Un clamor colectivo, solicitado por la escritora Cristina
Rivera Garza, colmó la noche de este martes la Sala Manuel M. Ponce del Palacio
de Bellas Artes: «¡Justicia para Liliana! ¡Justicia para todas!».
Con esta proclama urgente del auditorio concluyó la entrega del Premio Xavier
Villaurrutia de Escritores para Escritores 2021, otorgado a Rivera Garza por su
libro El invencible verano de Liliana.
En éste, la autora tamaulipeca hace un reclamo de justicia por
el feminicidio de su hermana, Liliana Rivera Garza, ocurrido en 1990, al tiempo
que traza un sentido retrato, luminoso, coral y afectivo, a través de las
cartas, notas, postales, apuntes, dibujos y garabatos que ella dejó en vida.
«Tenía muchas ganas de decir: ‘Liliana en Bellas Artes'», saludó
Cristina Rivera Garza tan pronto tomó el micrófono, y fue recibida con un
aplauso unánime.
«Este premio ‘de escritores para escritores’ es, sobre todo, lo quiero
decir, lo dije antes, y lo vuelvo a decir, es para la escritora que fue y es
Liliana Rivera Garza, y estoy segura de que a ella le habría gustado
compartirlo con todas y cada una de las mujeres que nos han sido arrebatadas,
cruelmente, violentamente, de nuestro lado», dedicó.
El libro, que llevó a Rivera Garza a formar parte del prestigioso «Circulo
Villaurrutia», que incluye a autoras de la talla de Rosario Castellanos,
Elena Garro, Luisa Josefina Hernández y Elena Poniatowska, es descrito por su
autora como la reconstrucción de un «archivo del afecto».
«Un archivo que Liliana nos legó para compartir su experiencia, para que
ustedes se convirtieran en sus hermanos, o en sus hermanas, o para no
olvidar», expuso.
CLAMOR DE JUSTICIA
En su discurso Rivera Garza hizo tres posicionamientos sobre el feminicidio de
su hermana, perpetrado por su expareja, el todavía prófugo Ángel González
Ramos.
El primero fue la exigencia de que se reconozca como feminicidio a todas las
mujeres que fueron víctimas de este delito antes de que fuera tipificado, en el
2012.
«Por años, esa violencia soterrada y continua, esa violencia que acalló
hogares y derrumbó sueños, fue encubierta, confundida, camuflajeada, bajo la
capa perversa y poderosa del lenguaje del amor romántico», explicó.
«A mi hermana no la mató un hombre enamorado, sino un macho criminal; mi
hermana no murió, fue asesinada, aún más, fue asesinada por un hombre que
ejerció contra ella una violencia inenarrable por ser mujer. Mi hermana fue
víctima de un feminicidio y a mi familia y a mí nos importa mucho que así quede
registrado en los archivos institucionales», declaró.
En segundo término, Rivera Garza ejemplificó, a través del caso del feminicidio
de Montserrat Bendimes, perpetrado en abril del 2021, en Veracruz, la forma en
cómo los familiares de un delincuente, como el presunto feminicida Marlon
Botas, encubren los crímenes.
A raíz de la publicación del libro galardonado, dijo la autora, se dio a
conocer una dirección electrónica pidiendo datos sobre el presunto asesino, lo
que resultó en que se recibieran mensajes donde se aseguraba que González Ramos
había escapado a Estados Unidos y vivía con el alias «Mitchell Angelo
Giovanni».
El presunto feminicida habría muerto ahogado en California, en 2020, según
información que un detective de Los Ángeles pudo recabar a instancias de la
autora, quien le comunicó los hallazgos a la Subprocuradora de la Fiscalía
General de Justicia de la CDMX, Alicia Rosas Rubí, sin que hubiera respuesta.
PENAS A LOS CÓMPLICES
Como en el caso de Marlon Botas, dijo Rivera Garza, Ángel González Ramos habría
podido eludir a la justicia por la complicidad de sus familiares.
«Se llama, la madre, Irma Ramos; se llama una hermana Adriana González
Ramos; se llama otra hermana Verónica González Ramos, todas ellas se hicieron
cómplices de un hombre sobre el que pendía, y pende todavía, una orden de
aprehensión», denunció Rivera Garza.
«Para acercarnos a la justicia, es necesario que todos estos familiares y
amigos, conocidos y vecinos, se den cuenta cabal de que, al esconder a los
culpables, se hacen cómplices de un crimen. Es necesario que la ley lo
reconozca así también y actúe en consecuencia, estableciendo penas específicas
para aquellos que se hagan cómplices de un feminicidio», abundó.
Por último, recordó la iniciativa del artista Gunter Deming de colocar
adoquines en las ciudades con los nombres de los asesinados por el nazismo, y
promovió hacer un proyecto similar por las mujeres asesinadas en México.
«Yo creo que tenemos que verlas siempre a ellas, no a sus asesinos, a los
asesinos ya los vemos en todos lados», dijo Rivera Garza.
Esta aseveración, que fue ovacionada por el auditorio, fue recibida también
como un comentario sobre una diferencia de opiniones entre el escritor Armando
González Torres, representante del jurado que premió la obra, y Felipe Garrido,
presidente de la Sociedad Alfonsina Internacional, una de las instituciones que
otorga el galardón.
En su intervención, Garrido se dijo intrigado por los motivos del feminicida de
Liliana Rivera Garza, y propuso tres libros que exploran los modos de actuar y
justificaciones propias de los asesinos de mujeres, cuya lectura, dijo,
«contrastará, iluminará y hará más profunda» la publicación de la
autora.
González Torres discrepó públicamente: «No estoy tan seguro de que el
móvil de los feminicidas sean motivaciones psicológicas muy complejas, yo creo
que lo que explica en mucho el auge de este delito es la impunidad. En ese
sentido, no estoy tan seguro de que se pueda, o se deba, estilizar este tipo de
violencia».
«Creo que, al contrario, debemos leer y escudriñar con ojos críticos estos
grandes clásicos que de repente hablan de este tema», concluyó.
UN LIBRO COHABITADO
En un comentario sobre la obra, la escritora Sara Uribe destacó la amplitud del
libro para retratar las afectaciones por la violencia contra las mujeres en
diversos ámbitos, así como la búsqueda de la colectividad en la escritura de
Rivera Garza.
«El invencible verano de Liliana está constituido a partir de una mirada
comunal que da cuenta de las heridas que la violencia feminicida produce al
interior de la comunidad, incluso en el paisaje natural: un río también es una
fosa», expuso Uribe.
«Cristina enuncia, denuncia y exige justicia siempre cohabitando con lo
otro, siempre en compañía», destacó.
La poeta también destacó que, de acuerdo con cifras oficiales del año pasado,
11 mujeres son asesinadas al día y la tasa de impunidad supera el 95 por
ciento, por lo que recordó algunos casos de feminicidios en México.
«Justicia por Liliana Rivera Garza, por Lesvy Berlín, por Fátima Cecilia,
por Ingrid Escamilla, por Marisela Escobedo, por Mara Castilla, por Nataly
Martínez Rivera, por Reyna Gómez Juárez, por Emma Sofía, por Debanhi Escobar,
por Alejandra N, por Jennifer N, por la mujer sin identificar de 50 años
asesinada en Tamaulipas, por todas», clamó Uribe.
Rivera Garza lo recordó al final de su discurso: «Yo creo que hay muchas
más y hay que incluir sus nombre, y si tenemos historias, si tenemos anécdotas,
y si tenemos más, creo que necesitamos darnos cuenta, cabal cuenta, de todo lo
que perdemos, todas y todos, cuando nos arrebatan a una mujer con tal gala de
violencia».
Luego de que la Sala Manuel M. Ponce demandara a coro justicia por Liliana
Rivera Garza y por todas las víctimas de feminicidio, otro grito espontáneo de
mujeres en el auditorio confirmó el poder del libro premiado: «¡Liliana,
hermana, aquí está tu manada!».