Gracias
al trabajo de meteorólogos e hidrólogos, los encargados de la formulación de
políticas públicas tienen acceso a predicciones, indica Arturo Quintanar Isaías
• El 23 de marzo se conmemora el Día Meteorológico Mundial
Vivimos una
época en la cual la actividad humana calienta la atmósfera, y en consecuencia
los mares, de una manera jamás vista en un millón de años. “Somos una especie
que a pesar de su éxito para poder alimentar a tanta gente, lo ha hecho a un
costo muy grande y el precio lo está pagando la naturaleza y, eventualmente,
nosotros también”, afirma el investigador del Instituto de Ciencias de la
Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC), de la UNAM, Arturo Quintanar Isaías.
Precisa
que la solución al problema está fuera de la meteorología. “Solo podemos decir
que el paciente está muy enfermo, no somos los médicos para curarlo”;
resolverlo corresponde a los tomadores de decisiones quienes deben estar bien
informados para ello. Aunque la sociedad también tiene un papel fundamental
organizándose de manera efectiva, resistiendo para salvaguardar su patrimonio
ambiental y cultural.
En
ocasión del Día Meteorológico Mundial, que se conmemora el 23 de marzo, el
especialista en Ciencias de la Atmósfera señala: en los últimos 100 años ha
ocurrido un cambio notorio en el aumento de la temperatura en la superficie de
México. Las estaciones del Servicio Meteorológico reportan un incremento que,
si bien para algunos podría ser mínimo, de menos de una décima de grado por
década, es un tema importante para los meteorólogos.
Las
precipitaciones no han variado tanto y el mayor problema es nuestro apetito por
obtener agua sin ningún límite, sin hacer un uso adecuado del recurso. “Estamos
básicamente dejando exhaustos nuestros reservorios de agua”, plantea Quintanar
Isaías.
Existe
una gama de variabilidad en la atmósfera que la meteorología, en colaboración
con la climatología, debe considerar y estudiar bien para tener una idea de qué
podría suceder en el tema del clima en los próximos 10 o 20 años para México,
puntualiza el especialista universitario.
De
acuerdo con Quintanar Isaías, como seres humanos percibimos las variaciones de
lo que llamamos tiempo, eso que sentimos en cuestión de horas; por ejemplo, los
fuertes vientos que nos trajeron un poco de lluvia en días pasados.
Esas
precipitaciones que a veces tenemos en el centro del país y que son ocasionadas
por algunas perturbaciones climáticas, todos esos fenómenos que a diario
suceden, en la meteorología les llamamos tiempo, y lo que esperamos que ocurra
le denominamos clima.
Detalla
que la materia prima de la meteorología es el viento, la temperatura, la
radiación solar, la presión en superficie y la humedad. Además de tomar en
cuenta la existencia de cuerpos de agua como los océanos y los lagos, “no está
desconectada del resto del sistema climático”. Estos profesionales analizan
cómo opera la atmósfera, los océanos y la criosfera, en suma, el sistema
climático; eso es algo que traemos desde nuestra formación”.
Gracias
a su dedicación, los encargados de la formulación de políticas públicas tienen
acceso a predicciones y asesoramiento de calidad que pueden integrarse en la
planificación y adopción de decisiones nacionales.
Por
ejemplo, en el diseño de presas o redes de control para los ríos, los
hidrólogos, sobre todo, toman abundante información de la meteorología.
“Meteorólogos e hidrólogos estamos muy conectados y somos un grupo que podemos
enfrentar cierto tipo de situaciones a través de predicciones para reducir los
riesgos, por ejemplo, prevenir inundaciones, determinar cuándo una presa debe
dejar de generar electricidad y cuándo podemos salvaguardar la vida de los
pueblos que están asentados en las cercanías de éstas”.
Destaca
que el ICAyCC apoya la licenciatura en Ciencias de la Tierra en la Escuela
Nacional de Ciencias de la Tierra y en la Facultad de Ciencias, carrera que
proporciona la formación científica e interdisciplinaria para comprender de
manera integral el planeta y analizar, desde su origen, los fenómenos
terrestres y la relación entre los procesos físicos, biológicos, geológicos y
químicos que se desarrollan en el planeta, pero también es parte del Posgrado
de Ciencias de la Tierra, donde se forman profesionales cuyo bagaje técnico es
en Física, Matemáticas e Ingeniería.
Los
egresados de ambos programas, licenciatura y posgrado, pueden desempeñarse en
cualquier área que tenga que ver con el uso del agua, como la Conagua, por
ejemplo. Los meteorólogos son importantes, aunque no tenemos una tradición tan
fuerte en la formación de estos como en otros países, es algo más reciente, de
los últimos 40 años, a diferencia de lo que ocurre en un país pequeño como
Costa Rica que tiene más de medio siglo en esta tarea.
Además,
en México empezamos la meteorología a partir de un punto de vista operativo, la
gente que más sabía de esta área eran los militares y algunos geógrafos en la
UNAM, pero no tenían el bagaje técnico-científico que se requería para
comprender fenómenos complejos, “porque la meteorología también es ciencia de
la complejidad, se estudian fluidos, y son turbulentos, cuyo análisis dificulta
hacer predicciones certeras”.
El
especialista universitario comenta que el número de meteorólogos en la nación
mexicana es insuficiente, tanto a nivel gubernamental como en la iniciativa
privada. En la década de 1990 había de 10 a 20 profesionales formados como
meteorólogos en ciencia básica. “Hoy hemos casi triplicado esa cifra, son del
orden de 40 a 50 licenciados, maestros y doctores, egresados de la UNAM, de la
Universidad Veracruzana, del Cicese, y pronto de la UAM-Iztapalapa, aunque
sigue habiendo un déficit, se requieren al menos unos 200 meteorólogos”.
El
23 de marzo de cada año se celebra el Día Meteorológico Mundial, el cual se
estableció para conmemorar la puesta en marcha del Convenio para la creación de
la Organización Meteorológica Mundial, evento que se produjo en esa fecha, pero
de 1950.
FUENTE: UNAM