08/03/2022.- El Estadio Corregidora fue un campo de batalla en el que no
se respetó ni edad ni género.
Las barras bravas de Querétaro y Atlas mostraron
su lado más agresivo.
«Hay un entorno violento, vivimos en una
sociedad muy violenta que en los últimos años, con la presencia de los
carteles, ha intoxicado el ambiente y esto se traduce en la vida social y
cultural de las personas.
«Con todo ese ambiente violento en una comunidad
que tiene una cultura muy básica, es lógico que si te retroalimentas de esos
valores violentos, en una grada o estadio los vas a desahogar o replicar y vas
a hacer un espejo de ella», explicó Hugo Sánchez Gudiño, profesor e
investigador de la UNAM.
Además del fenómeno de imitación de conductas
agresivas está la pelea por el territorio o la plaza.
«Buena parte de los grupos delictivos de los cárteles se
han venido infiltrando a esos grupos de animación y esos elementos traen
consigo más violencia. En Atlas está el (cartel) Jalisco Nueva Generación y en
el caso de Querétaro está el de Santa Rosa de Lima, porque Querétaro está en un
corredor donde hay estos carteles que se dedican al huachicol y tienen mucho
peso en esa zona y, por los datos que hay, en ambas barras operan estos
grupos», puntualizó el catedrático, quien ha realizado estudios sobre las barras
en México.
Eliminar a las barras o prohibirles la entrada a estadios son
soluciones que no atacan el problema de raíz.
«El hecho de que desaparezcan la barra, sólo es de
nombre, pero el aficionado va a seguir asistiendo al estadio, va a seguir organizando
en un grupo y seguirá violentado.
«La opinión pública lo condena, los directivos también y
anuncian ciertas medidas para solucionarlo, pero ya que pasa cierto tiempo se
olvida y vuelve a repetirse todo y el ciclo continúa», subrayó.
@SSantosCANCHA