Ciudad
de México 29 de septiembre de 2023.- Paula Zelaya Cervantes es una de las
dramaturgas y directoras que constantemente vemos trabajando en los escenarios
de nuestro país. Es licenciada con honores en Literatura Inglesa y Teatro por
la Universidad de British Columbia, en Vancouver, Canadá.
Desde
pequeña, aproximadamente hace 20 años, Paula supo que se quería dedicar al
teatro. Fue en las clases de teatro en la secundaria que descubrió su vocación.
En este sentido, comparte en entrevista con Cartelera de Teatro, fue gracias a esa clase y a su maestra que la
animó a que disfrutara el teatro y lo viera como una profesión.
La
también traductora y adaptadora es nuestra directora del mes. Platicamos con
ella sobre su carrera, sus inicios como directora y sus proyectos, entre ellos
Creadores de mundos, que actualmente se encuentra en cartelera.
Paula
dio sus primeros pasos en el teatro en la actuación, pues es lo que a los 12
años se puede hacer, nos dice riendo. Posteriormente, al ingresar a la
Universidad en Vancouver, Canadá, se da cuenta que lo que realmente le gustaba
era escribir y la dirección de escena. En aquel país estudió de manera
simultánea dos carreras: Literatura y Teatro. “Me especialicé en dirección,
tomé todas las materias que pude de dirección de escena”, señala.
La
visibilidad en la dirección escénica
A su
regreso a México, se incorporó a Once Once Producciones, productora encabezada
por Jimena Saltiel y compuesta por mujeres. Además de los proyectos con esa
casa productora, ha escrito y dirigido ya diversos proyectos de la mano de
otras productoras. En este sentido, considera que ha tenido suerte. Sin
embargo, señala que la dirección escénica es un medio difícil, sobre todo por
el tema de la visibilidad. Se trata, reflexiona, de un tema de la imagen que se
tiene sobre el rol del director. “Fue hasta años recientes que de pronto empecé
a notar la cantidad de directoras que hay, pero muchas veces las personas más visibles
son los hombres”, narra.
A
pesar de lo complicado del medio, la dramaturga y directora ha logrado varios
reconocimientos. En 2018, El hilador, obra escrita y dirigida por ella, ganó en
los Premios del Público Cartelera de Teatro los reconocimientos a Mejor obra,
Mejor dirección, Mejor dramaturgia y Mejor diseño de arte. El montaje ganó
también el premio Metropolitano a Diseño de movimiento y los Critics’ Choice
Award a Mejor Obra y Volunteers’ Choice Award en el Festival Fringe 2016 de
Vancouver, Canadá.
Lo más
complicado, confiesa, ha sido creerse a sí misma que podía dirigir cuando no
había mujeres tan visibles en ese rol. Ahora, apunta: “Veo a Micaela Gramajo, a
Angélica Rogel, hay tantas mujeres increíbles que dirigen, pero siendo un poco
más joven y no viendo tantas, era raro de pronto imaginarme a mí”.
“He
batallado con mi propia imagen de cómo es un director”
Paula
nos platica que si bien no se ha encontrado con tanta resistencia, el mayor
problema ha sido esa imagen que existe de cómo debe ser un director. Al
respecto, señala: “He batallado con mi propia imagen de cómo es un director, y
como yo no me asemejo a esa criatura que yo tenía en mi cabeza”. Esta figura
es, comenta, una persona con cierto nivel de autoridad, seguridad y certeza,
“que yo no tengo”. Para la directora, esto ha sido un viaje en los últimos
años. Este viaje, la ha llevado a darse cuenta de que “no necesito ser esa
persona para poder dirigir”.
Sobre
este tema abunda que si bien no han sido tantas las experiencias negativas, sí
las ha habido. “En algunas ocasiones, con algunos equipos de trabajo, con
algunos elementos en algunos equipos de trabajos, les cuesta “matchearme” a mí
con la idea de director que ellos tienen”.
Una
forma diferente de entender cómo se puede dirigir
“Más
que nada es la imagen que todas y todes tenemos en la cabeza de cómo es
dirigir, de quién dirige”, explica Paula Zelaya, y puntualiza que de lo que se
trata es “de ir rompiendo eso poco a poco, y me he dado cuenta que dirijo mejor
cuando no trato de ser así”.
Cambiar
esta imagen que se tiene de la dirección, destaca, es algo que no solo es útil
para las mujeres que dirigen. Quienes dirigen desde un lugar de cierta fuerza y
certeza, también pueden beneficiarse de otro tipo de dirección, advierte. “Es
algo que no solo tendría que caracterizar a las directoras mujeres, ni que
todas las directoras mujeres tienen que caracterizarse de esa forma. Solo es
una forma de ir entendiendo, una forma diferente de entender cómo se puede
dirigir”, remata.
Generar
un espacio donde todos puedan llevar su creatividad lo más lejos posible
Al
entrar a un salón de ensayo, Paula Zelaya lo hace teniendo en mente que no es
infalible ni tiene todas las respuestas. Sabiendo que no se puede imponer nada
a nadie. Para la dramaturga y directora el reto es generar un espacio donde
todos puedan llevar su creatividad lo más lejos posible, sin que se pierda la
sensación de unidad de una pieza. “Es un rol complicado, porque por un lado
tienen la responsabilidad de llevar a un buen lugar, con una visión que le da
unidad a una pieza, y al mismo tiempo hacer espacio para que todas las personas
involucradas sean lo más creativas que puedan”, destaca.
Al
respecto, agrega: “Es ir cuidando, protegiendo, ir cortando un arbusto por diferentes
lados, pero sin que se destruya el arbusto o le quites la posibilidad a las
personas de ofrecer todo lo que te pueden ofrecer y lo que pueden ofrecer al
proyecto”.
Una
“revolución” en los salones de ensayo
En la
plática abordamos el tema de los cambios que se están viendo en muchos aspectos
del quehacer teatral. En este sentido, le preguntamos cómo ve el panorama como
parte de una nueva generación. Al respecto, la directora considera que existe
una “revolución” en los salones de ensayo. Como ejemplo, nos pone a Creadores
de mundos, la obra que actualmente dirige. En ella, por primera ocasión la
directora trabaja con una coordinadora de intimidad, rol que realiza María
Penella. Si bien solamente hay un beso en el montaje, destaca, “es muy importante
que empecemos a entender ese tipo de interacciones íntimas”. Se trata, explica,
de un contacto entre dos personas que no tienen una relación amorosa en la
realidad. “Aunque la tuvieran”, continúa, “en la realidad es otra cosa
diferente”.
Esto
se trata, destaca la dramaturga, de reentender, como una nueva generación, lo
que se les enseñó y la forma en la que se les enseñó. “Las escuelas de teatro
en el pasado enseñaban de cierta forma que puede ser muy dañina, especialmente
para la autonomía de las actrices”, advierte. En contraposición, comenta Paula,
se debe buscar un espacio seguro, “me encanta ser una directora que no va a
perpetuar esos patrones”.
La
creadora escénica destaca que se debe buscar que los salones de ensayo se
vuelvan un sitio seguro, “no un sitio de horror, que muchas veces lo han sido”.
Es en este espacio en el que se puede permitir la creatividad, para Zelaya
Cervantes no es concebible que un espacio seguro impida la creatividad. Por el
contrario, dice, “la puede potenciar al máximo, eso me emociona muchísimo”.
Diversidad
de visiones
Otro
aspecto del momento que vivimos que emociona a la autora de El Hilador, es que
las actrices de pronto tengan ganas de dirigir, que no se sienta esa barrera.
Como ejemplo, señaló a Ana Guzmán Quintero, quien en una entrevista confesó
tener ese “gusanito”, también agregó están las actrices que al mismo tiempo
escriben, como Ana González Bello. “Pensar que se pueden doblar esos roles, que
no solamente estás encasillado en uno, también me emociona mucho. Es algo que
sucede más y más ahora”, puntualizó.
Comentamos
entonces el rol de creadores o creadoras escénicas. El tener personas que en un
proyecto participan en cierto rol, y en otro realizan otra tarea es algo que
enriquece. “Tener esa diversidad de visiones es muy padre”, afirma. Como
ejemplo comparte su experiencia en Lobas, en donde María Penella participó como
actriz, pero también retroalimentó a la directora. La visión y la intuición de
la actriz, confiesa, “me ayudó mucho como directora a tomar decisiones”. En
este sentido, subraya: “Tus ojos nunca van a ser iguales a los de alguien más,
y tu entrenamiento nunca es idéntico al de alguien más”.
Un
gran lugar para explorarse a sí misma
Al
hablar sobre proyectos que la hayan marcado, Paula Zelaya nos confiesa que con
245 actos de maldad extraordinaria fue el momento en que más miedo ha tenido en
el teatro. Después de sentir pánico, abundó, se dio cuenta que no pasaba nada
si las cosas no salían bien, y “aparte es muy probable que salgan bien”.
245 actos
de maldad extraordinaria, coescrita con Ana González Bello, se estrenó en 2017
en Off Broadway, en México se presentó en un par de exitosas temporadas. En los
Premios del Público Cartelera de Teatro Ana González Bello estuvo nominada en
2023 por esta obra como Mejor actriz. El montaje obtuvo los premios del
National Latino Playwright Award y del premio Sharon Enkins a Mejor Obra para
Público Joven otorgado por el Playwright’s Guild of Canada.
Este
proyecto, reflexiona, le ayudó a entender su rol en el momento de escribir. Al
ser una obra tan personal fue un gran reto para ella, pero también, acepta, fue
muy divertido. Si bien como autora le da miedo meter partes de ella en las
historias, y no le gusta escribir autobiográficamente, esta obra refleja cosas
que le provocan miedo, que se cuestiona o que le dan risa. Este proyecto, nos
dice, le enseñó que en lugar de tener miedo, se trata de un gran lugar para
explorarse a sí misma. Se trata de algo, señala, “que puede dar miedo, porque
expones más, aunque nadie lo sabe no me interesa que la gente sepa que en una
obra de teatro se trata de mí, no es mi interés eso, pero me doy cuenta que es
un lugar increíble para discutir y analizar cosas”.
Proyectos
que “dan fuerza para seguir”
245
actos de maldad extraordinaria es además la primera vez en la que la autora
compartió dramaturgia con alguien. Al respecto dice que fue muy divertido, pero
también extraño, “fue increíble darme cuenta que eso también lo puedo hacer, me
gustó mucho. Ese proyecto fue muy especial”.
Proyectos
como este, que son “un poco como lanzarte al vacío”, que provocan miedo, pero
al final funcionan bien y resuenan con el público, nos dice la Paula, “dan
fuerza para seguir y darte cuenta que sí se puede”.
La
ficción como mecanismo de defensa
Sobre
Creadores de mundos, la directora nos dice que le gusta mucho porque habla de
lo salvadora que puede ser la ficción. La realidad puede ser un lugar muy
complicado, y en esta obra se explora a la ficción como algo que no se detiene
cuando cumples 15 años. Para los personajes en la obra, diagnosticados con una
condición mental, nos dice, se trata de un mecanismo de defensa para poder
sobrevivir un mundo tan complicado.
Nosotros
y los personajes vivimos en un mundo que “no está diseñado, por alguna razón,
para lidiar con todas las posibilidades que ofrece la experiencia humana”. Por
esta razón, los personajes de la obra desarrollan mundos de ficción para poder
lidiar con la realidad. “Me gusta mucho lo metateatral de eso, la forma en que
también nosotros, a la hora de hacer teatro, creamos los mundos y los
protegemos”, destaca. Se trata, concluye, de una obra con una exploración
“juguetona de cómo la ficción salva, aun cuando eres adulto”.
La
obra ha sido recibida por el público desde un lugar de suavidad, de comprensión
y ternura con los personajes, considera Paula Zelaya. Sobre esto, destaca: “Es
lo que genera el teatro al final del día. Si alguien te cuenta algo de alguien
que no conoces, posiblemente te da igual; pero si te cuentan una historia o ves
una historia la cosa cambia, es imposible que no genere empatía de alguna
forma”.
El
teatro “le da un propósito a mi vida, como un llamado espiritual”
Sobre
el lugar que ocupa el teatro en su vida nos dice que, antes que nada es su
carrera. “Me encanta poder vivir de algo que me gusta”. El teatro, para la
autora, es muchas cosas. Es, nos dice,
una industria que da trabajo pero también es una gran familia. “Me gusta
mucho esa sensación de amistad que se genera en comunidad, que te une ese amor
al teatro”, subraya.
Se
trara, para Paula Zelaya, de un lugar de conexión consigo misma, un lugar de
reflexión y de gozo profundo. Su relación con el teatro la resume así: “ Me
apasiona de una manera que no veo que esto me pueda llegar a aburrir nunca. Le
da un propósito a mi vida, como un llamado espiritual”. El teatro, remata,
llena partes de ella de una forma casi sanadora, “que tu trabajo sea eso, es
increíble”.
Finalmente,
Paula Zelaya nos comparte que lo que resta del año lo dedicará a la escritura.
Adelantó que, junto a Ana González Bello, está escribiendo una película.
También nos comparte que está por terminar de escribir otra obra de teatro.
“Este fin de año es más que nada para planear y para escribir,eso me gusta
mucho”, puntualiza.