Es la forma de agresión sexual más común en Ciudad
de México; más de 96 por ciento de las mujeres capitalinas lo han padecido por
lo menos en alguna ocasión
Ciudad
de México, 5 de diciembre. – “Ya se enojan hasta porque les dicen bonitas”: así
lo citó Magali Barreto Ávila, especialista en violencia de género y doctorante
en Antropología por la UNAM, como una de las frases que hoy retrata una
modalidad más del acoso que viven las mujeres, en particular en Ciudad de
México, donde aseguró, más de 96 por ciento lo han padecido.
“Quizá
no tenga la gravedad de un feminicidio, pero el acoso callejero es violencia
comunitaria, y los varones pueden hacer mucho, incluso entre sus amigos, al no
integrarse a las conductas de sus compañeros, al no actuar en ‘manada’. Esto es
un trabajo cultural, no sólo se trata de medidas punitivas, sino educativas”,
resaltó.
Al
participar en el conversatorio, “Acoso sexual en espacios comunitarios (acoso
callejero) ¿Cómo intervenirlo y cómo denunciarlo?”, convocado por la Facultad
de Filosofía y Letras (FFyL) como parte del “25N. 16 días de activismo contra
la violencia de género”, Barreto Ávila dijo que el acoso en el espacio público
sí es una forma de violencia sexual, y es la más común, “con la cual estamos
socializadas desde la niñez, la han vuelto cotidiana y normalizada”.
No se
considera un tipo de violencia grave aún, “pero puede llegar hasta el
feminicidio”, alertó. Se da mucho en el transporte público, con el contacto,
los piropos, los tocamientos, con mostrar o friccionar los cuerpos, y esto
tiene un efecto e implicación cuando las mujeres, sobre todo las más jóvenes,
reducen su movilidad en el espacio público, y prefieren no salir, indicó.
Una de
las modalidades recientes en el ámbito público son las fotos con teléfonos
celulares, que hasta hace 20 años no existía, por lo que el acoso inicia de
manera presencial, pero se expande en lo digital.
“Sabemos
que hay grupos de hombres que toman fotografías a mujeres en el transporte y
espacios comunes, y luego las comparten en páginas dedicadas a eso, por lo que
se entrelaza como la nueva realidad del acoso que es híbrido”, explicó.
Ocurre
a las jóvenes
En el
Aula Magna de la FFyL, la también maestra en Antropología Social por el Centro
de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, precisó que
actualmente el acoso a mujeres en CdMx se presenta preponderantemente en el
grupo de edad específico de entre 12 a 25 años de edad.
“Esto tiene que ver con que algunos hombres consideran a las más jóvenes como inferiores o de su propiedad, de poder ‘utilizar’ sus cuerpos”, consideró.
En
general, agregó, a las mujeres se les ve como una propiedad, al menos en el
espacio público; se quiere hacer constar la “superioridad” de un género sobre
otro, y si hay superioridad hay derecho.
“Es la
moral sexista de que el acoso es normal, es una especie de prebenda por el sólo
hecho de ser varón, porque a las mujeres no se les ve como personas, sino como
objetos, y además hay ideas falsas de que a ellas les gusta eso”, expresó.
Hay
una creencia equivocada de que las mujeres requieren ser acosadas, porque “es
necesario y es parte de la autoestima”, o aquella otra de responsabilizarlas
por la forma en cómo se visten, pero, ¿qué ocurre en las sociedades islamistas
donde se cubren prácticamente todo el cuerpo para no padecer esa situación?,
¡de todos modos ocurre!
El
acoso también depende de otros factores como la interseccionalidad, la
condición socioespacial, socioeconómica; son más vulnerables las chicas que
viven en la periferia de la ciudad, las que pasan dos horas en el transporte,
que sufren una serie de obstáculos… viajar seguras es un derecho.
“Todo
esto requiere que una mujer denuncie, y eso necesita trabajo, porque no sabe si
la van a revictimizar, si la policía o los ministerios públicos están
capacitados para juzgar con perspectiva de género. Además de eso, debería
trabajarse mucho más con los varones, con el niño que ve a su padre, al tío o
cualquier hombre acosando, porque lo va normalizando, y se debe trabajar en la
educación pública, en la mentalidad de las personas”, finalizó.
Fuente:
UNAM