La
familia Rojas llegó desde las 7:30 horas para hacer fila e ingresar al
balneario de San Juan de Aragón.
Le interesaba mucho divertirse en las albercas y así olvidar,
por unos momentos, la muerte de siete integrantes por Covid-19.
«Venimos a festejar la vida», mencionó Luis Rojas, mientras los
jóvenes de la familia disfrutaban el agua de las albercas y las botanas en los
prados del balneario.
Después de permanecer cerrado en la Semana Santa de los dos años anteriores, el
espacio público más visitado en Aragón dio acceso a 2 mil 500 visitantes, desde
las 10:00 de la mañana.
A divertirse llegaron bien equipados: la abuela María del Carmen Flores preparó
chicharrones, garrafones con agua de piña y de jamaica, así como tortas de
jamón.
«Me gusta venir aquí porque hay mucho espacio y no venden alcohol; luego
con tanta gente y bebidas empiezan las diferencias», comentó la mujer.
Para los visitantes, los sitios más valorados son los espacios con sombra bajo
las palmeras, o los cercanos a donde cuelgan las hamacas.
«Con una credencial de elector te prestan la hamaca y las sillas»,
mencionó Luis Villa, quien con sus jóvenes amigos llegó a divertirse.
Diana Peña es una de las salvavidas capacitada para ayudar a los visitantes.
«Lo que llega a pasar es que los niños no saben nadar y de repente los
avientan, estoy atenta cuando eso pasa para entrar por ellos», mencionó
Diana.
El balneario de Aragón es el único en la ciudad con agua climatizada y con un
calentador de agua operado con paneles solares.
Todos los días, los encargados del balneario supervisan la calidad del agua
potable de los amplios estanques, monitorean los parámetros y antes de que el
público entre, una aspiradora retira el polvo que los visitantes meten con los
pies al ingresar.
En las canchas y los jardines, la multitud de visitantes se agrupa en familias,
mientras las dos albercas reciben una y otra vez a los bañistas.