Ciudad de México, 17 de diciembre.
– Se presenta cuando presenciamos algo insólito que capta poderosamente la
atención
¿Qué es?
El asombro es ese sentimiento que
tenemos ante algo grandioso que desafía nuestra comprensión del mundo, como
mirar millones de estrellas en el cielo nocturno o maravillarnos con el
nacimiento de un niño. Cuando las personas experimentan esta emoción, suelen
usar expresiones de admiración, sorpresa o trascendencia.
Constituye una experiencia
consciente cuando presenciamos algo insólito que capta poderosamente nuestra
atención y, a un mismo tiempo, rebasa nuestro entendimiento. Por lo tanto, se
trata de una vivencia difícil de conceptualizar. A diferencia de otras
emociones que arroban nuestros sentidos como el miedo, con el asombro no
percibimos un peligro inmediato.
Existen tres dimensiones de
asombro: la cognitiva, que se refiere a la incapacidad de comprensión,
acompañada por confusión y cuestionamientos; la sensorial, que se manifiesta en
una completa atención, física y mental sobre el objeto que la causa, y la espiritual,
que rebasa lo que consideramos místico en nuestra realidad y nos conduce a
menudo a otra emoción intensa: la admiración.
A la vez, se clasifica en dos
tipos: el contemplativo y el inquisitivo. El primero, por la impresión que nos
causa, nos cautiva y deja hechizados, sin habla. El segundo, no sólo nos
encanta, sino que llena nuestra mente de preguntas. Sin embargo, es necesario
diferenciarlo de la curiosidad, que es mucho más efímera, interroga un suceso y
poco después se desvanece y se traslada a otro objeto.
En el asombro inquisitivo,
aquello que lo causa cuestiona profundamente nuestro marco de entendimiento,
reta nuestra comprensión, revela nuestra “ignorancia” y limitaciones, y por lo
mismo resulta más hondo y duradero.
El filósofo escocés Adam Smith
detalla una serie de atributos para que un objeto o evento produzca asombro o
sorpresa. Dichos elementos deben ser nuevos, singulares, extraordinarios,
raros, inesperados, con los cuales se está poco o nada familiarizado. “Nos
sentimos sorprendidos ante aquellas cosas que a menudo hemos visto, pero que
menos que nadie esperábamos encontrar en el lugar en que las encontramos…”.
Con esas palabras, Smith
establece una clara relación entre la sorpresa y lo inesperado. El asombro es,
entonces, la emoción o pasión producida cuando la mente permanece en estado de
incertidumbre con respecto a cómo reducir el concepto de algo completamente
nuevo y singular, en una clase existente de ideas ya agrupadas que se asemejan
la una a la otra.
¿Cómo se identifica y manifiesta?
El de tipo contemplativo se
presenta con un silencio ante lo misterioso; mientras que el inquisitivo se
revela con preguntas que buscan llenar nuestra falta de información. Esto es lo
que impulsa a las personas a indagar ciertos fenómenos a los que se enfrenta.
¿Y cómo podemos identificarlo? Cuando
algo escapa a nuestro entendimiento o de nuestros sistemas interpretativos,
sabemos entonces que estamos experimentando asombro. Esto nos lleva en muchas
ocasiones a prestar atención al mundo que conocemos y termina con una mejor
comprensión de nuestra realidad.
El asombro suele expresarse en
nuestra gestualidad con la elevación interna de las cejas, ojos y boca muy
abiertos, con la quijada ligeramente caída. Las personas sorprendidas también
suelen mover la cabeza hacia adelante e inhalan visiblemente. Pero sonreír es
poco común en este estado.
Conocimiento y verdad
En el proyecto interdisciplinario
“El poder del asombro: la instrumentalización de la admiración, el asombro y la
sorpresa en los discursos del saber, el poder y el arte”, de la Fundación
Nacional Suiza de Ciencias (SNSF Sinergia, por sus siglas en inglés), encontramos
que, si la estética, la retórica y la poética investigan y conceptualizan la
producción artificial del asombro en el triple sentido de admiración,
deslumbramiento y sorpresa, estas emociones estrechamente relacionadas también
se ponen en funcionamiento en una gama mucho más amplia de actividades humanas.
Suelen buscarse, gestionarse y cuestionarse, por ejemplo, en política,
pedagogía y educación, polemología, ecología, seguridad, ciencia (popular),
publicidad y medios de comunicación, pero también entran en juego en aspectos
de persuasión, manipulación y entretenimiento.
Señalan que es posible trazar la
trayectoria de la comprensión aristotélica del asombro como el comienzo de la
filosofía y el conocimiento hasta bien entrado el siglo XX, y también que el
influyente concepto platónico del asombro como medio para vislumbrar ideas
eternas se puede encontrar tanto en discursos epistémicos como religiosos y
poéticos.
Por una parte, el tema de la
verdad por la vía del asombro mira a la instrumentalización de esta emoción
para adquirir y promover el conocimiento y establecer su pertinencia. Por otra
parte, examina las afirmaciones de verdad que consideran al asombro como un
enfoque ingenuo o intuitivo del mundo que, sin embargo, puede otorgar acceso a
una verdad superior. Dependiendo de los diversos puntos de vista críticos
posibles, la comprensión última por la vía de asombrarse o maravillarse se
encuentra en contradicción con las formas ilustradas, cognitivas, racionales o
tecnocráticas de tratar con el mundo.
De esta manera, el asombro
conecta patrones culturales, intereses religiosos, científicos o políticos y
modelos explicativos, tanto con una esencia antropológica como con una verdad
de la experiencia, de manera legitimadora y afirmativa.
Utilidad
La función del asombro es razonar
sobre los nuevos estímulos, con los cuales tenemos poca o ninguna familiaridad,
e integrarlos con ideas de cierta semejanza que se han procesado antes. Ello a
menudo requerirá ajustarse a nuestros marcos conceptuales previos.
Como ya hemos señalado, el
asombro se puede gestionar, procurar y promover, con gran efectividad, porque
es una invaluable herramienta para captar la atención y alcanzar objetivos
educativos, de persuasión y manipulación.
Dcher Keltner y Jonathan Haidt,
en su estudio Approaching awe, a moral, spiritual, and aesthetic emotion
(2003), propusieron una explicación evolutiva para el asombro. Sugirieron que
la emoción actual de asombro se originó a partir de sentimientos de asombro
primordial, una respuesta instintiva que los individuos de bajo perfil sentían
en presencia de otros más poderosos y de alto estatus, que habría sido
adaptativa al reforzar las jerarquías sociales.
Este asombro primordial ocurrió
sólo cuando la persona de alto estatus tenía características grandiosas (en
tamaño, fama, autoridad o prestigio), que requerían que el individuo inferior
se involucrara en la acomodación piagetiana (cambiar la representación mental
del mundo de uno para acomodar la nueva experiencia).
Los autores proponen que este
sobrecogimiento primordial luego se generalizó a cualquier estímulo que
requiera acomodación. Estos estímulos aún incluyen estar en presencia de otra
persona más poderosa (el prototípico asombro primordial), pero también
experiencias espirituales, grandes escenarios naturales, fuerzas y/o desastres
naturales, obras producto del ser humano, tales como la música o la experiencia
de comprender una gran teoría científica.
Keltner y Haidt proponen que el
asombro tiene connotaciones tanto positivas como negativas, y que hay cinco
características adicionales que influyen en la experiencia de la emoción:
amenaza, belleza, habilidad, virtud y lo sobrenatural.
EJEMPLOS
Las siguientes son algunas
situaciones en las que llegamos a experimentar esta emoción:
El poder y contundencia del
relámpago y el trueno en medio de una tormenta.
La belleza y perfección de una
experiencia estética: escuchar música, observar danza, pintura o al entrar a un
espacio arquitectónico.
Presenciar el número de un mago o
ilusionista que hace desaparecer y aparecer a una persona ante nuestros ojos.
Cuando un niño ve emerger un
polluelo de su cascarón.
Observar a una efigie de piedra o
de madera ‘milagrosamente’ manar sangre o lágrimas.
Ver un inesperado remate a gol
que traza una trayectoria ‘imposible’.
Referencias culturales
CITAS
“Hay todo tipo de preguntas
interesantes que provienen del conocimiento de la ciencia, que sólo suman a la
emoción, el misterio y el asombro ante una flor. Sólo suman. No entiendo cómo
pudieran restar”. Richard Feynman, en ¿Qué te importa lo que piensen los demás?
(1988).
“Dos cosas llenan la mente de
maravilla y asombro cada vez mayores cuanto más a menudo e intensamente se
siente atraída hacia ellas el pensamiento: el cielo estrellado sobre mi cabeza
y la ley moral en mi interior”. Immanuel Kant, en Crítica de la razón práctica
(1788).
“El asombro es más que una
emoción; es una forma de comprensión, una penetración en un significado más
grande que nosotros mismos. El principio del asombro es maravillarse, y el
principio de la sabiduría es el asombro. El asombro es una intuición de la
dignidad de todas las cosas, una comprensión de que las cosas no sólo son lo
que son, sino que también representan, aunque sea remotamente, algo supremo”.
Abraham Joshua Heschel, en ¿Quién es el hombre? (1965), cap. 5
LITERATURA
Cuento El eclipse, de Augusto
Monterroso
En medio de la selva
guatemalteca, solo entre indígenas que han resuelto sacrificarlo, un fraile
español, cuyos conocimientos aristotélicos le advierten que ese día habrá un
eclipse de sol, intenta, sin fortuna, salvar la vida, asombrando a sus captores
con la amenaza de oscurecer el día. El fraile ignoraba que los astrónomos mayas
sabían las fechas de los eclipses. El sorprendido fue él.
SERIES
The Midnight Gospel
Clancy Gilroy, es un spacecaster,
un podcaster que transmite al espacio,y que en cada episodio emprende un viaje
a varios planetas a través de un simulador. La capacidad de asombro que
presenta Clancy nos permite desarrollar temas complejos a lo largo de la serie.
A través de entrevistas nos da historias profundas y curiosas.
Fuente: UNAM