Cd.
de México (22 marzo 2022).- Para
el escritor tanzano Abdulrazak Gurnah, Premio Nobel de Literatura 2021, el
oficio de un autor es el de llenar las grietas que se forman entre la
imaginación popular y el discurso académico.
Es ahí, en esos intersticios, donde las letras adquieren su función esencial:
la de ayudar a los lectores a entender el mundo, de una forma directa y
fácilmente aprehensible.
Y el mundo de Gurnah (Zanzíbar, 1948), ciertamente, es uno complejo, con un
interés manifiesto y dedicado por narrar la migración, el desarraigo de los
refugiados y desplazados, y el colonialismo, temas que han marcado su propia
biografía.
En conferencia de prensa para presentar a los lectores en
español su libro A orillas del mar (Salamandra), el Nobel
compartió este martes algunas de las claves para entender su literatura.
«En mi caso, estoy interesado en estos movimientos largos que la gente
lleva haciendo desde sus países, ya sea porque son forzados por la violencia,
la guerra u otras razones», explicó.
«También tiene que ver con mi propia experiencia, algo que ha estado en mi
vida durante toda mi adultez, viviendo como un extranjero yo mismo en otro
país».
A los 18 años, Gurnah se vio forzado a salir de Zanzíbar a causa de una
revolución que comenzó a perseguir a la minoría musulmana, razón por la que
llegó al Reino Unido.
«Cuando tienes 18, ya has vivido, más o menos, una vida; es muy difícil olvidar
las cosas cuando llegas a esa edad», relató.
NARRAR DESDE LA EXPERIENCIA
Aunque nunca de manera plenamente autobiográfica, las obras de Gurnah abrevan
de su experiencia y la de su familia, como en el caso de su padre, a quien un
día, viéndolo ya demasiado mayor y cansado, imaginó como un niño cuando
Zanzíbar comenzó a ser colonizado.
La historia resultante, en su novela Paraíso, es la de un pequeño
llamado Yusuf que es empeñado por su familia para pagar una deuda, obligado a
trabajar para un mercader, y con la cual el autor busca dar luz a los lectores
sobre un periodo histórico de una forma en la que la academia no puede.
«Pongamos, por ejemplo, el periodo en el que ocurre Paraíso,
el episodio del que estoy escribiendo ahí, que es el periodo de la llegada del
colonialismo europeo, a esa parte del mundo, al este de África»,
ejemplificó el Nobel.
«No es que los historiadores no hayan escrito al respecto, tampoco que la
gente que vive ahí no sepa de ello, pero hay una grieta entre lo que hacen los
académicos, lo que hacen los historiadores, lo que hacen los antropólogos, y el
conocimiento popular, la imaginación popular».
En ese espacio, explica, la literatura adquiere su razón de ser.
«Puede humanizar este discurso académico y hacer que esté disponible para
que la gente pueda entenderlo de una forma en la que las personas que no son
historiadores, o que no son antropólogos, puedan entender el mundo»,
apuntó.
«Éste es el puente, eso es lo que hace la literatura, yo creo: nos conecta
con cosas que no conocemos, pero de una forma en la que se hace accesible y nos
permite entrar a estas experiencias de una forma en la que la academia no
siempre lo hace».
LITERATURA POSCOLONIAL
Publicada originalmente en 2001, A orillas del mar propone un
camino divergente al de Paraíso, pues aquí el protagonista, Saleh
Omar, es un hombre mayor que intenta ingresar al Reino Unido con un pasaporte
falso.
Según contó Gurnah, la imagen que detonó la novela fue la de un hombre afgano
que, a sus 65 años, pidió asilo para entrar a Inglaterra luego de que el avión
en el que viajaba fuera secuestrado y llevado, inesperadamente, a Londres.
«Me pregunté: ¿Qué hace ese hombre ya viejo? ¿Qué cree que está haciendo
al dejar su país, su vida, lo que sea que esté bien o mal sobre su vida? ¿Qué
es lo que está haciendo?», relató el escritor sobre la imagen que vio en
las noticias.
«Así nació Saleh Omar, al imaginar cómo sería para alguien de 65 años, qué
razones tendría a esa edad para decir: ‘Quiero dejar mi vida y empezar algo distinto’,
o es una suerte de derrota, de resignación».
Desde que fue anunciado que había ganado el Nobel, Gurnah ha sido
insistentemente señalado como un autor «poscolonial», término
académico que considera útil y del que no reniega.
«Cuando entendimos un poco más sobre los beneficios de este paradigma,
entonces otras disciplinas comenzaron a usarlo, como la psicología, o los
estudios medievales, etcétera, porque el poscolonialismo, o el encuentro entre
Europa y otros lugares ha estado pasando por siglos, así que todavía puedes
usar ese paradigma, la idea de lo poscolonial, para estudiar cosas de mucho
antes de que la gente estuviera hablando del colonialismo, porque de lo que
hablas es de ese encuentro entre Europa y los no-europeos, lo que se hacen entre
ellos, lo que sale de ello y cuáles son las consecuencias», expuso.
«No creo que (el término) sea un gran cesto para aventarle basura adentro,
creo que es un concepto muy útil, pero, claro, si a alguien se le ocurre un
nuevo nombre para este proceso, o esta forma de cuestionar, pues tengamos una
nueva palabra, no nos quedemos atorados con lo poscolonial si le causa
problemas a la gente», abundó.
CUESTIONAR EL STATU QUO
Aunque se encuentra agradecido con el Nobel, que considera lo mejor que le pudo
haber pasado para la circulación de su obra, Gurnah no deja de criticar la
tendencia que lo ha llevado a ser uno de los poquísimos escritores africanos en
ganar; un problema que, asegura, es general para los no europeos.
«¿Cuántos indios han ganado el Premio Nobel? ¿Cuántos escritores chinos lo
han ganado? ¿O japoneses? ¿O personas de otros lados? La cuestión es realmente
por qué siempre han sido los europeos los que han ganado, o personas de
ascendencia europea», cuestiona.
«Creo que la respuesta es muy directa y obvia: en cierto sentido, esto
expresa la estrechez del valor que se le da a las producciones literarias no
europeas; esto es así, no puedes cambiarlo, no puedes rebobinar hacia atrás la
historia y decir: ‘La Academia sueca debió leer más escritores de este tipo u
otro’, eso es lo que pasó», ponderó.
Por lo pronto, dijo, se encuentra disfrutando de todo lo que ha traído el Nobel
antes de volver a sentarse a escribir.
«Lo maravilloso de este gran premio es que genera tanto interés y tanto
deseo de la gente para conocerte y escuchar lo que dices, que no te deja mucho
tiempo para escribir», dijo de buen humor. «Pero, con el tiempo,
podré regresar a escribir».