Nunca más adecuada como ahora es esa frase popular mexicana que refiere a la aplicación de la “ley de Herodes”: te chingas o te jodes.

 

Eso exactamente es lo que ha sucedido los últimos dos meses en el país con la restauración autoritaria más grotesca de la historia, que ni siquiera refleja ni se sostiene en lo que llaman la “voluntad del pueblo”, que no le dio en las urnas al obradorato –porque es López Obrador quien sigue al frente- la mayoría artificial con la que están destruyendo el Estado de Derecho y la democracia en México.

 

A la destitución por tómbola de jueces y magistrados se sumó otra reforma constitucional que deja en total indefensión a la población ante los abusos de una clase política enloquecida por el poder: no se puede impugnar ninguna enmienda a la carta magna, por retrógrada, autocrática y violatoria de derechos humanos que sea. El mismo término con el que nombraron su entuerto, la “supremacía constitucional” del Legislativo, revela su talante fascistoide y no deja lugar a dudas de que lo que sucede en este momento en el país es un intento de golpe de Estado. Por lo menos en términos legales y políticos.

 

La irracional mayoría artificial de Morena y aliados ha tomado por asalto el Poder Legislativo para destruir al Judicial, desoyendo cualquier llamado a la cordura, el consenso y la sensatez. La consigna es demoler a su paso todas las instituciones que les hagan contrapeso para, en su lugar, erigir un nuevo orden que va más allá del autoritarismo del antiguo régimen del que abreva el obradorismo reinante –pues todos se comportan como reyezuelos-, y que concentra el poder de tal manera que existe una verdadera amenaza para la democracia y las libertades en México.

 

Con la complicidad –o incapacidad- de una presidenta gris y sin fuerza, un grupo de porros simiescos hace lo que quiere en el Congreso de la Unión. Y con el bodrio que acaban de aprobar, tienen la posibilidad de decidir lo que sea. Podrían hasta dar por concluido el gobierno de Claudia Sheinbaum si así lo quisieran y a sus legisladores levantadedos les ordenaran votar en ese sentido. Nadie podría impugnar una reforma así, porque otra reforma ahora lo prohíbe. Absurdo, surreal, pero tan cierto como que de demócratas no tienen nada.

 

Es tan vulgar su embate, que ni siquiera creen necesario cuidar la mínima de las formas. La mal llamada “reforma judicial” contempla la creación de comités de evaluación de los aspirantes a ocupar las plazas de jueces, magistrados y ministros que se someterán a “votación” el año entrante, a partir de lo cual se elaborarán las listas que estarán en las boletas. Pues bien, los comités que representarán al Ejecutivo y al Legislativo están integrados por puros personajes afines al morenato. Por lo que no hay duda de cuál será el perfil de los “candidatos” a convertirse en los próximos impartidores de “justicia”.

 

La “elección democrática” de las personas juzgadoras con la que el régimen justifica por entero la reforma judicial es una farsa. No habrá tal democracia, pues quienes decidan votar y participar en ese circo solo podrán escoger a un mismo tipo de juez, magistrado o ministro: oficialista. Y eso, si queremos creer que verdaderamente se podrá escoger algo. Porque lo que se avizora es una “elección a la antigüita”, en la que los ganadores estarán preseleccionados y el “pueblo” será utilizado como una simple masa legitimadora de una decisión que tomó alguien más.

 

Pero la crisis constitucional que se vive todavía se puede agravar. El martes se votará en la Corte el proyecto que plantea anular parcialmente la reforma judicial en cuanto a la elección de jueces y magistrados, dejando la de ministros. El régimen ya adelantó que desacatará tal resolución, lo que provocaría un estallido legal que puede, sin exagerar, fracturar por completo el régimen constitucional republicano. Se trataría de un golpe de Estado sin matices, directo. Y la instauración, con todas sus letras, de una dictadura, donde no hay más ley que la que decida imponer, por sus gónadas, el régimen.

 

Sin duda cobra mayor sentido el “te chingas o te jodes”.

 

La burla

 

Hablando de los comités evaluadores, el que presentó la presidenta Claudia Sheinbaum es una verdadera mentada de madre.

 

Resulta que incluyó, por razones incomprensibles –o quizás no tanto-, a Isabel Inés Romero Cruz, la expresidenta del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz (TSJEV) impuesta por Cuitláhuac García que está implicada en un desfalco por más de 500 millones de pesos al Poder Judicial estatal.

 

La gestión de Romero Cruz además fue señalada por la Auditoría Superior de la Federación por irregularidades financieras por 82 millones de pesos. Y por si faltase algo, hay una denuncia interpuesta por la actual titular del TSJEV, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, por presuntos malos manejos por otros 50 millones de pesos.

 

Aunado a ello, desde que estaba al frente del Poder Judicial local de Veracruz –un ejemplo perfecto del chiquero en que quieren convertir al federal-, Romero Cruz se percibía ausente, fuera de la realidad, e incluso se manejó que padecía problemas de salud mental relacionados con su edad.

 

Pues ahora formará parte del Comité Evaluador del Poder Ejecutivo federal de los aspirantes a jueces, magistrados y ministros que contenderán en la elección del año entrante, y que, entre otras funciones, identificará a “los mejores perfiles en términos de honestidad y profesionalismo”.

 

Te chingas o te jodes.

 

Email: aureliocontreras@gmail.com

 

X: @yeyocontreras

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