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Viola sus derechos fundamentales porque no dan
su consentimiento, afirmó Helena López González de Orduña.
Práctica milenaria anterior al siglo V antes de
Cristo, aplicada en su mayoría -pero no únicamente- en el África subsahariana,
la mutilación genital femenina implica la escisión, total o parcial, de algunos
o de todos los órganos genitales femeninos externos, del clítoris y a veces de
los labios mayores o menores, además del estrechamiento de la abertura vaginal,
explicó la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género
(CIEG) de la UNAM, Helena López González de Orduña.
Es un procedimiento cuyo sentido en las
sociedades patriarcales es básicamente asegurar el control sobre el cuerpo de
las mujeres. Otra explicación simbólica es hacerlas sujetos de matrimonio y de
intercambio, afirmó.
En el marco del Día Internacional de Tolerancia
Cero con la Mutilación Genital Femenina, que se conmemoró recientemente en el
mundo, la académica consideró: la efeméride es importante, porque se trata
claramente de un hábito patriarcal que viola sus derechos fundamentales, tiene
consecuencias devastadoras en términos físicos, psicológicos y es violento. La
decisión de la mujer no se toma en cuenta.
“Tener un día al año en el que podamos tomar
conciencia sobre esta vulneración de los derechos fundamentales de las mujeres
y de las niñas (porque generalmente se practica en menores de edad) es
importante para sensibilizar y denunciar, especialmente en sociedades que
aspiran a ser demócratas y para la agenda feminista”, remarcó.
De acuerdo con la página web de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no
médicos. Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazos, incluido
dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH,
ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el
peor de los casos, la muerte.
Según datos de la ONU, se concentra en cerca de
30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como en algunos
asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Pakistán), además de pequeñas comunidades
de Latinoamérica. Persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa
Occidental, Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.
El organismo internacional también indica que
en los últimos 25 años la prevalencia de la mutilación ha disminuido en el
orbe. En la actualidad, una niña tiene un tercio menos de probabilidades de
sufrirla, que hace 30 años.
En entrevista, López González de Orduña aseveró
que hay avances en la erradicación de esta práctica, toda vez que en Egipto,
Turquía y Burkina Faso existen leyes que la prohíben, además de que hay
personajes que la denuncian. Para exterminarla, se requieren esfuerzos
coordinados y sistemáticos en los que participen las comunidades sobre la
concienciación de las garantías inalienables, igualdad de género, educación
sexual y atención a las víctimas de la también llamada ablación.
Refirió a la médica ginecóloga y activista
social nigeriana Olayinka Koso-Thomas, investida por la UNAM con el doctorado honoris causa en 2015, por su trabajo en esta materia.
“Se le hizo esta distinción en la Universidad,
porque es una gran luchadora a favor de los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres y las niñas en el continente africano. Hay reconocimientos como
este, modificaciones legislativas, avances en el activismo; creo que hay
motivos para ser optimistas”, recordó.
La universitaria abundó que el control sobre el
cuerpo femenino no es exclusivo de naciones que evaluamos como “más atrasadas”,
sino un ejercicio que sigue siendo común en el mundo, aunque en otras formas.
“En nuestros países persisten problemas como los feminicidios, el aborto y los
bebés sin dimorfismo sexual sobre los que se decide arbitrariamente su
condición sexual”. Por ello estimó que “el feminismo tiene aún mucho que
pelear, para lograr que las mujeres hagan con su cuerpo lo que quieran”.
El hecho de que la mutilación genital femenina
sea una costumbre patriarcal de control del cuerpo de las mujeres significa que
en el siglo XXI continúa siendo común esa lógica de apropiarse. “Se siguen
negando a las mujeres los derechos sexuales y reproductivos y el acceso a una
interrupción legal del embarazo segura y gratuita. No es un asunto de países
atrasados, nosotros también tenemos ejemplos de reapropiación del cuerpo de las
mujeres”.
En Eritrea, Etiopía, Guinea y Sudán, por
ejemplo, porcentajes significativos de hombres y niños se oponen a erradicarla,
indicó la universitaria.
En tanto, el Fondo de Población de las Naciones
Unidas calcula que en 2030 podría haber hasta dos millones más de casos de
mutilación. El organismo internacional revela que una de cada cuatro niñas y
mujeres víctimas -es decir, 52 millones en el mundo- fueron mutiladas por
personal sanitario, lo cual significa una tendencia alarmante en la
medicalización.
Para “sembrar semillas” en la educación hacia
la igualdad de género, la investigadora del CIEG destacó que en la Universidad
Nacional se cuenta con un Posgrado en Igualdad de Género y asignaturas
obligatorias en la materia en diversas licenciaturas, las cuales coadyuvan a
considerar la equidad entre hombres y mujeres.
Fuente UNAM
Continúa la mutilación genital femenina como costumbre
patriarcal de control del cuerpo (unam.mx)