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La
enfermedad es degenerativa y hasta ahora es incurable: María del Carmen
Cárdenas Aguayo, de la Facultad de Medicina
Leonardo Huerta
Hay
alrededor de 50 millones de casos de demencia en el mundo, de los cuales 70 por
ciento son del tipo alzhéimer. En México, la Federación Mexicana de Alzheimer
considera un millón 300 mil casos; sin embargo, podría haber más enfermos, pero
quienes los cuidan en casa no lo reportan, afirmó la titular del Laboratorio de
Reprogramación Celular del Departamento de Fisiología de la Facultad de
Medicina (FM), María del Carmen Cárdenas Aguayo.
Se ha
observado, comentó, que algunos cambios en el cerebro se podrían manifestar en
la retina, razón por la cual es una región potencial para buscar signos
tempranos de esa enfermedad. “El diagnóstico por la retina es un abordaje muy
interesante, y aunque todavía está en fase experimental, no es algo novedoso
porque lleva varios años en desarrollo”.
“Recordemos
que es degenerativa y progresiva, y hasta el momento es incurable. El deterioro
cognitivo ocurre gradualmente en el individuo”, puntualizó en entrevista.
Trabajo realizado en la UNAM
La
especialista detalló que en el laboratorio de esa entidad académica se
desarrollan métodos diagnósticos para alzhéimer, basados en la detección de
Amiloide beta o de tau hiperfosforilada (la cual es esencial para el
funcionamiento de las neuronas, lo que se correlaciona con el deterioro
cognitivo son las alteraciones patológicas de esta proteína). Se buscan
voluntarios con una queja subjetiva de la memoria, con inicio de pérdida de
capacidad cognitiva y, previa firma del consentimiento informado, se les
realiza una prueba sencilla para conocer el puntaje cognitivo, toda vez que en
ocasiones las sospechas de tener este padecimiento pueden ser simplemente por
estrés o déficit de atención.
Una
enfermera especializada les toma una muestra de sangre y también les practica
un exfoliado nasal, porque esa región es otro origen de células neuronales. Las
células del neuroepitelio olfatorio son útiles como posible método diagnóstico,
ya que en ellas se puede identificar el Amiloide beta y la proteína tau
hiperfosforilada, precisó la universitaria.
“Aunque
también tenemos las imágenes de retina a fin de detectar acúmulos de Amiloide
beta, en la actualidad el diagnóstico por este órgano no se ha desarrollado
para encontrar acúmulos de tau hiperfosforilada. Sería interesante ver si los
hay, porque existe una correlación directa en el incremento de éstos con la
pérdida de la capacidad cognitiva, a diferencia de los acúmulos de Amiloide
beta, que no se relacionan con el deterioro cognitivo en individuos
aparentemente sanos”, dijo.
Únicamente
algunos pacientes tienen agregados de Amiloide beta. Mientras que individuos
completamente sanos pueden tener gran acumulación de péptidos de Amiloide beta
en áreas importantes (hipocampo, corteza e incluso retina), pero no presentan
ninguna alteración cognitiva.
En
contraparte, prosiguió, “pacientes con problemas cognitivos severos,
probablemente relacionados con una demencia tipo alzhéimer, podrían no tener un
depósito importante de Amiloide beta. Su presencia no siempre se correlaciona
con el deterioro cognitivo, característico de esa enfermedad”.
“Pero
si se presentan los dos tipos de lesiones: marañas neurofibrilares, compuestas
por acúmulos de tau y placas neuríticas, formadas por depósitos de Amiloide
beta, entonces se confirma el diagnóstico de alzhéimer”, aclaró Cárdenas
Aguayo. Hasta hoy, el único diagnóstico certero para el padecimiento es el post
mortem.
Adelantarse a los síntomas
En el
caso de la retina, a fin de determinar a tiempo la enfermedad, la investigadora
consideró: “idealmente queremos tener un diagnóstico temprano y certero, y no
esperar a que los síntomas sean muy evidentes o, incluso, al fallecimiento del
paciente para observar su cerebro”.
No
obstante, la universitaria expresó, en cuanto a la velocidad de desarrollo del
padecimiento se debe tomar en cuenta la reserva cognitiva: si la persona tiene
un buen nivel educativo y ha fomentado sus capacidades, por ejemplo al aprender
otro idioma, elaborar manualidades o practicar un oficio, ha generado conexiones
neurales a lo largo de su vida, que pueden amortiguar el daño.
Para
el correcto tratamiento es necesario un diagnóstico temprano, y el de la retina
parece ser muy atractivo, de utilidad en las primeras etapas de la enfermedad,
pero se tendría que combinar con otros marcadores de imagen o fluidos, además
del seguimiento de las pruebas cognitivas cada tres o seis meses para observar
si hay un deterioro que pueda correlacionar con alzhéimer.
“En mi grupo de trabajo estamos buscando marcadores tempranos de esta neurodegeneración. Sería idóneo tener numerosas herramientas diagnósticas, por ejemplo, la imagen del cerebro por tomografía por emisión de positrones, resonancia magnética, así como pruebas de detección de marcadores de la patología en fluidos, como es el plasma o el líquido cefalorraquídeo.”
FUENTE: UNAM