Por Ricardo Monreal
Hace unos días se cumplió un año de que el gobierno
de izquierda de Gabriel Boric llegó al poder en Chile. Entonces parecía que
tenía una agenda ambiciosa y también enormes retos por delante. Esta situación
no ha cambiado, sólo que ocurrieron varios eventos importantes que hicieron
rectificar algunas decisiones del mandatario, sin cambiar la dirección. El
objetivo principal de esa administración progresista sigue siendo mejorar las
condiciones sociales de la población y profundizar el papel del Estado en la
provisión de servicios para las personas. Esto significa plantear una
alternativa al modelo neoliberal que se agotó.
Las
proyecciones indican que en el 2023 la economía de Chile no crecerá, lo cual se
debe en parte al alza de las tasas de interés para contener las presiones
inflacionarias y a la decisión de no endeudarse; esto generó que el gasto
público aumentara muy poco. Además, las y los chilenos retiraron tras la
pandemia un monto considerable de sus fondos de pensiones. Con todo, hay
optimismo cauto y se espera que el año cierre mejor que lo que estiman las
instituciones financieras. Después de todo, hubo buenas noticias en el cierre
del 2022: la economía tuvo un superávit fiscal, la inflación empezó a ceder y
la inversión extranjera registró su valor más alto desde el 2015.
Un
desafío mayor para la sociedad chilena será el segundo intento por reformar su
Constitución. Ahora un comité experto elabora una propuesta que se entregará a
una Asamblea que será elegida el próximo 7 de mayo por votación general. En
diciembre terminará el proceso con un plebiscito de salida, en el que la
ciudadanía aprobará (o no) la nueva Carta Magna. En esta ronda, las voces
moderadas tendrán más espacio para concertar un texto renovado que en el primer
intento de reforma constitucional.
La
migración es un fenómeno complicado para toda la región. En total hay 1.4
millones de migrantes en Chile, lo que equivale a más del 7 por ciento de la
población. En el norte del país se vive una situación compleja por la llegada
masiva de personas –la mayoría de nacionalidad venezolana–, que se combina con
reclamos xenófobos en pequeñas localidades fronterizas, como Colchane, en el
límite con Bolivia.
Hace
unos días, el presidente Boric anunció que será una prioridad del Gobierno
“proteger la frontera para asegurar una migración regular, segura y ordenada”.
También pidió a los Gobiernos de Bolivia y Venezuela que reciban a personas
migrantes deportadas por las autoridades chilenas. En este sentido, será
importante poner atención a una próxima reunión anunciada para tratar este tema
con las autoridades de Chile, México, Argentina, Honduras, Colombia y Bolivia.
El
corazón de las propuestas del Gobierno de Boric ha experimentado golpes, ya que
no se lograron articular las mayorías necesarias para su aprobación. Hace unos
días, la Cámara de Diputadas y Diputados rechazó la reforma tributaria que
pretendía recaudar un 3.6 por ciento del Producto Interno Bruto que se preveía
para financiar iniciativas como el aumento de la pensión garantizada universal,
el incremento de recursos para la atención primaria de salud y la posibilidad
de otorgar más citas en los hospitales. Será necesario esperar un año para
volver a presentar este cambio fiscal en la Cámara Baja, en tanto que en el
Senado no alcanzan los votos que se requieren. Está pendiente ver qué sucederá.
Otras modificaciones legislativas importantes son la reforma del futuro de
pensiones, la creación de un sistema nacional de salud y la reducción de la
jornada laboral de 45 a 40 horas.
En
la última encuesta de Cadem, Boric registró una popularidad del 35 por ciento.
Aparentemente, una de las razones de la falta de apoyo es su inexperiencia.
Esto es paradójico, porque una de las cartas fuertes en su candidatura fueron
su frescura y una nueva manera de hacer política, además de la distancia que
tomó respecto a la izquierda tradicional. En el año que acaba de terminar,
Boric ha hecho modificaciones al gabinete para incluir a progresistas
experimentados, que inicialmente dejó al margen del gobierno.
La
moneda está en el aire en muchos temas, pero en todos serán necesarios el
diálogo y la negociación para poder concretar algunos de los cambios que se
proponen. Boric habrá de concertar el apoyo de la oposición para avanzar en sus
reformas.
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