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Es necesario estar con ellos desde el
diagnóstico hasta la curación, afirma Aurora Medina Sanson, quien también
sugiere que los médicos de primer contacto dictaminen de manera oportuna
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Hoy se conmemora el Día Internacional de Lucha Contra el Cáncer Infantil
El cáncer ocupa
el segundo lugar entre las causas de muerte en niños de 5 a 14 años, solo
después de los accidentes; y es la primera causa de fallecimiento por
enfermedad en este grupo de edad, lo que lo sitúa como un problema de salud
pública, aunque muchas de las neoplasias malignas de la edad pediátrica son
curables si se diagnostican y tratan adecuadamente, afirma la profesora de la
Facultad de Medicina de la UNAM, Aurora Medina Sanson.
La
oncóloga pediatra refiere: el papel de la familia es esencial, desde el
diagnóstico hasta la curación. Las personas que rodean al paciente también
intervienen en el diagnóstico oportuno, en el apego al tratamiento y en el
manejo a tiempo de las complicaciones.
También
es fundamental para la curación que los médicos de primer contacto
diagnostiquen de manera oportuna, teniendo en cuenta que un síntoma persistente
se debe investigar, ya que el tiempo es crítico para que las neoplasias no
crezcan o se diseminen.
“Donde
contamos con los recursos para atender a estos pacientes, alrededor de 75 por
ciento de los niños y adolescentes (un poco más de siete de cada 10 niños),
pueden ser curados si reciben el tratamiento apropiado. Por eso el diagnóstico
oportuno es tan importante para lograr la meta de curar al mayor número
posible”, apunta.
La
edad promedio en que un menor es diagnosticado es entre los 6 y 10 años, y si a
partir de ahí recuperan la salud, estos niños podrían vivir decenas de años más
y alcanzar la esperanza de vida de la población general, abunda la experta.
En
entrevista con motivo del Día Internacional de Lucha Contra el Cáncer Infantil,
a conmemorarse hoy 15 de febrero, la universitaria detalla que ese mal en infantes
representa solo una fracción, de cinco por ciento, de esta enfermedad en seres
humanos, aunque es importante resaltar que en México 30 por ciento de la
población es menor de 18 años.
Se
estima que se registran de 11 a 18 casos de cáncer pediátrico por cada 100 mil
habitantes; es decir, de cuatro mil a siete mil nuevos en México anualmente,
aunque no hay cifras exactas. En el mundo, de acuerdo con la Organización
Panamericana de la Salud, al menos 300 mil niños y adolescentes son
diagnosticados cada año.
Factores
que influyen
En
prácticamente cualquier tejido del cuerpo puede desarrollarse una neoplasia
maligna, o sea, procesos donde se pierde el control en la división celular y se
generan tumores sólidos o leucemias.
El
tipo más frecuente en pediatría es la leucemia aguda linfoblástica, seguida por
los tumores del sistema nervioso central. En distintas estadísticas del
Instituto Mexicano del Seguro Social y del Hospital Infantil de México Federico
Gómez, donde labora la experta, “vemos que también son frecuentes los sarcomas
de tejidos blandos, específicamente un tumor que se origina en el músculo
estriado llamado rabdomiosarcoma”, los tumores de células germinales y
los linfomas.
Tenemos
una serie de neoplasias, cuya incidencia varía, incluyendo diversos tumores
abdominales, como el Tumor de Wilms, que es el tumor renal más común en niños,
el neuroblastoma (que puede originarse en las glándulas suprarrenales o en los
ganglios simpáticos), el hepatoblastoma (tumor embrionario del hígado), entre
otros. También se presentan en hueso como el Osteosarcoma y el Sarcoma de
Ewing, añade.
Las
causas en menores incluyen factores genéticos y ambientales. Por ejemplo, un
tipo de padecimiento genético cromosómico que aumenta el riesgo es el Síndrome
de Down; los pacientes tienen, de acuerdo con estimaciones, de 14 a 20 veces
más probabilidad que la población general de desarrollar una leucemia aguda.
Entre
las ambientales está la radiación ionizante: recibir radioterapia para un tumor
cerebral, por ejemplo, aumenta la posibilidad de un segundo cáncer.
De
igual manera, algunos virus pueden modificar el genoma de la célula y favorecer
el desarrollo del padecimiento, por ejemplo el denominado virus Epstein-Barr,
presente en ciertos linfomas, los virus de la hepatitis B y C que se asocian
con carcinoma hepatocelular y el virus de inmunodeficiencia humana.
Asimismo,
las inmunodeficiencias congénitas y adquiridas, aumentan el riesgo de
desarrollar linfomas.
Manifestaciones
Hay
síntomas inespecíficos que se presentan en diferentes neoplasias, como son
fiebre, astenia, falta de apetito, pérdida de peso, mientras que otros están
relacionados con cada cáncer específico.
En
el caso de la leucemia podemos agruparlos en síndromes: anémico (palidez,
fatiga, astenia o cansancio, adinamia o debilidad); hemorrágico (epistaxis o
hemorragia nasal, sangrado de encías, petequias o puntos de color púrpura o
marrón y hematomas o moretones debido al sangrado debajo de la piel).
Asimismo,
infiltrativo (crecimiento ganglionar, esplenomegalia o bazo aumentado de
tamaño, hipertrofia de las encías, etcétera.); y febril, que se manifiesta en
parte por la neutropenia (asociada a la sustitución en la médula ósea de los
leucocitos normales por células leucémicas que compromete la inmunidad y
provoca infecciones y fiebre) y también la actividad de la neoplasia y la
respuesta inmune al cáncer.
Los
síntomas son evidentes: el pequeño sangra, tiene moretones, está pálido, se
cansa, tiene crecimientos ganglionares, se le ven tumores en el cuello,
entonces es difícil que la familia no acuda al médico.
En
tanto, los tumores del sistema nervioso central se expresan típicamente con
cefalea o dolor de cabeza y otros signos de hipertensión intracraneal, como
vómito, típicamente en proyectil. A veces hay alteraciones visuales o en la
marcha y la fuerza muscular, etcétera.
Las
neoplasias en tejidos blandos de las extremidades se presentan como un tumor
que puede ser de tamaño variable. Casi todas ocasionan expresiones colaterales
como pérdida de peso y falta de apetito, puntualiza Medina Sanson.
Son
tres las piedras angulares del tratamiento, menciona la especialista:
quimioterapia, cirugía y radioterapia. “Las dos primeras son elementos básicos
en oncología pediátrica”, mientras que la tercera tiene indicaciones precisas,
en varios de los tumores sólidos y del sistema nervioso central, y ya muy
limitadas en leucemias agudas.
Actualmente
hay también terapias moleculares, las cuales se basan en identificar ciertos
blancos específicos de cada neoplasia para bloquear vías de señalización en la
célula neoplásica y detener su división, aclara.
Si
un cáncer se deja a su evolución natural, las células que lo forman van a
multiplicarse y crecer, llegarán a la circulación sanguínea y linfática, y se diseminarán
a órganos a distancia; eso nos va a limitar las posibilidades de curación,
alerta Medina Sanson.
De acuerdo con el gobierno de México, el Día Internacional de Lucha Contra
el Cáncer infantil fue establecido en el año 2002 por la Organización Internacional
de Cáncer Infantil (CCI, por sus siglas en inglés). Es una red constituida por
177 organizaciones de padres de niños con cáncer de 90 países en los cinco
continentes. La fecha se conmemora el 15 de febrero de cada año, con el
objetivo de crear conciencia y sensibilizar sobre esta enfermedad.
FUENTE:
UNAM