenían que oler al rebaño”.

El universitario destacó que “el papa Francisco no inventó nada nuevo respecto a las posibles reformas de la Iglesia. Esas ya estaban de algún modo contempladas después del Concilio Vaticano Segundo, lo que hizo fue impulsarlas en la medida que él consideró prudente hacerlo. No impuso nada que él sintiera que no estaba lista la Iglesia todavía para aceptar”.

Con lo anterior coincidió Martín Ríos Saloma, investigador del IIH: “la Iglesia se define a sí misma como siempre en Reforma, el lema latino que se utiliza es Ecclesia semper reformanda est. Y esta reforma pasa necesariamente por una vuelta a los orígenes, al cristianismo primitivo en el que la vida en comunidad y las atenciones espirituales eran lo más importante”.

“Un Papa latinoamericano le quitó el foco a Europa y lo trasladó a América Latina. Se ha subrayado en múltiples ocasiones su pertenencia a la Compañía de Jesús y cómo ha bebido de la Teología de la Liberación y, particularmente, su ministerio, cuando ejerció en Argentina como cura villero, que son quienes desarrollan su actividad apostólica y misional en las villas pobres de Buenos Aires, en contacto con la miseria, con la carencia”, destacó Ríos Saloma.

Esa cercanía con los estratos más necesitados de la población, sostuvo, se reflejó incluso en el nombre que tomó al iniciar su papado. Así lo explica: “Otro elemento renovador en sí mismo es la adopción del nombre Francisco. El carisma franciscano está vinculado también con la pobreza. El signo de Francisco es el despojo de sus bienes y herencias familiares, vivir en el mundo siguiendo desnudo a Cristo desnudo. El hecho de que Francisco, el papa, haya elegido dicho nombre por el Santo de Asís es altamente significativo”.

También se distinguió de sus antecesores por la manera en que manejó los casos de pederastia que se han presentado al interior de la institución y su exigencia de paz en distintos rincones del planeta (expresó su apoyo a Palestina en uno de sus últimos mensajes públicos, por ejemplo), afirmó Ríos Saloma.

“A diferencia de lo que hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI, que no fue mucho. Francisco tuvo una mano muy firme en contra de los casos de abusos sexuales y pidió que se hicieran responsables de los mismos. Pidió perdón y se sintió avergonzado por esas acciones poco humanas, poco cristianas, por el dolor que han infligido los pastores de la Iglesia en estos muchachos. Y exigió que se hagan averiguaciones, que salgan las denuncias ante la Iglesia y ante los tribunales civiles”.

MAYOR PRESENCIA EN ÁFRICA

El fallecimiento del pontífice llega en un momento en que la Iglesia católica ha conseguido aumentar su presencia en el mundo, en especial en el continente africano.

De acuerdo con el Anuario Pontificio 2025, aquellos que se identifican como católicos crecieron 1.15 % entre 2022 y 2023, pasando de 1.39 mil millones a 1.406 mil millones. En África, el incremento registrado fue de 3.31 % para un total de 281 millones.

Cuando Jorge Bergoglio fue nombrado, el Anuario Pontificio 2013 anotó que había 1.214 mil millones de creyentes en 2011, por lo que se podría decir que durante su papado la Iglesia incrementó sus números; no obstante, si se comparan con el crecimiento anual de la población del orbe (la cual osciló entre el 1.2 % y el 0.9 % de 2013 a 2023, según el Banco Mundial), el número de nuevos feligreses resulta menos significativo.

¿Cambio de rumbo?

El proceso de elección comienza con la convocatoria del cónclave: una asamblea cerrada y estrictamente regulada en la que sólo participan los cardenales menores de 80 años. En la actualidad, son 135 los electores habilitados, de los cuales 108 fueron nombrados por Francisco.

Aunque en la cobertura mediática suele hablarse de “favoritos” o “candidatos”, Jorge Eugenio Traslosheros Hernández advirtió que el cónclave no funciona como una elección política ni parte de listas cerradas. “Los cardenales no eligen en función de afinidades ideológicas; realizan un diagnóstico profundo de la situación de la Iglesia y del mundo, y a partir de ello buscan al perfil que pueda responder a los desafíos del momento”, explicó. La lógica de la elección, comentó, se rige por criterios espirituales y pastorales, no partidistas.

“La sede vacante es mucho más que un vacío administrativo: es un llamado a la conciencia del papel que la Iglesia, como institución global, debe asumir frente a los desafíos contemporáneos”, añadió sobre el momento que se vive en el Vaticano.

Para Guillermo Hurtado a pesar de las divisiones internas, la unidad de la Iglesia católica está garantizada, dado que ésa es una de las principales funciones de quien sea elegido para ocupar el cargo:

“Si uno examina con lupa encontrará diversas posiciones, pero es natural. Lo importante es cómo el Papa es una figura que concentra la unidad de la Iglesia. Esa unidad se mantendrá porque es una institución que se ha ido perfeccionando a lo largo de más de mil años; ya ha pasado antes por momentos de muchísima división”.

FUENTE: UNAM

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