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Un equipo de expertos determinó que tanto el aislamiento social real
como el percibido se encuentran asociados a un mayor riesgo de mortalidad
temprana.
Rafael Paz
Tal vez en los
últimos años se han sentido un poco solos: la soledad se ha vuelto cotidiana en
sus vidas. La compañía es ahora esporádica, los amigos que antes frecuentaban
se han distanciado y los familiares han encontrado, en la lejanía, la manera de
seguir con su vida.
Es probable
que no sea el único en su entorno con ese sentimiento: el aislamiento social
real y percibido se ha convertido en un problema de salud pública en el mundo,
así lo asegura la Comisión de Alto Nivel Sobre Salud Mental y Covid-19 de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS).
En su sitio
web, la comisión apunta que “la pandemia de la Covid-19 ha generado un fuerte
impacto en la salud mental de las poblaciones en toda la región, incrementando
la necesidad de atención, al tiempo que ha afectado los servicios de salud,
incluyendo los de salud mental, poniendo de relieve debilidades preexistentes,
tanto en materia de financiación como de recursos para atender las necesidades
de las personas que viven con condiciones de salud mental”.
Un ejemplo de
este fenómeno se encuentra en el estudio “Soledad y aislamiento social como
factores de riesgo de mortalidad: una revisión metaanalítica”, publicado por la
Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos –respaldada por el
Departamento de Salud y Servicios Humanos de ese país–. En dicha investigación,
un equipo de expertos determinó que tanto el aislamiento social real como el
percibido están asociados con un mayor riesgo de mortalidad temprana, cercano a
30 por ciento sin importar el género.
No es la única
investigación que ofrece resultados similares: en 2021 la Organización Mundial
de la Salud difundió una publicación titulada Aislamiento social y
soledad entre las personas mayores: resumen de incidencia, en la que se
subraya que el número de personas mayores que se sentían solas oscilaba entre
20 y 34 por ciento en Estados Unidos, América Latina, China y Europa.
Por su parte,
el British Medical Journal analizó los datos de 133 países en
una investigación titulada “La prevalencia de la soledad” y encontró que 9.2
por ciento de los adolescentes del sudeste asiático experimenta soledad,
mientras que la cifra sube a 14.4 por ciento en el Mediterráneo.
Y añade: “la
prevalencia más baja de soledad se observó consistentemente en los países del
norte de Europa (de 2.9 por ciento a 4.5 por ciento para adultos jóvenes; 2.7
por ciento a 3.0 por ciento para adultos de mediana edad, y 5.2 por ciento a
6.5 por ciento para adultos mayores) y el más alto en los países de Europa del
Este (7.5 por ciento a 9.4 por ciento para adultos jóvenes; 9.6 por ciento a
12.0 por ciento para adultos de mediana edad; y 21.3 por ciento a 24.2 por
ciento para adultos mayores)”.
Red de apoyo
Para Ana
Carolina Rodríguez, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de
la Facultad de Medicina, los sentimientos de soledad pueden evolucionar a un
problema mayor de salud mental como la depresión en caso de no ser atendidos.
Ante esto, señaló,
debemos acudir con un especialista en salud mental y procurar mantener “una red
de apoyo efectiva, de esta manera las problemáticas en esa área podrían
enfrentarse con mayor apoyo y generando así menos estrés”.
De acuerdo con
la investigadora, la percepción negativa de la soledad se relaciona con tres
indicadores importantes:
- Elementos de salud física: “¿cómo me siento físicamente? Si soy un
ser autónomo, que puede hacerse cargo de sí mismo, entonces es más
probable que me sienta satisfecho con mi situación física y no me genere
frustración estar solo y no poder hacer algo por mí mismo”.
- Elementos emocionales: “¿qué significado le atribuyo a estar solo?
Si hay una perspectiva, sensación o creencia de abandono –‘no me quieren’,
‘no le importo a nadie’–, evidentemente se generará un malestar emocional.
Sin embargo, si yo tengo asociado el estar solo a tener mi espacio, tener
un poco de paz mientras todo está silencioso y mantener mi orden, no voy a
estar generando necesariamente emociones negativas al respecto, esto tiene
que ver con la satisfacción que se tenga con el plan de vida construido”.
- Elementos sociales: “respecto al tema de salud mental, es muy clara
la literatura en cuanto a la importancia de las redes de apoyo. Siempre
que nosotros tengamos una red de apoyo efectiva, habrá mayor probabilidad
de hacer uso de mecanismos de afrontamiento adecuados que eviten ponernos
en una situación que nos genere mayor estrés, y en consecuencia depresión
o ansiedad. En este sentido es importante subrayar la relevancia de
mantener calidad más que cantidad en nuestras relaciones sociales”.
Buscar ayuda
es de vital importancia, porque según el censo de 2020, elaborado por el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, únicamente dos de cada 10
personas que experimentan condiciones mentales reciben atención. De acuerdo con
la dependencia, existe un millón 590,583 de mexicanos con un padecimiento de
este tipo, de los cuáles 54 por ciento son hombres y 46 por ciento mujeres.
Un estudio de
la Facultad de Psicología divulgado durante 2019 indica que en el país casi 6
millones de niños y adolescentes entre 12 y 22 años de edad sufren depresión, y
presentan cotidianamente irritabilidad y violencia. Además, el problema podría
ser más severo en el ámbito nacional, ya que la mayoría de quienes sufren este
trastorno nunca son diagnosticados.
Fuente: UNAM