Ciudad de México, 6 de noviembre.
– Para sorpresa mía y de muchos más, hasta en Netflix es posible encontrar una
película de arte. Tal es el caso de Rubia (Blonde), película norteamericana de
estreno, que es el ejemplo poéticamente más significativo e icónico, que
explora el misterio de un alma: la de Marilyn Monroe, o más bien, la de Norma
Jean Mortensen.
Tiene la soberbia interpretación
de Ana de Armas, actriz cubana- española y el poderoso guion y la dirección de
Andrew Dominik.
Se basa en la novela homónima de
Joyce Carol Orates, que más que una biografía es una confesión de cuando
cualquiera de nosotros (y fuimos muchos) cometemos el peor feminicidio mental
que se puede cometer, sea de palabra, de obra y de omisión y que consiste en
convertir a una mujer en un objeto sexual y en un instrumento mercantil para
producir dinero y para que las multitudes frívolas quieran manosearla y los
exquisitos se empeñen en seguirle frustrando hasta el último de sus sueños de
amor.
La “Oración por Marilyn Monroe”,
del poeta Ernesto Cardenal la retrata así:
“Señor,
recibe a esta muchacha conocida
en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero
nombre (pero Tú conoces su verdadero nombre,
el de la huerfanita violada a los
9 años
y la empleadita de tienda que a
los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti
sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa sin
fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola…
Ella no hizo sino actuar según el
script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y
era un script absurdo…
La hallaron muerta en su cama con
la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a
quién iba a llamar…
Señor:
quienquiera que haya sido el que
ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era
nadie
o era Alguien cuyo número no está
en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!”
Hasta aquí el poeta Cardenal.
Volviendo a la película ha provocado toda clase de críticas, algunas, fruto del
resentimiento, otras quizás de la envidia, y le llaman filme de horror. Y otras
que se deshacen en elogios. sin ponerle ningún, pero.
Este Recomendador quiere destacar
tres escenas que simbolizan el feminicidio al que he aludido: 1.- La tarjeta en
que el hijo de Chaplin le escribe una carta póstuma a Norma Jean: “Ya ni
busques a tu papá, las cartas que recibiste eran mías y a tu padre nunca lo
encontrarás, ni tampoco se va a ocupar de ti”; 2.- La de la familia italiana
que se burla de ella; y, 3.- El eco de la voz de los hijos, tanto del
abortado contra su voluntad, como el que abortó accidentalmente que tampoco pudo
encontrar más que en el dolor de perderlos.
Concuerdo con la oración del
poeta nicaragüense que pide a Dios que conteste finalmente el teléfono y le
diga a Norma Jeane, dónde poder hallar a un padre y cómo conocer, al fin, tanto
a sus hijos malogrados como al amor que ha de darse para siempre. Y, al resto
de las chusmas que por frivolidad o por pasión carnal alguna vez la hayamos
tomado como objeto pornográfico, que nos perdone.