PRIMERA PARTE
Héctor Larios
Como cada cuatro años al terminar un ciclo olímpico, las críticas de la prensa ante el descontento de la afición no se hacen esperar, duran unas semanas recomendando cambios estructurales que sacudan la anquilosada organización. Lo mismo sucede después de cada mundial, diagnósticos que nunca aciertan, cambios que nada cambian. Maquillaje a granel en un mundo de oropel.
Nuevamente vuelve a suceder en esta ocasión, después del fracaso en la Copa del Mundo de Qatar, cuando la sacrosanta federación de futbol anuncia sus buenas intenciones. Decisiones que carecen de un diagnóstico certero que brinde las coordenadas para gestar una reestructuración del modelo deportivo mexicano.
La prensa especializada se rasga las vestiduras señalando culpables, entrenadores y futbolistas son vapuleados, pasan de expertos en la materia a provocadores en tiempos de intolerancia.
Esperan que se contraten a un entrenador que haga, por fin el “milagro”, de conducir al Tri al quinto partido. Como sí, una sola persona fuera capaz de lograrlo en un deporte de equipo.
Creo en los milagros, pero un personaje, por más dinero que le paguen, será incapaz de sacudir una estructura federativa imposibilitada por intereses particulares.
Para que esto pudiera suceder, habrá que subrayar que el técnico nacional será un empleado más y no tendrá todo el poder para transformar el rostro del futbol mexicano. Porque los hombres de pantalón largo están en la creencia, que la función del entrenador es exclusivamente en el terreno de juego. Lamento decirles que no es así.
Entonces, a ¿qué se enfrenta el nuevo entrenador nacional?
Por principio de cuentas tener un diagnóstico certero del futbol nacional, significa, entre otras cosas, conocer a todos los equipos de la Liga MX, sus futbolistas, entrenadores, saber a qué juega cada uno, cuál es el perfil de sus entrenadores.
Para ejemplificar les propongo hacer un ejercicio.
¿Cuántos jugadores tienen calidad de selección?
Para responder, el único factor que pongo en el análisis es que un seleccionado debe ser titular de su equipo.
Sí, estamos de acuerdo tenemos que:
El número de extranjeros permitidos para el próximo torneo es de 7 y regularmente son titulares, hacen un total de 112. Luego entonces, el universo de futbolistas mexicanos con calidad de selección son únicamente 75. De los cuales deberán armar un representativo de 25 futbolistas, que son el número que se lleva a una competencia oficial. De ellos debemos incluir los mexicanos que juegan en el extranjero, pongamos a 5 en este momento por calidad y edad. Así tenemos que el número de jugadores que puede entrenar realmente a lo largo del ciclo mundialista es de tan solo 20 futbolistas.
Identificando a los
preseleccionados, el cuerpo técnico deberá realizar un trabajo de alta calidad
dentro y fuera de la cancha. Y no permitir que la “figura”, en turno dicte la
lista de convocados, como desgraciadamente ha venido sucediendo en tiempos
recientes. El resultado ha sido abaratar el perfil de un seleccionado nacional.
Un seleccionado mexicano debe
contar con las cualidades, habilidades y tener merecimientos para competir en
el alto rendimiento.
Esta primera respuesta nos da las
coordenadas hacia dónde deben dirigirse los programas y acciones federativas.
No solo reducir una plaza de
jugadores no nacidos en México, sino un verdadero Plan Maestro, con planes,
programas y acciones específicas en cada área federativa, que impulsen a
mejorar los estándares de calidad de los torneos y competencias en todas las
ramas y categorías.
Poner en acción programas de
detección de talentos y su desarrollo, con infraestructura deportiva
suficiente, metodología de entrenamiento actualizada para el efecto,
competencia internacional, pero sobre todo entrenadores mexicanos capacitados.
NO a la designación de amigos y recomendados del directivo de ocasión.
Desarrollar talento nacional
requiere en primer lugar de generar entrenadores profesionales con vocación y
amor a su disciplina.
Así que el primer paso deberá
enfocarse en la capacitación de entrenadores a todos los niveles desde
infantiles hasta primera división.
¿Por qué iniciar en la
capacitación? Porque el anuncio federativo de impulsar que más futbolistas vaya
a Europa, implica que hay talento, pero también es el reconocimiento tácito de
que no hay condiciones para desarrollar talento para la alta competencia.
En los últimos años, ¿cuántos
futbolistas jóvenes han ido a Europa? y ¿cuántos han tenido éxito?