- Escrita por la dramaturga Céline Delbecq y traducida por Nadxeli
Yrízar Carrillo y Humberto Pérez Mortera; se presentará del 15 de junio al
9 de julio en el Teatro El Granero Xavier Rojas
Presentaron la
puesta en escena El niño salvaje, escrita por la dramaturga
belga Céline Delbecq, con traducción de Nadxeli Yrízar Carrillo y Humberto
Pérez Mortera, con la dirección de escena de Marcela Castillo y las actuaciones
de Miguel Romero y Meraqui Pradis.
Se presentará
del 15 de junio al 9 de julio, jueves y viernes a las 20:00 horas;
sábados a las 19:00, y domingos a las 18:00, en el Teatro El Granero Xavier
Rojas del Centro Cultural del Bosque (CCB).
El niño
salvaje es una
crítica profunda e implacable al abandono de las infancias desde todas las
estructuras del sistema. Este montaje muestra la indiferencia, la crueldad y la
objetualización de muchos niños, que nacen abandonados y olvidados desde la
primera institución de la cual el sistema se jacta: «la familia
patriarcal”.
Después de la
familia, el sistema profundiza y agudiza, la crueldad y el olvido. Sin embargo,
este proceso está ordenado, conducido, elaborado bajo una narrativa que juega a
atender a estos niños, cuando en realidad, los cosifica, los estigmatiza y los
ignora. La estructura social pasa por encima de las personas; sobre todo, de
las infancias, que son una población sin voz, ni espacio en el mundo.
En la trama de
esta obra “un hombre cualquiera” se encuentra con “un niño salvaje”. A partir
de ese momento su vida se fractura. Un profundo cariño crece entre ambos
y con el cariño, la impotencia.
El sistema
tiene preparado para este niño salvaje un destino de
dolor y olvido. El hombre está solo, lo único que le sobrevive es la huella del
vínculo. Este “hombre cualquiera” responde a su impulso salvaje de bondad. Así
pues, se observa el concepto de lo salvaje desde dos perspectivas.
El niño
salvaje es la
forma en que el sistema señala a la niña que está fuera de los órdenes
sociales, que no se conduce como una niña “normal”. Por otro lado, el hombre
acude a su impulso más natural, más salvaje, más intuitivo de la especie para
salvar a sus pares.
Esta historia
está contada desde la perspectiva del género masculino, porque como él mismo lo
dice “ella nunca está en el centro de su historia”. Ella
nace y crece en un contexto que la invisibiliza, la ignora y la estigmatiza,
siempre. No habla porque no vale la pena hacerlo, desde siempre ha sido y será
ignorada. El cuerpo de la niña, su comportamiento, sus expresiones no están
organizadas desde aquello que sería adecuado para su edad, ella se organiza
desde la sobrevivencia, en todos los niveles, físico, emocional y social.
Este es un
texto muy triste: Marcela Castillo
Al respecto,
la directora Marcela Castillo comentó: “este es un texto muy triste y doloroso,
pero creemos que también es esperanzador, la existencia de este hombre
cualquiera, que se detiene ante la indefensión de la niña y decide cuidarla, es
una esperanza. Hubo alguien que fue capaz de mirarla. El hombre y Alice (la
niña), establecen un vínculo y generan una relación de cariño y crianza, porque
ella responde a los cuidados de él. Creemos que el planteamiento del vínculo es
un signo de esperanza”.
Esta historia
existe, en muchas formas en el mundo. El niño salvaje representa
los niños que viven en las calles, que son prostituidos, que migran, que mueren
de hambre, que son explotados, que son violentados. Y también existen los
hombres y mujeres comunes que lanzan comida a un tren lleno de migrantes, que
recogen niños de la calle y los cuidan, que luchan por poner la vida de las
infancias, por encima de la estructura. Siguen ese impulso salvaje de
bondad y confrontan al sistema, lo fisuran. Así pues, la obra toca esos dos
polos: el dolor y la esperanza. El amor y la soledad. El poder del sistema y el
poder de los individuos y sus vínculos.
“Desde hace
tiempo me he dedicado a las infancias, cuando encontré este texto me pareció
fundamental. Pues en mi experiencia con niños, de diversos contextos y
latitudes, encuentro la urgencia de mostrar la violencia sistémica que viven”,
concluyó Castillo.
La producción
es de Alethia Andrade, el diseño de vestuario es de Jerildy Bosch, el diseño de
escenografía e iluminación son de Mauricio Ascencio, la música original y
producción musical corre a cargo de Aldo Max.