Historias de Futbol*
Todo ocurrió cuando solo tenía 15
años. De Bruyne ya mostraba grandes dotes con el balón en los pies y el Genk le
fichó para jugar en su cantera. Su familia vivía en Drongen, una ciudad a 150
kilómetros de Genk, por lo que el actual centrocampista del City debio dejar su
casa muy joven.
Para asegurarse de contar con él,
el club le consiguió una familia de acogida durante el año de contrato que
tenía el futbolista. Kevin estuvo allí justo 12 meses y se sintió muy bien en
su nuevo hogar, según explicó en una entrevista a ‘Players Tribune’: «Me
fue muy bien en la escuela, en el fútbol y en casa. No había ningún
problema».
Nada más terminar su año, al
joven De Bruyne le tocaba regresar a casa durante unos meses para luego
regresar al club, que quería seguir contando con él: «Hice las maletas y
me despedí de mi familia de acogida. Me dijeron: ‘nos volvemos a ver después de
las vacaciones, ten un buen verano».
Sin embargo, Kevin nunca volvió a
la casa de su segunda familia: «Cuando llegué a casa de mis padres en mis
vacaciones, entré por la puerta y vi a mi madre llorando… creía que se había
muerto alguien. En ese momento, me dijo las palabras que dieron forma a mi
vida: ‘no quieren que vuelvas, la familia de acogida ya no te quiere allí’.
Pregunté por qué y me respondió que por ser quien soy, me dijeron que estaba
demasiado callado, muy tímido, y que era difícil».
«Fue un gran problema para
mí y mi carrera, porque no era ni una gran estrella ni nada y eso hizo pensar
al club que yo era un problema. Me sentía abandonado. Recuerdo ver mucho a mi
madre llorar mucho y hubo unas palabras que se quedaron en mi cabeza para
siempre: no me querían por ‘ser quien era», añadía.
Pero ese fuerte palo sirvió como
una motivación enorme para el belga, que no se dio por vencido: «Ese día
estuve disparando un balón contra una pared durante horas. Me dije en voz alta
que todo iba a estar bien, que en unos meses estaría con el primer equipo y que
no volvería a fracasar».
«Cuando volví tras el
verano, estuve en el segundo equipo y me entrené con muchísima fuerza, tenía
fuego dentro de mí. Me veía como si estuviera loco. Recuerdo que jugamos un
viernes por la noche, fui suplente y entré en la segunda mitad… estaba fuera
de mí mismo y marqué cinco goles. Ese día cambió mi historia en el club»,
añadió.
Con positividad y apoyo, llegaron
los elogios y el buen momento… y la que fue su segunda familia quiso dar
marcha atrás: «Es divertido ver cómo cambia la gente en el fútbol cuando
te va bien. Un día, los que fueron como mis padres aparecieron en el club y se
acercaron a mí como si fuera todo un malentendido… ahora lo veo como un
momento divertido, pero por entonces yo me sentía muy triste. Les dije: ‘No, me
tirasteis a la basura. Ahora me va bien y queréis que vuelva, ¿no?».
Lógicamente, esa vuelta a casa de
la que fue su familia no se acabó dando nunca, pero De Bruyne se quedó con lo
bueno de aquella situación: «Creo que finalmente debería haberles dado las
gracias. Esa horrible experiencia fue el combustible para mi carrera».
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Crónica compartida en redes, de autor desconocido.