Por Héctor Guerrero
“El poder
corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”,
esa frase
de Lord Acton, era la favorita de Porfirio Muñoz Ledo.
Se fue una leyenda, con todo lo
bueno y lo malo que pudo ser un político, para bien y para mal del país un gran
personaje de la política mexicana.
Ante la inevitable cita con la
muerte, cuando ésta llega, no llega sola, llega con un abanico de virtudes,
elogios y reconocimientos, a veces inmerecidas, a veces imaginarios, que tenía
la persona que hoy ya no está con nosotros.
Un hombre de claroscuros, con el
don de la palabra, nunca dejó indiferente a nadie, un hombre fiel a su
ideología, a sus principios, el seguidor número uno de la doctrina que más le
apasionaba, la que le gustaba ejercer, igualar, imponer: Porfirio Alejandro Muñoz
Ledo y Lazo de la Vega, a quién tuve la oportunidad de conocer personalmente
varias veces, la primera de ellas por el año de 1995, pues lo entrevisté para radio y prensa
escrita, un hombre de buen trato, un gran conversador, sin duda un personaje que
te dejaba muchas enseñanzas, muchas anécdotas, sin duda uno de los mejores
políticos que ha dado México.
Lo recuerdo siempre poniendo el
dedo en la llaga, siempre se esperaba su reacción ante algún suceso importante,
siempre con ese punto de vista muy agudo, siempre crítico del poder y siempre,
después de una charla con él, tu horizonte se ampliaba un poco.
Un joven que ingresó al PRI allá
por finales de los años 50, hasta lograr dirigirlo, un hombre que defendió a
Díaz Ordaz como un perro, cuando sirvió como secretario del trabajo a Luis
Echeverría, para luego, en 1988, salir en desbandada para crear lo que hoy es
(queda) del PRD, fue candidato a la presidencia, embajador de México ante la
Unión Europea, Diputado, Senador y murió enfrentado al actual régimen, siendo
él mismo quien colocó la banda presidencial a López.
“El poder corrompe, y el poder
absoluto corrompe absolutamente”, congruencia.
Porfirio siempre supo renacer se
sus cenizas, ¿cuántas veces en público y en privado que estaba acabado?, muchas.
Basta recordar cuando, Andrés
López lo invitó a cerrar su mitin contra el desafuero, durante su intervención
fue vituperado, se llevó abucheos y rechiflas que lo obligaron a bajarse de la
tarima al grito de ¡Traidor! Ahí sus detractores coincidían en afirmar que PML
era ya cosa del pasado.
¿Cuántos de aquellos que lo
dieron por acabado figuran hoy en la política nacional?, casi no quedan.
Porfirio Muñoz Ledo representa lo
peor y lo mejor de la política mexicana, un político más cerca del estado que
de la sociedad, uno de los últimos representantes de ese nacionalismo
revolucionario rancio a quien el neoliberalismo echó por la puerta de atrás.
Qué más se puede decir de
Porfirio Muñoz Ledo, que una anécdota del dominio público y que tiene que ver
nada más y nada menos que con el ídolo de Güamúchil (y mío también) Pedro
Infante.
La anécdota la recojo de memoria,
si caigo en alguna imprecisión, me dicen por favor.
Allá por los 50 un joven Porfirio
Muñoz Ledo, junto con otros compañeros de la facultad de derecho de la UNAM,
entre ellos Miguel de la Madrid Hurtado, querían tomar un curso de Derecho en
la Universidad Autónoma de Yucatán.
Lastimosamente nadie de sus
compañeros tenía la solvencia económica para pagar el viaje.
En su desesperación y su
soberbia, supongo a Porfirio se le ocurrió que podrían solventar sus gastos si
contrataban a Pedro Infante para que fuera a la UNAM a dar una conferencia o un
concierto, por el cual cobrerían el derecho de admisión y ¡Pum!, Yucatán ahi
voy…
Porfirio y Miguel se dieron a la
tarea de contactar y convencer al Charro mexicano de ir a la universidad.
Así Pedro acudió a la UNAM
vestido de charro para charlar con los jóvenes, dando un mensaje de calidad
humana que sabemos tenía bastante, la importancia del estudio, pero sobre todo
una frase.
«Estudien y aprovechen
muchachos, México los necesita”.
Al final, Pedro sacó de su bolsa
5 mil del águila y se los dió a los osados jóvenes, Pedro no cbró un solo
centavo por su participación y el evento fue más que un éxito, algo histórico
para la máxima casa de estudios.
A propósito del día del abogado,
hoy existe en la facultad de derecho de la UADY un aula que se llama “Pedro
Infante”.
Ese era Porfirio Alejandro Muñoz
Ledo y Lazo de la Vega.
Descanse en paz.
Tiempo al tiempo.