Si
se omite a los jardineros, el único moreno del campamento de la escuela
religiosa es Eduardo (Yubah Ortega) y eso convierte la experiencia para él en
un infierno.
Durante la noche, sus compañeros lo tiran de la litera, lo
rodean en el piso e incitan a todos a sumarse a la agresión, que justifican al
decir que no pertenece a ellos, todos de familia adinerada.
La escena forma parte de la cinta de miedo El Hoyo en la Cerca, que
llega este jueves a salas, donde el director Joaquín del Paso (Maquina
Panamericana) no requirió elementos sobrenaturales, sino que se enfocó en los
problemas sociales y la división en México.
«Quería hacer una película sobre el terror que podemos llegar a construir
como sociedad. Es de terror psicológico donde el monstruo realmente es una
construcción y está cerca de nosotros porque somos una parte de él»,
detalló el cineasta en entrevista.
«Es importante generar esa reflexión para que pueda existir la posibilidad
de un cambio, un nuevo camino, una nueva educación para los jóvenes, una forma
diferente de educar la masculinidad, de educar sobre la clase, sobre el
racismo, las diferencias y pensar en las similitudes que tenemos todos».
La cinta, ganadora del Bisato de Oro a Mejor Fotografía en el Festival de Cine
de Venecia, inicia cuando los estudiantes llegan al campamento y en una de sus
caminatas descubren que la cerca que rodea el terreno tiene un hoyo.
No saben qué pudo entrar y la paranoia aumenta por el miedo que tienen de
quienes son diferentes a ellos.
Del Paso creó la trama basado en un recuerdo propio de un campamento infantil
al que asistió, donde vivió cosas extrañas, pero terminó por entender que no
necesariamente todo fue como le pareció en un principio.
«Tuvimos mucho miedo en ese momento y mientras pasaban los años intentaba
analizar de dónde venía ese miedo, qué había ocurrido realmente, me di cuenta
que había algo más extraño y profundo: realmente no había ocurrido lo que
parecía, alguien había estado manipulando la situación.
«Eso es lo que explora la película, cómo podemos generar una imagen del
otro o del exterior para el beneficio del interior», explicó Del Paso.
Si bien los niños, de 12 años cuando filmaron, no eran actores, se prepararon
durante seis meses para asumir sus roles.
Ello le permitió a Valeria Lamm interpretar a Jordi, quien acosa escolarmente a
su compañero, y a Lucciano Kurti entender los cambios que sufre su rol,
Joaquincito, por presión social.
«La película la fuí compartiendo con ellos mientras nos íbamos acercando a
un momento difícil. El trabajo era día a día ir introduciéndolos, nunca leyeron
el guion, más bien les expliqué la película como pasaba.
«Al final terminó siendo una cosa más de terror y fuerte, había elementos
que no les decía para que pudieran interpretar su papel con una naturalidad más
grande sin saber realmente la consecuencia mayor de lo que estaban
haciendo», compartió Del Paso.