- Se promoverá la obra de la artista en colaboración con la familia,
anunció la directora general del Inbal
La Secretaría
de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y
Literatura (Inbal) recordaron a Lucinda Urrusti, artista egresada de la Escuela
Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda e
integrante del Salón de la Plástica Mexicana y una de las más importantes
pintoras del exilio español.
A la
Sala Manuel M. Ponce asistieron familiares y amigos de la
artista: Juan Francisco y Juan Ramón Urrusti, la profesora de Historia del arte
Yolanda Guasch Marí; el especialista del Centro Nacional de Investigación,
Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap), Eduardo Espinosa, y
el poeta y traductor Jaime Moreno Villarreal.
Lucinda
Urrusti regresa a casa y regresa acompañada de toda una familia, de la cual
ella fue semilla-raíz, afirmó la directora general del Instituto Nacional de
Bellas Artes y Literatura, Lucina Jiménez López, tras apreciar el
documental Conversación de Lucinda Urrusti y Jaime Moreno Villarreal, en
el máximo recinto cultural del país.
Al agradecer a
la familia Urrusti, a todas las personas que se dieron cita y a quienes
ofrecieron una mirada a su obra, a su cotidianidad y a sus procesos creativos,
dijo: “Gracias por compartir memoria y afectos”.
Para la
titular del Inbal, la manera como la maestra se expresaba era muy contundente,
esa herencia cultural de los dos mundos, siempre le dieron a ella una visión de
sabiduría que pocas veces se encuentra reunida en una misma persona.
Al recordar el
paso de la retratista, compartió que la maestra transitó por toda una época de
la vida cultural de nuestro país y “lo hizo de la mano de las mejores
expresiones que en su momento estaban construyendo la posibilidad de un México
moderno”.
Además, ella
transitó por este Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, porque le
debemos a ella el haber pisado La Esmeralda
y
haberse formado con muchos de los pintores que en ese momento estaban dando
vida a esa escuela como un espacio de efervescencia
también
para la formación de las nuevas vocaciones pictóricas y escultóricas que
emergieron ahí.
Al referirse a
su obra, comentó: “Pienso que en esos cuadros que nos deja hay un ejercicio de
una profundidad tremenda”, porque no es cualquier Carlos Fuentes, no es
cualquier Ramón Xirau o Beatriz de la Fuente, es la profundidad que podemos
observar en su presencia, porque Lucinda tenía la capacidad de pintarles el
alma, no solo el rostro.
Por último,
mencionó que la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas
Artes y Literatura deben fortalecer la visión, la contemporaneidad de la obra
de Lucinda Urrusti, pero es la familia múltiple quien debe marcar la pauta, la
ruta y la tesitura.
El arte, una
manera de promover nuestra sensibilidad
Por su parte,
Juan Francisco Urrusti, sobrino de la artista, afirmó que “para ella el arte no
era algo para colgar en la pared, era una manera de promover nuestra
sensibilidad hacia todo el mundo, hacia la gente y hacia todo”.
El también
creador del documental Conversación de Lucinda Urrusti y Jaime Moreno
Villarreal, dijo que la familia recibió la influencia de Lucinda, “la
mayoría somos artistas, nos dedicamos al arte, y en esa responsabilidad es un
gran honor regresar al Palacio de Bellas Artes, luego de la última exposición
que montara Lucinda en los años setenta, y los documentales que he hecho hablan
sobre la historia de nuestra familia, desde que llegó a México, después del exilio
español”.
Traspasar los
límites en la pintura
En tanto,
Jaime Villarreal refirió que la artista siempre hablaba de libertad. “La
llegada a México le significó una llegada a un mundo donde pudo disfrutar de
una libertad que en su infancia había sido cortada. Lucinda siempre hablaba de
la necesidad de traspasar los límites en la pintura, esto la llevó a traspasar
los límites del lienzo y ocupar los marcos como parte de la obra”.
Y citó
palabras de la homenajeada: “Que a mí el límite no me limite, que las
limitaciones no me limiten”. Por lo que no concebía a su generación como una
generación de la Ruptura -como Vicente Rojo- sino de la apertura. Y este
trabajo que hizo en los límites era precisamente esto: Abrir la cultura más
allá del marco; como mujer no atenerse a ninguna limitación y como artista de
deveras, son los que trabajan en el límite y lo traspasan”.
Memoria viva
del exilio
Por su parte,
Yolanda Guasch, investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Granada, comentó que conoció a Lucinda hace 10 años, “me
encontraba en México realizando una investigación sobre artistas españolas
exiliadas y ella era, junto a otras creadoras, como la recién fallecida Marta
Palau, la memoria viva de exilio, qué privilegiada fui entonces y cuánto lo soy
ahora por estar aquí.
“Su exilio, el
de su familia y el de otras, ha marcado la historia reciente de España, pero
también la de México, a partir de entonces su casa, la misma que fue de Octavio
Paz o de Carlos Fuentes y de muchos otros intelectuales, fue también la mía,
después precisamente del retrato de Fuentes hoy nos ha descrito el compañero,
el que siempre me acompañó en mis recuerdos de las muchas conversaciones que
mantuvimos y la sitúan a ella sentada frente a mí, dispuesta a narrar cada uno
de los detalles de su pasado español suspendido por una guerra atroz o paseando
en su estudio para compartir un cuadro en proceso o contarme cada una de las
obras que atesoraba, agregó la historiadora del arte.
En el
homenaje, el cual fue moderado por la coordinadora nacional de Artes Visuales,
Lluvia Sepúlveda, y a la cual asistió la subdirectora general de Patrimonio
Artístico, Dolores Martínez, el investigador Eduardo Espinosa Campos compartió
algunas anécdotas de la homenajeada, pero resaltó que conversar con la maestra
Urrusti era toda una experiencia, todo un privilegio, tenía una manera
cautivadora de narrar, llena de detalles que revelaban su mirada de artista y
al mismo tiempo el placer por la lectura que cultivó desde la adolescencia
Para el
investigador del Cenidiap del Inbal, Lucinda Urrusti no fue una artista
convencional, por lo que el dibujo y la pintura no le fue suficiente, siempre
consistió en ella la búsqueda de nuevas herramientas, de nuevas formas para
expresar su universo íntimo e inagotable; por eso exploró el grabado y la
cerámica, y habría de encontrar en la piedra y en la madera excelentes aliadas
para seguir creando, así fue como Lucinda, de espíritu inquieto, fue más allá
de hacer una escultura tradicional.
Amplia trayectoria
de Lucinda Urrusti
Estudió
en La Esmeralda, en donde tomó clases de dibujo con Jesús Guerrero
Galván, de fresco con Federico Cantú y de óleo con Agustín Lazo. Fue miembro
del Salón de la Plástica Mexicana, así como parte del Sistema Nacional de
Creadores de Arte en 2009 y 2012.
La reconocida
retratista se desarrolló principalmente como pintora, aunque también exploró el
dibujo, la gráfica, la cerámica, el bodegón y el retrato, géneros más conocidos
en su obra.
Pintó a
grandes figuras de la cultura latinoamericana, entre ellos a Juan Rulfo,
Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Jaime García Terrés y Carlos Fuentes, por
mencionar algunos que conforman un relato visual de la época.
Su mayor
colección se encuentra en El Colegio Nacional, donde realizó el retrato de
muchos de sus integrantes. Su estilo se alejó del muralismo imperante de la
época. Contemporánea a la generación de La Ruptura, participó en exposiciones
colectivas con Lilia Carrillo, Alberto Gironella, Vicente Rojo, José Luis
Cuevas, Pedro y Rafael Coronel, entre otros.