• María Herlinda Montiel Sánchez consideró
establecer colaboraciones para la elaboración de esos productos
• Nuestro país tiene gran potencial en la materia; en la Universidad Nacional realizan
proyectos con diversas aplicaciones, expuso Claudia Rodríguez Almazán
Aproximadamente 15
dependencias de la UNAM trabajan en el diseño y desarrollo de biosensores para
detectar, de forma temprana, enfermedades en plantas y humanos; algunos son capaces
de identificar contaminantes en el medio ambiente, y al menos uno de los
proyectos ha sido transferido a la industria, comentó la investigadora del
Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) de la UNAM, Claudia
Rodríguez Almazán.
María Herlinda Montiel Sánchez, directora del
ICAT, añadió que la importancia de fabricar este tipo de dispositivos fue
evidente con la reciente pandemia, pues el SARS-CoV-2 no es el primero ni el
único virus que afecta la salud de grandes poblaciones. El diseño de este tipo
de dispositivos permitiría estar mejor preparados para enfrentar los futuros
problemas de salud.
“Nos
tomó sin estar organizados y ahorita, al formar colaboraciones y vínculos,
sería más fácil crear un biosensor propio. Podremos decir: no tengo una vacuna,
pero sí un dispositivo que permita la detección de algún patógeno o virus”,
destacó la también investigadora.
Un
ejemplo de esta tecnología empleada durante la emergencia sanitaria es MinION,
señaló Rodríguez Almazán, la cual fue desarrollada en Reino Unido y utilizada
en naciones como México; es capaz de encontrar e identificar el virus o
patógeno de interés en cinco horas, respecto a pruebas similares que antes
tardaban hasta 72 horas en ser procesadas.
La
investigadora del ICAT explicó en entrevista que su elaboración requiere de
ciencia básica y de expertos en el diseño de nuevos materiales, creación de
prototipos y análisis de la información; es decir, de la coordinación de
múltiples áreas del conocimiento.
Como
ejemplo de los proyectos, destacó que, además del creado en la Facultad de
Ciencias para la localización temprana de la COVID-19, actualmente la Facultad
de Química trabaja en el plan de biosensores fluorescentes codificados
genéticamente para sensar cambios
en el ambiente.
En
el Instituto de Química otro equipo labora en el diseño de una plataforma
basada en ADN; en el Instituto de Biotecnología revisan la proteína bfVFP,
producida por una medusa que genera un color violeta fluorescente, la cual
podría ser utilizada en biosensores con aplicación biomédica. Y en el Instituto
de Ingeniería los emplean para contribuir a mejorar el rendimiento de atletas
que practican karate.
Datos
del Sistema de Patrimonio Intelectual UNAM -de la Coordinación de Vinculación y
Transferencia Tecnológica- indican que de los trabajos que han logrado un nivel
de desarrollo avanzado al menos dos han sido patentados por esta casa de
estudios.
El
primero fue desarrollado por expertos de la Facultad de Medicina y la Facultad
de Química, es un biosensor fluorescente de calmodulina. El segundo, de la
Facultad de Ciencias, es un dispositivo para la detección y medición de
biomoléculas empleando una muestra de fluido corporal. Este último fue
transferido a la industria.
Importancia
económica
Según
el Global Market Insights, en 2022 las empresas que fabricaron biosensores en
Estados Unidos registraron ganancias por 28 mil 500 millones de dólares; en una
década se espera que esa cifra llegue a 58 mil millones de dólares.
“Nos
estamos quedando muy atrás”, consideró Rodríguez Almazán, pues nuestro país
tiene un gran potencial de desarrollo en la materia, pero no se explota como
debería ser.
De acuerdo con la
científica, se han identificado algunas de las dependencias universitarias que
trabajan proyectos de biosensores; sin embargo, se carece de una base de datos
que reúna la información del total, la cual permitiría avanzar más en la
elaboración de los productos.
Sería
ideal desarrollar una para impulsar el desarrollo de los dispositivos, así como
el rubro de vinculación con las empresas, qué tipo de industrias estarían
interesadas en unir esfuerzos con la UNAM o algunas otras instituciones.
Además, la integración de la información ayudaría a identificar los proyectos
que hay en el país y enriquecería el progreso de esta área, comentó la también
doctora en Ciencias Biomédicas.
“Lo
que me inquietó es que hay grupos que trabajan en una línea igual o similar,
pero no hay colaboración, reflejo de la falta de eventos académicos que permita
la creación de colaboraciones; entonces, si trabajan en la misma área por qué
no conjuntarlos para crear un dispositivo mejorado, o varios biosensores, con
el fin de ayudar a solucionar un problema”, propuso la investigadora.
Recientemente
el ICAT organizó su Segundo Simposio Nacional de Biosensores donde se
identificó un centenar de proyectos (incluidos los de la UNAM) de instituciones
de educación superior del país, centros de investigación y de algunas empresas.
Fuente
UNAM